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Política - Opinión
Lula da Silva y la política latinoamericanista de Perón
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Sábado, 28 de abril de 2018

(28-4-18): Uno de los hechos más bochornosos de la historia política latinoamericana, es lo que recientemente sacudió al pueblo hermano de Brasil y a la opinión pública internacional, al disponer una justicia salpicada por el estigma de la corrupción el procesamiento y la privación de su libertad -en una causa judicial sin pruebas- al ex Presidente y líder histórico del Partido de los Trabajadores Inacio Luis "Lula" da Silva, a su vez, el candidato con mayores posibilidades electorales para llegar nuevamente a la Presidencia de los Estados Unidos del Brasil en los comicios de octubre del año en curso. Lo ocurrido, en el marco de una sospechosa lucha judicial contra la corrupción (el "lava jato"), no es sino el colofón de un proceso que comenzó con el espurio contubernio que, en el Parlamento brasileño desplazó sin causa de la presidencia de la Nación a Dilma Rousseff, para instalar en el poder al ignoto e ilegítimo Michel Temer, ello con el consabido objetivo de restablecer en el Brasil, en lo interno: el conservadurismo neoliberal, y en lo externo: la dependencia neocolonial hacia Estados Unidos, fiel a la tradición política de la oligarquía brasileña, asociada al capital monopólico extranjero.
Por Centro de Estudios y de Investigaciones Históricas Juan Domingo Perón


En suma, el objetivo de la derecha brasileña con el apoyo ya público de los mandos militares golpistas, es impedir el restablecimiento en el Brasil de un gobierno que, con el sustento legítimamente de las mayorías populares, supo defender durante más de una década el interés nacional y arrancar de la pobreza a millones de brasileños y que, desde el Mercosur, la Unasur y la Celac, contribuyó a llevar adelante un proceso de integración de los pueblos del continente con el objetivo patriótico de liberar al Brasil y a los pueblos hermanos de la América Latina y del Caribe de las políticas neocolonialistas de Estados Unidos y de sus socios europeos, nucleados en el FMI, el Banco Mundial, la OMC y la Otan.

Ahora bien, para comprender lo que está ocurriendo en el Brasil y los motivos de la restauración oligarco-conservadora en la mayor parte de los países de América Latina, es sino imposible fundamental, remitirnos a las lecciones de la historia. En efecto, existe una estrecha relación histórica de lo que ha ocurrido y de lo que está ocurriendo en el Brasil con lo que ha ocurrido y con lo que está aconteciendo en nuestra Patria. Hacia noviembre de 1953, Perón en una conferencia pronunciada en la Escuela Superior de Guerra, sentaba las bases políticas e ideológicas de la integración latinoamericana, liberada de la tutoría imperial y de toda dependencia neocolonial. En tal oportunidad, sostenía Perón: "Pienso yo que, el año 2000 nos va a sorprender o unidos o dominados; pienso también que es de gente inteligente no esperar que el año 2000 llegue a nosotros, sino hacer un poquito de esfuerzo para llegar en mejores condiciones que aquello que nos depara el destino, mientras seamos yunque que aguantamos los golpes, y no seamos alguna vez martillo y también demos algún golpe por nuestra cuenta", y con la agudeza política que lo caracterizaba sentenciaba: "… todo este proceso de unión económica es combatido. Claro, ¿cómo no va a combatirse una cosa tan provechosa y útil para los americanos? En esto juegan igualmente los intereses. El día que nosotros podamos realizar nuestro comercio entre nosotros, nos habremos realmente independizado de toda corriente y de todo poder extra continental, y en esto debemos pensar que para nosotros, latinoamericanos, no debe haber nada mejor que otro latinoamericano". El sueño latinoamericanista de Perón -sueño aún inconcluso del General San Martín y de Simón Bolívar-, no se agotaba en la complementación comercial y en la eliminación de las trabas aduaneras sino que, se proyectaba mucho más allá. En efecto, hacia el año 1948 -dice el historiador Jorge Abelardo Ramos- el senador peronista, Diego Luis Molinari en viaje por Centroamérica declaraba en La Habana la necesidad de establecer el mercado común latinoamericano, la ciudadanía latinoamericana, un banco único y una moneda común.

Inspirado en tales objetivos trascendentes para la Patria Grande, Perón promovió de inmediato lo que se denominó el Pacto ABC, cuyo objetivo estratégico era, integrar la economías y el comercio de nuestro país con Brasil y Chile, para luego lograr la adhesión del resto de los países latinoamericanos: "La República Argentina sola -sostenía el Perón- no tiene unidad económica; Brasil sola, tampoco tiene unidad económica; Chile solo, tampoco tiene unidad económica, pero estos tres países conforman quizás en el momento actual la unidad económica más extraordinaria del mundo entero, sobre todo para el futuro, porque toda esa inmensa disponibilidad constituye su reserva. Estos son países reservas del mundo". No obstante la predisposición política del entonces presidente del Brasil Getulio Vargas, le fue imposible suscribir el Pacto de integración propuesto por Perón, presionado políticamente por las clases dominantes, por la prensa mercenaria (Carlos Lacerda y su diario Tribuna da Imprenta), los condicionamientos políticos de la Cancillería pro yankee liderada por Joao Neves de Fontoure, los partidos de la oposición (en particular la UDN) y la doble amenaza del impeachment y del consabido golpe de Estado. Finalmente, impedido de continuar gobernando para el pueblo de Brasil, Getulio Vargas optó por el suicidio, legando para la memoria histórica de los pueblos una carta testamento en la que denuncia la conspiración de los sectores contrarios a la independencia económica, la soberanía nacional y la justicia social para las masas desposeídas del Brasil.
Son estos mismos sectores, a los que hoy se ha sumado una parte de la justicia corrompida de Brasil, los que han decretado -vía judicial- la interdicción política del más popular de los líderes políticos de Brasil.

No obstante la defección del Brasil, hacia el año 1953, Perón por la Argentina e Ibáñez del Campo por Chile, suscribieron el Tratado de Complementación Económica y de unión aduanera, al cual luego prestarían su adhesión Bolivia, Paraguay y Ecuador, entre otros países. Así se sentaron las bases fundacionales -políticas e ideológicas- de lo que luego sería el Mercosur, la Unasur y la Celac en tiempos de Kirchner, Chávez y Lula da Silva.

Históricamente, el Brasil ha sido una pieza clave en el tablero geopolítico de Estados Unidos. Ello explica por qué, la oligarquía nativa en maridaje con el imperialismo, se opuso tenazmente en el pasado -con la complicidad de los partidos tradicionales, de la prensa mercenaria y de los mandos militares golpistas- al gobierno popular de Getulio Vargas, y más tarde al gobierno de Joao Goulard.

Ahora bien, lo que está ocurriendo en el Brasil y en nuestro país, no es un hecho accidental. El próximo paso del avance del neoliberalismo-conservador en el continente, será el aniquilamiento de las instituciones que, como la Unasur y la Celac, tuvieron por objetivo sentar las bases de la unión y de la integración de los pueblos de la América Latina y del Caribe en la senda soñada por San Martín, Bolívar, Artigas, Martí, Perón, y más recientemente por Hugo Chávez, Lula da Silva y Néstor Kirchner.
La reciente decisión de los gobiernos de Argentina (Macri y sus socios de Cambiemos), de Brasil (Michel Temer) y de otros Estados Latinoamericanos de suspender indefinidamente su participación en la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), constituye el más claro indicio de la coherencia política de los gobiernos que, en la región, responden a los patrones ideológicos del neoliberalismo y a los intereses de clase de las oligarquías en lo interno, y en lo externo, a la dependencia neocolonial de los centros de poder del mundo capitalista desarrollado, liderado por Estados Unidos.

Lula Da Silva ha sido privado de su libertad y quizás de su seguro triunfo en las próximas elecciones de Brasil, no por su protagonismo en un hecho de corrupción, sino porque, se opuso a que el Brasil se adhiriera al CiadI impuesto por Estados Unidos (durante su gobierno no se firmó un solo tratado bilateral de inversión); porque repatrió el total de la deuda de Brasil con el FMI y llevó adelante una política económica independiente de los centros de poder del mundo capitalista desarrollado, y porque hizo de Petrobras (creado por Getulio Vargas) una herramienta fundamental para el desarrollo energético del Brasil, y porque desde el Mercosur, la Unasur y la Celac llevó adelante la integración latinoamericana, y fundamentalmente porque, integró al Brasil al Brics, un bloque económico internacional con Rusia, India, China y Sudáfrica que, sin duda, amenaza quebrar la hegemonía política, económica y comercial de Estados Unidos y sus socios europeos, ya no en América Latina sino en el resto del mundo.


Sábado, 28 de abril de 2018

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