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Interés General
Para nuestros amigos, cuentos de amigos
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Lunes, 20 de julio de 2009

Son muchas las leyendas, cuentos y fábulas sobre la amistad, acaá les brindamos algunas, pero lo que es verdaderamente importante es que cada uno de nosotros las puede hacer propias. Feliz día!!!

Dice una linda leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto y en un determinado punto del viaje discutieron. El otro, ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena:
Hoy, mi mejor amigo me pego una bofetada en el rostro.

Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde resolvieron bañarse. El que había sido abofeteado y lastimado comenzó a ahogarse, siendo salvado por el amigo.

Al recuperarse tomó un estilete y escribió en una piedra:
Hoy, mi mejor amigo me salvo la vida.

Intrigado, el amigo preguntó:
¿Por qué después que te lastimé, escribiste en la arena y ahora escribes en una piedra?
Sonriendo, el otro amigo respondió:
Cuando un gran amigo nos ofende, deberemos escribir en la arena donde el viento del olvido y el perdón se encargarán de borrarlo y apagarlo; por otro lado cuando nos pase algo grandioso, deberemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón donde viento ninguno en todo el mundo podrá borrarlo.

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Se cuenta que cierto emperador chino, cuando le avisaron que en una de las provincias de su imperio había una insurrección, dijo a los ministros de su gobierno y a los jefes militares que lo rodeaban: "Vamos. Seguidme. Pronto destruiré a mis enemigos."
Cuando el emperador y sus tropas llegaron a donde estaban los rebeldes, él trató afablemente a éstos, quienes, por gratitud, se sometieron a él de nuevo.

Todos los que formaban el séquito del emperador pensaron que él ordenaría la inmediata ejecución de todos aquellos que se habían sublevado contra él; pero se sorprendieron en gran manera al ver que el emperador trataba humanitariamente y hasta con cariño a quienes habían sido rebeldes.

Entonces el primer ministro preguntó con enojo al emperador:
¿De esta manera cumple vuestra Excelencia su promesa? Dijisteis que veníamos a destruir a vuestros enemigos. Y los habéis perdonado a todos, y a muchos hasta con cariño los habéis tratado.
Entonces el emperador, con actitud generosa, dijo:
Os prometí destruir a mis enemigos; y todos vosotros veis que ya nadie es enemigo mío: a todos los he hecho mis amigos.

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A un oasis llega un joven, toma agua, se asea y pregunta a un viejecito que se encuentra descansando: ¿Qué clase de personas hay aquí?

El anciano le pregunta: ¿Qué clase de gente había en el lugar de donde tú vienes?
"Oh, un grupo de egoístas y malvados" replicó el joven.
"Estoy encantado de haberme ido de allí".
A lo cual el anciano comentó: "Lo mismo habrás de encontrar aquí".

Ese mismo día, otro joven se acercó a beber agua al oasis, y viendo al anciano, preguntó:
¿Qué clase de personas viven en este lugar?

El viejo respondió con la misma pregunta: ¿Qué clase de personas viven en el lugar de donde tú vienes?
"Un magnífico grupo de personas, honestas, amigables, hospitalarias, me duele mucho haberlos dejado".

"Lo mismo encontrarás tú aquí", respondió el anciano.
Un hombre que había escuchado ambas conversaciones le preguntó al viejo:
¿Cómo es posible dar dos respuestas tan diferentes a la misma pregunta?

A lo cuál el viejo contestó:
Cada uno lleva en su corazón el medio ambiente donde vive. Aquel que no encontró nada bueno en los lugares donde estuvo no podrá encontrar otra cosa aquí.
Aquel que encontró amigos allá podrá encontrar amigos acá.

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Había una vez un hombre llamado Fleming, agricultor pobre de Inglaterra.

Un día mientras trataba de ganarse la vida para su familia, escuchó a alguien pidiendo ayuda desde un pantano cercano. Inmediatamente soltó sus herramientas y corrió hacia el pantano.

Allí, enterrado hasta la cintura en el lodo negro, estaba un niño aterrorizado, gritando luchando tratando de liberarse del lodo. El agricultor Fleming salvo al niño de lo que pudo ser una muerte lenta terrible.

Al día siguiente, un carruaje muy pomposo llegó hasta los predios del agricultor inglés.

Un noble inglés, elegantemente vestido, se bajó del vehículo y se presentó a si mismo como el padre del niño que Fleming había salvado.

"Yo quiero recompensarle," dijo el noble inglés. "Usted salvó la vida de mi hijo."

"No, yo no puedo aceptar una recompensa por lo que hice," respondió el agricultor inglés, rechazando la oferta.

En ese momento el propio hijo del agricultor salió a la puerta de la casa de la familia.
"¿Es ese su hijo?" le preguntó el noble inglés.
"Si," -respondió el agricultor lleno de orgullo.

"Le voy a proponer un trato: Déjeme llevarme a su hijo y ofrecerle una buena educación. Si él es parecido a su padre crecerá hasta convertirse en un hombre del cual usted estará muy orgulloso."

El agricultor aceptó.
Con el paso del tiempo, el hijo de Fleming el agricultor se graduó en la Escuela de medicina de St. Mary´s Hospital en Londres, y se convirtió en un personaje conocido a través del mundo, el notorio

Sir Alexander Fleming, el descubridor de la Penicilina.
Algunos años después, el hijo del noble inglés, cayó enfermo de pulmonía.
¿Qué lo salvó?: La Penicilina.
¿El nombre del noble inglés? Randolph Churchill.
¿El nombre de su hijo? Sir Winston Churchill.
Alguien dijo una vez: "Siempre recibimos a cambio lo mismo que ofrecemos."


Lunes, 20 de julio de 2009

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