Los profesionales que trabajamos en terapia sexual, podemos comprobar cómo los humanos complicamos y reducimos innecesariamente nuestra vida.
Vemos cómo muchas personas no se dan cuenta de que, para disfrutar de los placeres del sexo, debemos tener claro el papel que juega en nuestra vida, y no constreñirlo a la experiencia amorosa.
Una de las razones por las que más a menudo desaprovechamos nuestras potencialidades sexuales es por la vinculación exclusiva o excesiva del sexo al amor romántico. Está claro que amor romántico y sexo son complementarios, y que disfrutar de su simbiosis es la aspiración de cualquiera. Pero, si nuestra conducta sexual tiene que estar irremediablemente asociada al amor, vamos a ver reducida considerablemente nuestra vida sexual. Por eso es tan importante no confundir una cosa con la otra.
Puede que muchas personas no deseen mantener relaciones sexuales si no están enamorados o, por lo menos, si no sienten una fuerte atracción por la otra persona; no tenemos nada que decir a esto: cada persona le da al sexo un sentido. Pero entendemos que no estar enamorado no nos tiene que privar de una vida sexual saludable; al menos, disfrutando con uno mismo.
La masturbación —o autoerotismo, como preferimos llamarla— es una opción muy recomendable para disfrutar del sexo. Debe ser entendida como una conducta sexual placentera, y no como un rápido trámite o un recurso menor, incluso vergonzoso y frustrante para algunas personas. La responsabilidad de esa mala fama la tienen los que pretenden imponer la reproducción como único fin del sexo; los que tienen una visión pecaminosa y reduccionista, espantando con irracionales y absurdos males físicos y morales.
Sábado, 12 de marzo de 2011