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Salud - Sexo
Salud sexual: El estrés y el buen sexo, ¿enemigos?
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Martes, 12 de mayo de 2009

El estrés es uno de los factores que más influye en las relaciones sexuales, pudiendo originar serios trastornos bien porque provoque su aparición o bien porque agrave un trastorno desarrollado por otras causas.
Como consecuencia de la exposición a situaciones estresantes, tanto los varones como las mujeres pueden presentar dificultades para obtener una adecuada respuesta sexual, originando alteraciones del deseo, dificultades en la excitación y en la erección, situaciones de eyaculación precoz, coito doloroso, vaginismo, etc.


Así mismo, una situación sexual puede convertirse o ser evaluada como estresante por múltiples razones, entre ellas el temor al fracaso, excesivas exigencias sexuales, conflictos de pareja, miedo al embarazo o a la transmisión sexual de enfermedades, ansiedad, incapacidad para disfrutar de las sensaciones eróticas, preocupación obsesiva por lograr un rendimiento sexual adecuado, etc.

Estar observándose constantemente y no centrarse en disfrutar de la relación, junto con la ansiedad que acompaña a esta situación pueden provocar la aparición de disfunciones y trastornos sexuales y agravar los existentes.

En general, las primeras relaciones sexuales coitales se suelen vivir como estresantes, en especial por el posible desequilibrio entre las demandas de la situación y la percepción de los propios recursos, o como consecuencia de una inadecuada educación sexual que hace que las relaciones sexuales se perciban de forma negativa culpabilizando todo lo relacionado con el sexo, por lo que cargan de ansiedad y culpa facilitando el desarrollo de problemas.

Experiencias sexuales anteriores asociadas a miedo, ansiedad, fracaso y frustración, pueden hacer que cualquier estímulo o situación que permita prever o evaluar la inminencia de una relación sexual se convierta en aversiva y se trate de evitar.

Esto provoca el abandono de la actividad sexual, dado lo frustrante que se anticipa que puede resultar, debido a la experiencia negativa anterior, el miedo al dolor, la preocupación por lograr un rendimiento adecuado, un episodio de impotencia anterior, etc., haciendo que la persona se dedique principalmente a autoobservarse en lugar de disfrutar de la relación.

En consecuencia, la relación sexual será evaluada cada vez como más estresante, lo que originará mayores dificultades. En estos casos suelen ser necesarios tratamientos psicológicos para solucionar el problema.

Posibles situaciones estresantes

- Sucesos vitales intensos y extraordinarios como casarse, separarse, sufrir un accidente, pérdida del empleo, muerte de algún familiar, etc.

- Sucesos cotidianos estresantes como dolores de cabeza, discusiones, ruidos, el trabajo, etc.

- Situaciones de tensión crónica como enfermedades prolongadas, conflictos de pareja continuos, ambiente laboral conflictivo, etc.


Martes, 12 de mayo de 2009

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