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Opinión
Cárceles correntinas, donde se ejercita a pleno el desprecio al ser humano
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Miércoles, 8 de febrero de 2012

Por Daniel Caram
Observar a funcionarios recorrer sonrientes las destruidas celdas de unidades carcelarias correntinas es una muestra de la irracionalidad absoluta. Tal vez debamos caer en el fácil discurso de “el que cometió un error debe pagarlo”, y entonces volveremos a la nefasta posición de la degradación humana porque sí. Lejos estamos de ocupar ese espacio de facilismo. Y tampoco vamos a propiciar el libertinaje o la flexibilidad judicial ante hechos delictivos, pero nadie que se precie de un ser sensato y coherente puede aceptar o acompañar la idea de personas hacinadas, sucias y mal alimentadas.


Es deber del estado velar por la adecuada habitabilidad de los lugares destinados a los ciudadanos que deben resolver sus errores con la Justicia. Y ningún Gobierno –al menos en Corrientes- puede caer en la inocua posición de culpar a lo que no se hizo en el pasado.

Ya en 2008 el Superior Tribunal de Justicia confeccionó un duro informe sobre el estado calamitoso de nuestras cárceles. Pasaron casi 4 años y nada cambio. O sí: los nombres de funcionarios. Todos siempre apelaron a lo mismo: “estamos resolviendo errores del pasado en un sistema carcelario que tiene problemas de infraestructura que son históricos”.

La frase, con palabras más o menos parecidas, se repite casi año a año.

¿Se puede entonces hablar de una política inclusiva que busque recuperar a quienes en algún momento cometieron un error?. No. Si a los problemas edilicios se suma un sistema judicial que tiene en las demoras una de sus principales características, está claro que podemos esperar tranquilos durante años, y que se seguirán sumando presos ante la inacción de cada gobierno provincial que pasa.

Me dirán que “está proyectada la construcción de una cárcel en Libres y un lugar de alojamiento de menores en Capital”. El anuncio está, habrá que ver si es la solución.

Me temo que no, y el solo dato de procesados que esperan desesperados la respuesta de la Justicia abona la idea de una inacción estatal absoluta.

Vale subrayar, en éste último párrafo, que lejos estoy de defender los reclamos de delincuentes y/o propiciar que las personas detenidas

tengan beneficios no acordes con lo que les corresponde por haber delinquido. Sé y estoy convencido que el que se equivocó debe pagar, pero con los parámetros humanos que están determinados en la Justicia. Si seguimos como hasta ahora, las cárceles seguirán siendo la principal fuente de nuevos y cada vez más ‘formados’ delincuentes. Hay que terminar con la inacción


Miércoles, 8 de febrero de 2012

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