Si el tedio o la rutina se están convirtiendo en el “tercer compañero de viaje” de los dos que forman la pareja, es el momento de recuperar la iniciativa para recuperar la ilusión.
Falta de comunicación, vida rutinaria, pequeños y grandes reproches, aburrimiento. Cuando se instala el desencanto en la pareja hay que tener en cuenta una idea fundamental: la vida amorosa es algo imprescindible y urgente como el resto de las prioridades que figuran en nuestra agenda y debemos abordarla.
A pocas realidades humanas se pueden aplicar con tanto acierto el ejemplo de “regar la plantita” como a la vida en pareja. Si no la regamos y mimamos como hicimos esmeradamente al principio, para que floreciera, tarde o temprano terminará por marchitarse. Y hay que estar atenta, porque el descuido tiene un punto de no retorno más allá del cual es muy improbable salvar a la planta.
Nada de culpables
Otro proverbio aplicable a la solución de la monotonía amorosa dice que “si no desviamos nuestros pasos acabaremos en el lugar al que nos dirigimos”. En este caso se trata obviamente de la ruptura de la relación. Los expertos formulan algunas recomendaciones para corregir el rumbo antes de que sea demasiado tarde.
Si tienes la sensación de que ya no tenéis mucho que deciros, que el sexo ha dejado de ser estimulante o que necesitáis la presencia de otras personas para pasároslo bien, es probable que la monotonía y el consiguiente aburrimiento se estén convirtiendo en una amenaza para la relación. ¡Hay que actuar sin pérdida de tiempo, poniendo manos –y todo lo que haga falta- a la obra!.
Lo primero es evitar caer en la trampa de echarle la culpa al otro miembro de la pareja o en sentirse el exclusivo culpable del deterioro: la mayoría de las veces son ambos los responsables de haberse deslizado por la pendiente del desgano amoroso.
El segundo paso consiste en recuperar la vida personal.
Aunque parezca una contradicción, comenzar a hacer cosas nuevas y estimulantes por separado, puede ser un buen comienzo para acabar con la monotonía, porque muchas parejas se fusionan en una sola “entidad” entrando en una especie de simbiosis, que acaba con el interés que puedan sentir el uno por el otro.
En cambio, si cada uno dispone de un dinamismo e independencia personal siempre habrá algo que compartir.
Jueves, 9 de diciembre de 2010