¿Existe el orgasmo múltiple masculino? O lo que es lo mismo, ¿puede ser que el hombre tenga más de un orgasmo en una misma relación sexual? Parece que sí. Para lograr el orgasmo múltiple masculino hace falta hacer ejercicios de contracción del músculo pubo-cocígeno
¿Existe el orgasmo múltiple masculino? O lo que es lo mismo, ¿puede ser que el hombre tenga más de un orgasmo en una misma relación sexual? Parece que sí. Para los que no se sitúen en el tema estamos hablando del fenómeno vulgarmente llamado “tres y sin sacarla”, del que algunos hablan por ahí. Pues bien, así como sucede con el multiorgasmo femenino, los sexólogos no se ponen de acuerdo. Para unos, el orgasmo múltiple masculino no es más que la conexión de episodios pre-orgásmicos. Lo que vendrían a ser picos de excitación sexual que desencadenan en un gran orgasmo final, con su correspondiente y definitiva eyaculación.
Pero existe otro grupo de expertos que asegura que los orgasmos en serie existen y no deberían confundirse para nada con los “episodios pre-orgásmicos” ya introducidos. En efecto, hay técnicas orientales basadas en el sexo tántrico que buscan el conocido “coito reservado” o “orgasmo seco”. Es decir, que el hombre tenga varios orgasmos consecutivos sin expulsión de semen. El varón tiene la sensación del orgasmo y las contracciones de los músculos típicos de él, pero no expulsa el semen. Y al reservarlo, puede lograr tener orgasmos consecutivos plenos.
Aunque no es cosa que se aprenda de un día para otro, sexólogos como el argentino Ezequiel López Peralta aseguran que cualquier barón puede aprender a hacerlo si se toma el trabajo de llevar a cabo todas las técnicas pertinentes. Una buena forma de lograrlo sería realizando series de ejercicios Kegel con el aumento progresivo del tiempo de contracción. ¿Cómo? Es bastante simple de explicar aunque precisa de mucha práctica: se trata de contraer el músculo pubo-coccígeo como si quisiéramos cortar la orina. Durante las primeras semanas se deberían realizar entre 20 y 25 contracciones diarias. Y en la cuarta semana se tendría que mantener la contracción durante dos segundos. A medida que pasen los días, se trataría de aumentar el tiempo en 5 y 10 segundos.
Pero esto es sólo la primera parte. Una vez el músuclo pubo-coccígeno está debidamente ejercitado hace falta contraerlo durante el acto sexual, acompañándolo de respiraciones profundas cada vez que el umbral de excitación se vaya incrementando. Los sexólogos recomiendan ir poco a poco. Cuando el nivel de excitación haya aumentado tanto que la eyaculación sea inminente, lo interrumpimos súbitamente con una gran contracción acompañada de una inspiración respiratoria muy profunda. Dicen que el orgasmo puede ser cósmico, sin derramar una gota de semen.
Aún así, cabe añadir que existe bastante discrepancia en el entorno médico en relación a la seguridad de esta práctica ya que ciertos especialistas dicen que cortar el flujo brúscamente puede causar infecciones renales o estrés en los conductos seminales. Está por probar.
Lo que está claro, a pesar de todo, es que eyaculación y orgasmo son conceptos que no van necesariamente atados. Desligarlos, ya está en vuestras manos.
Martes, 9 de noviembre de 2010