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Política
Mañana empiezan los dos años que faltan
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Domingo, 17 de noviembre de 2013

(17-11-13): Vuelve CFK. Duran Barba y la Catedral. Se desinfló lo de Seychelles y Hubrys. Ahora vivimos entre Ciudad Juárez y la enfermedad de Pick. La Presidenta retoma sus actividades con un 53% de imagen positiva. Después de cinco semanas, cumplido el posoperatorio que la mantuvo alejada de la escena pública, Cristina Fernández de Kirchner se reintegra a partir de mañana paulatinamente a sus funciones como jefa de Estado.

En el medio pasó de todo y, a la vez, nada espectacularmente grave sucedió. El panorama con el que va a encontrarse la presidenta es, en líneas generales, bastante parecido al que dejó cuando entró en el quirófano, aunque no será exactamente un calco. En su ausencia, Sergio Massa le ganó a Martín Insaurralde estirando un poco más la diferencia que había sacado en las PASO y la Corte Suprema de Justicia dictaminó que la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual es enteramente constitucional, culminando con cuatro años de intensa batalla legal. Era esperable una elección de medio término con datos menos favorables para el oficialismo que los obtenidos en las presidenciales de 2011 y era mucho menos pronosticable que el máximo tribunal le diera la razón al gobierno con la Ley de Medios. Cuando se pasa en limpio lo sucedido, hay que apuntar que, aun con la victoria por diez puntos del tigrense en territorio bonaerense, la sociedad decidió no quitarle las mayorías parlamentarias al kirchnerismo, que las leyes económicas clave de 2014 (presupuesto, ley de cheque y emergencia económica) ya fueron sancionadas y que el fallo cortesano aportó un innegable oxígeno a la gobernabilidad, protegiendo así a la instituciones democráticas de una crisis cuyos únicos beneficiarios concretos eran los sectores corporativos de cuño antidemocrático.

Por lo demás, la agenda mediática dominante sigue orbitando alrededor de las noticias catastróficas que procuran alimentar la desconfianza social y minar cualquier certidumbre política. Son maniáticos, no hay nada que hacerle. Del Síndrome de Hubrys pasamos a la Enfermedad de Pick. No buscan partes médicos, quieren certificados de defunción. Eso sí, la cotización del dólar blue resignó algo –no mucho– de espacio frente al flagelo del narcotráfico, que pasó de los escándalos de Rosario y Córdoba con graves implicancias policiales y políticas provinciales a la escala nacional, merced a un documento eclesial y una definición en igual sentido de la Corte, que catapultó la temática a las tapas de los dos diarios hegemónicos, reinaugurando la temporada de opiniones facilistas: en octubre, era el lavado de dinero en las Islas Seychelles (denuncia finalmente desestimada por la justicia esta semana); ahora es el derribo de aviones que entran por la frontera norte.

De la noche a la mañana, casi, los argentinos se levantaron viviendo en Ciudad Juárez. Ni tanto, ni tan poco. El narcotráfico existe, negarlo es una tontería; convertirlo en un debate sobre baterías antiaéreas, un abordaje igualmente poco serio. Cuando Massa y Daniel Scioli proponen el debate por el derribo, olvidan que los últimos narcos detenidos en los countries en el distrito de Tigre vuelan en primera de aviones de línea y que lo más parecido a un cártel operando fuertemente en el suelo bonaerense que gobierna Scioli –al estilo de lo que ocurre dramáticamente en el Gran Rosario– puede advertirse en el partido de San Martín, donde talla como intendente su socio Gabriel Katopodis. A propósito, el ataque que recibió la procuradora Alejandra Gils Carbó por decir que está a favor de la despenalización de los consumidores y en contra de la legalización de las drogas fue sumamente injusto. Es la primera jefa del Ministerio Público en crear una fiscalía específica para combatir la narcocriminalidad, mucho antes de que la Corte saliera, como sale ahora, a golpearse el pecho por el mismo asunto.

En el medio, lo que prometía ser una sanción internacional de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) por la supuesta falta de libertad de expresión en la Argentina –motorizada por Joaquín Morales Solá y Magdalena Ruiz Guiñazú–, naufragó en parte por el efecto vivificante del fallo por la Ley de Medios que reivindicó el papel del Estado como regulador del derecho a la comunicación frente a los monopolios y medios concentrados y, en mayor medida, por la inconsistencia de la denuncia, que quedó licuada en un párrafo ambiguo del extenso informe de 60 páginas que produjo la propia CIDH, que sólo mostró algo de preocupación por las críticas que recibieron los periodistas de Perfil y La Nación a su decisión de comparecer en Washington, lo cual puede gustar más o menos –en particular, la descalificación a Ruiz Guiñazú, de quien se puede tomar legítimamente distancia por sus actuales posturas políticas, sin dejar de reconocer sus actos valerosos del pasado, en oposición a los de Morales Solá, por ejemplo–, pero que también es parte del derecho a expresarse de los que piensan distinto a Morales Solá y Madgalena. Lo concreto es que la CIDH no va a abrir investigación alguna ni monitoreo puntual sobre las presuntas amenazas a la libertad de expresión en la Argentina.

La expectativa por volver a ver a la presidenta en funciones es muy alta. Desde ya que, aun el antikirchnerismo racional, quiere verla recuperada.

De lo más grave, igual de repudiable que la reivindicación "espectacular" de Adolf Hitler que hizo Jaime Duran Barba, el asesor de Mauricio Macri, puede mencionarse la irrupción en la catedral metropolitana de grupos católicos fascistas contra la ceremonia interreligiosa evocando La Noche de los Cristales Rotos, paso fundamental de la política antisemita y racista del Tercer Reich que acabaría con la vida de 6 millones de judíos en Europa durante la Segunda Guerra Mundial. Eran un puñado, bastante exaltado, con sus boinas rojas y su frenético rezo del rosario. La pregunta inquietante es a cuántos otros representan en sus diatribas e impulsos violentos. No eran viejos, eran jóvenes. Se ve que a la derecha del Papa Francisco no está la pared. Hasta el disidente del peronismo Eduardo Amadeo, que no es Camilo Torres, se asustó por la escena. La intolerancia de los sectores reaccionarios en la Argentina, de todos modos, no merece un tratamiento liviano. Cruzados como estos, puestos a ocupar o influir sobre las jefaturas de las Fuerzas Armadas de los ´70, justificaron en el altar divino la masacre de toda una generación. Un baño de sangre purificador que sentó las bases del Estado terrorista. Desde la Revista Cabildo luego dijeron que Raúl Alfonsín era comunista y judío en los ´80, de igual modo que hoy califican a Cristina Kirchner de montonera y atea. Parecen pocos, quizá lo sean, pero sus postulados lunáticos atraviesan peligrosamente el discurso público emitido por comunicadores y políticos que lo naturalizan de manera banal, que son de derecha y reaccionarios, pero suelen opinar desde una neutralidad prefabricada. ¿Cómo se los puede identificar? Es fácil: son los que sugieren que en Ecuador la palabra "espectacular" no quiere decir lo que dice en castellano pretendiendo justificar lo injustificable, asocian el gobierno democrático a una dictadura, usan de modo macartista el adjetivo "comunista" y pregonan que los organismos de Derechos Humanos están cooptados por el demonio más malo que existió hace 35 años. Disimulan, matizan, claro, después de tres décadas de democracia ininterrumpida, aun los reaccionarios de derecha que no quieren quedar pegados a la derecha reaccionaria. Para eso está Mariano Grondona, aunque después vayan de invitados felices a su programa.

Es un triunfo de las libertades, sin ninguna duda, que se esfuercen en camuflar lo que son y que hayan aprendido algo de modales. Aunque convendría aclarar que esa prevención los habilita como sujetos simplemente ubicuos, no más tolerantes, ni más democráticos, ni menos peligrosos. Si el contexto de la Argentina fuera otro, correrían a ser intendentes civiles del nuevo proceso de organización nacional. Sólo hace falta un poco de memoria, más que agudeza imaginativa, para poder verlos caminar en un futuro improbable.

Volviendo al retorno de Cristina Kirchner, ojalá la lejanía, la toma de distancia, la perspectiva del panóptico visual, le haya servido para detectar qué cosas suceden por fuera de los asuntos importantes de la administración cotidiana del Estado que tanto la ocupan. Al correrse del atril, algunos funcionarios se vieron en la incómoda tarea de operar sin su aval explícito previo. Hayan o no hablado en privado, esta vez la presidenta no apareció en público para certificarles que hacían lo correcto. No está mal. No hubo caos. El país no colapsó. El shock que significó el paso de la presencia casi diaria de la mandataria a su silencio de un mes y medio donde incluso congeló su cuenta de Twitter fue, en principio, sólo eso: una sorpresa que luego derivó en rutina. La experiencia confirmó tres cosas: que la impronta presidencial es única, que el sentido de las acciones oficiales es inalterable y que los editores opositores fueron los que padecieron la falta de la figura que habitualmente concentra sus ataques más encarnizados. Amado Boudou, Juan Manuel Abal Medina, Carlos Zanini, Agustín Rossi, Florencio Randazzo y Martín Sabbatella, con sus diferentes estilos y responsabilidades, despejaron los nubarrones de eventual desgobierno que agitó el antikirchnerismo cuando se supo de la operación. Se calzaron la gestión al hombro. Atravesaron un momento difícil, sin desbarrancar. También la juventud tuvo un papel relevante en las masividades desplegadas durante el acto del 17 de octubre en Plaza de Mayo. La invisibilización mediática fue inversamente proporcional a su entrañable contundencia.

No ocurrió lo mismo con los gobernadores e intendentes que comenzaron a sacarse los ojos con los resultados electorales arriba de la mesa. La disputa al interior del pejotismo por ver quién o quiénes ocupan espacios expectantes con la cabeza puesta en 2015 los desnudó como una maquinaria indolente, cuando no como vanidosos concursantes en un desfile de cargos reales o imaginarios. Hay un sector del PJ que actúa como el antiperonismo desea que lo haga: con una desmedida vocación por la supervivencia personal. Si Sergio Massa los aventaja moralmente en algo es que, al menos, para dejar de vivar falsamente a Cristina y criticar despiadadamente a La Cámpora y a Moreno, decidió abandonar el peronismo. Los otros, en cambio, murmuran desde adentro cosas parecidas mientras juran una lealtad de inaudible convicción. El revés de la trama tampoco es auspicioso: núcleos del kirchnerismo no peronista ven en cada tumulto la confirmación de que el dispositivo político que tejió Néstor Kirchner en vida entró en fase de declinación. Así como hay un peronismo que vive obsesionado por alambrar el territorio y asegurarse la propiedad de los emblemas partidocráticos, existe también un progresismo sólo preocupado por los insumos narrativos simbólicos y estéticos del modelo nacido en 2003. Exagerando, son las dos caras de una misma acechanza: el debilitamiento de la musculatura política kirchnerista de cara a los dos años que se avecinan.

En el plano económico, la merma de las reservas del Banco Central se volvió un tema sensible. La sociedad escucha pronósticos oscuros a diario. En los canales de TV predomina el análisis opositor. No aparecen voces oficiales con la potencia necesaria para replicar el discurso único instalado, con su sensación pegajosa de deriva contante. Ya no es sólo el lobby devaluador, ni siquiera el petardeo constante de AEA –que incluso fracasó en el armado del fragote empresario antikirchnerista esta semana–, es otra cosa: una especie de monólogo tremendista que se convirtió en la partitura legitimada por ausencia de una música alternativa que se escuche más clara y más fuerte. Se reproducen argumentos esquizoides y se habla de situaciones contradictorias. Se mezclan la suba de la carne con la injusticia de un dólar tarjeta que permite comprar autos importados de alta gama, las mejores opciones para invertir los pesos sobrantes con la histeria por una inflación descontrolada. Cualquier sobremesa de la clase media está atravesada por estas discusiones. El común denominador es el malestar. Otra vez, se habla de Chile, de Uruguay o de Brasil como ejemplos de lo que debe hacerse en oposición a lo que se hace acá. No hay ningún tipo de espacio para preguntas obvias: si todo fuera tan genial con la derecha chilena gobernando, ¿por qué vuelve arrasando Michelle Bachelet? Si en el país oriental todo es felicidad, ¿por qué una milanesa con fritas cuesta 130 pesos argentinos, con sueldos muy inferiores a los que se pagan en la Argentina medido en dólares? Si en Brasil las cosas marchan bien, ¿por qué hubo protestas tan masivas hace dos meses y las automotrices ralentizan la producción? No importa. Lo que llega desde afuera, lo que los medios reproducen, los lugares comunes repetidos hasta la sequedad de la saliva por los comentaristas televisivos, es que afuera es el paraíso y esto, lo más parecido al infierno. Pero cuidado, lo llamativo no es que circulen barbaridades como si fuesen verdades incontrastables, eso ya es parte del folclore de los últimos años, lo curioso es que no haya voces articuladas que salgan al cruce para neutralizarlas y bajar la ansiedad social sobre estos temas. Si eso no ocurre pronto, José Luis Espert va a pasar de pintoresco personaje nostálgico del neoliberalismo de los ´90 a salvador de la patria dolarizada. La disputa, en ese caso, no va a ser sobre modelos económicos más o menos incluyentes. Va a ser entre los que explican algo aunque sea malo y los que no explican nada, nada de nada, convirtiendo la economía en una variante del esoterismo. El esfuerzo de Mercedes Marcó del Pont, titular del BCRA, por poner palabras donde no las había durante un encuentro con 500 economistas, es encomiable. Pero no es la ministra de Economía.

La expectativa por volver a ver a la presidenta en funciones es muy alta. Desde ya que, aun el antikirchnerismo racional, quiere verla recuperada. Eso no quita que existan, de parte de algunos opositores, hirientes comparaciones entre su estado de salud y la vitalidad del ciclo institucional. La idea de que para curarse tiene que dejar todo lo que le provoque estrés, y que el mayor causante de estrés es, precisamente, la acción misma de gobierno, no es otra cosa que un pedido solapado de deserción anticipada. Jorge Giacobbe, titular de Giacobbe Consultores, desde Clarín, dijo: "Me parece que no se puede hablar de la vuelta de Cristina, porque no vuelve Cristina sino un trozo de ella." Lo dicho: no quieren partes médicos, que los hubo, quieren algo así como la extremaunción política en vida.

Eso, el final de todo este proceso, es lo único que no va a pasar, salvo que la intervención quirúrgica haya sido para transformar a la presidenta en otra persona. Una que no es.

Mañana, entonces, empiezan los dos años que faltan, le duela a quien le duela .

Memoria, el día de la militancia

Hoy se cumplen 41 años del primer retorno de Juan Domingo Perón a la patria después de un largo exilio de 18 años motivados por la proscripción aplicada por la Argentina oligárquica, liberal y antidemocrática. Es una fecha simbólica, clave en el calendario nacional y popular. Hito del compromiso a través del tiempo, la lucha clandestina y la lealtad al líder pese a las persecuciones. A los muertos, presos y torturados que entregaron todo por el regreso definitivo del General, y a sus familias, vayan estas líneas como reconocimiento a una gesta heroica y silenciosa que no ocupa espacio en los diarios que pregonan el olvido como toda solución a sus propias inconsecuencias en defensa de las libertades de todos los argentinos, incluidos los peronistas.

Impugna que algo queda

La UCR y el PRO impugnaron la prolongación del mandato de Martín Sabbatella al frente de la AFSCA propuesta por la presidenta. Nunca leyeron la ley. Los partidos no pueden impugnar, sólo la sociedad civil; lo que hacen, entonces, es una operación mediática, que encuentra en las páginas de Clarín y La Nación su soporte masificante. A lo sumo, en la Comisión Bicameral pueden votar en contra. Todo indica que Sabbatella, que logró finalmente la constitucionalidad plena de la ley, seguirá al frente de la AFSCA. Deberían, radicales y macristas, ocuparse más del candidato del FAP-GEN si es que –como dicen ahora, después de haber batallado incansablemente por lo contrario–, pretenden que la ley se aplique en su totalidad. Gerardo Milman ha dicho públicamente que la ley le parece inútil, obsoleta e inservible. Esa postura no le impidió candidatearse como integrante del directorio cuando se vence en diciembre su mandato como diputado. Milman pasaría de cobrar en Diputados a cobrar como director en la AFSCA, siempre que la presidenta lo avale, no sea cosa de quedarse sin salario, a propuesta de la tercera minoría. Acepta un cargo creado por una norma en la que no creyó ni cree. Se trata del mismo diputado que amplificó y agitó el supuesto escándalo de las Islas Seychelles, que la justicia federal desestimó esta semana. Ahora, para conseguirse un trabajo, depende de la firma de la presidenta, la misma a la que acusó de encabezar el gobierno más corrupto de la historia argentina después de la dictadura. Las vueltas de la vida.


Domingo, 17 de noviembre de 2013

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