A los pies del santuario de Antonio Gil, promeseros de distintos puntos del país dejaron su testimonio de fe y devoción al “gaucho milagroso”. Pese a que la fila para saludar, pedir y agradecer por los milagros cumplidos al Gauchito era kilométrica, los fieles resistieron estoicamente bajo la lluvia y tras dejar su oración y obsequio al “santo pagano” (ya sea una vela, una botella de vino o un cigarro encendido), compartieron sus experiencias con Agencia Corrientes.

Entre ellas se puede destacar la de Miguel Ángel Altamirano, un músico chamamecero de la localidad bonaerense de Morón, quien se acercó por primera vez hasta la Cruz Gil para agradecer “por un milagro concedido”.

“Mi mujer perdió tres embarazos y le pedí al Gauchito que nos ayude y me cumplió, porque ahora está embarazada de tres meses y por fin estamos esperando al hijo que tanto anhelamos”, relató Altamirano.

Este porteño también aprovechó la ocasión para cantar frente al santuario el chamamé que junto a su agrupación “Paulito Videla y su Conjunto” compuso en honor el Gaucho y que en una de sus estrofas dice: “Llegaste a mi vida cuando más te necesitaba/ un amigo a mi me dijo, pedíle una oración/ él no deja a nadie si pedís de corazón/al gauchito milagroso, sé por fe que me ayudó”.

Por su parte, una de las fundadoras de los “Gauchos Peregrinos” de Mercedes comentó que “esta peregrinación comenzó hace 26 años con 16 jinetes que daban vueltas a la plaza, hasta que en el año 1997 por primera vez nos abrieron la puerta de la Iglesia Católica, debido a la gran devoción de la gente”.

“Para nosotros es una emoción enorme ver a esta gente con tanta fe, porque la fe es lo que mueve a toda esta fiesta” dijo la mujer y citó el ejemplo “del señor Ledesma, quien estuvo en terapia con un accidente cerebral y en 2007 peregrinó 7 kilómetros a pie junto a nosotros”.

En tanto, Ester del Carmen Cuenca, una formoseña que hace 18 años visita el santuario, contó que “a mi me operaron el 4 de enero del año pasado de un desprendimiento de retina, y al tercer día de haberme operado vine a la Cruz Gil porque le había prometido al Gauchito venir a bailar si me ayudaba y gracias a su providencia pude recuperar mi vista”.

Con una bandera en la mano, esta mujer de 62 años dijo que “voy a venir hasta el último día de mi vida y cuando no me vean más por acá es porque me habré ido al cielo con el Gauchito”.

Desde Avellaneda, Buenos Aires, un promesero trajo una bandera de 70 metros para rendir tributo a Antonio Gil. “Hace 12 años que venimos y esta era una promesa que teníamos que cumplir porque nos ayuda mucho y le guardamos un profundo agradecimiento”.

A su turno, Raúl Vicente Boasso, oriundo de la localidad santafesina de Recreo, aseguró que “hace ocho años el Gauchito Gil me salvó. Vine acá casi paralítico porque no podía dar un paso más y desde entonces empecé a recuperarme y hoy puedo andar sin ninguna dificultad”.

El santafesino aseguró que el propio Antonio Gil se le apareció años atrás durante una peregrinación hacia la Virgen de Iratí. “Me llegó de atrás y me preguntó si estaba muy dolorido y entonces me recomendó que venga al santuario, porque ahí había un gaucho milagroso. Cuando me di la vuelta para convidarle algo se me desapareció y entonces le dije a mi gente que me venía para acá, sin saber donde quedaba”.

Es así que tras bailar una pieza y media de chamamé, Boasso salió “caminado sin problemas por la puerta y jamás volví a tener dolores. Desde entonces vengo cada 8 de enero a agradecer".

Con lágrimas en los ojos, Juan José Boca expresó su profundo agradecimiento: “Es una emoción muy fuerte el poder estar en esta fiesta y sentir esta fe tan inmensa por nuestro querido gaucho”.

Ataviado con las ropas del “gauchito milagroso”, este representante de una agrupación tradicionalista de Colón, Buenos Aires, comentó que “él ayudó mucho a mi familia y con su fuerza pudimos superar momentos muy duros, por eso le estaré eternamente agradecido”.

Jueves, 8 de enero de 2009