El lider venezolano no ahorró ningún elogio a la pareja presidencial, comparó la actitud del campo con un golpe de Estado y reivindicó a Perón. Siempre juntos. Los presidentes terminaron la tarde juntos y recorrieron el proyecto de construcción de viviendas sociales de Hebe de Bonafini en Almirante Brown.
Siempre juntos. Los presidentes terminaron la tarde juntos y recorrieron el proyecto de construcción de viviendas sociales de Hebe de Bonafini en Almirante Brown.
El gobierno encontró la pata bolivariana en su proceso de pejotización: “Soy peronista”, gritó Hugo Chávez y su tono caribeño hizo eco en el polideportivo municipal de Almirante Brown, zona pobre con calles de tierra, en el sur bonaerense. Hubo aplausos, ovación y dedos en V de los cuatro mil militantes que coparon el lugar y sonrisas de la presidenta Cristina Fernández, y de su esposo y titular del PJ, Néstor Kirchner, que volvió a acompañarla en una tribuna en el conurbano.
“Te queremos dando la batalla grande, contra la oligarquía”, alentó, cariñoso, Chávez a Cristina. El acto, en términos formales, celebró acuerdos para la construcción en la Argentina, a través de Enarsa y PDVSA, de una refinería de hidrocarburos con una inversión de 1.200 millones de dólares y de una planta de regasificación, con un costo de 600 millones.
Antes, después y durante el discurso de Chávez, que duró 35 minutos –el doble que el de Cristina– el bolivariano le ofrendó besos, abrazos y miradas cómplices a la Presidenta.
De entrada, le reconoció su “entrega, coraje, participación, claridad, entrega, valentía”. Todo de corrido y mirando a los ojos, como si la alentara. “Estamos contigo, Cristina”, dedicó sobre el final.
Cuatro veces invocó Chávez elogiosamente a Juan Domingo Perón, uno de los “gigantes que abrazan el camino”, junto a Simón Bolívar y José de San Martín. Cuando contó que, a raíz de su primera visita al país, en 1994, se llevó un libro con discursos de Perón, llegó la confesión y la explosión popular. “Soy peronista”, arengó y, entonces, se coreó “olé, olé, olé, Hugo, Hugo”.
Chávez volvió a encontrar un paralelo criollo al intento de golpe de Estado que él sufrió hace unos 10 años cuando lo comparó con la protesta de las entidades rurales: “La misma batalla contra la oligarquía, la misma batalla mediática que sufrí yo”.
La presencia del ex presidente no pasó inadvertida para la verborragia del caribeño: y se remontó a la Argentina que “resucitó, rompió las cadenas neoliberales”, aunque ubicó esa bisagra en 2002, cuando Eduardo Duhalde aún era el presidente. Lo enmendó rápido: “Tú llegaste, Néstor, y levantaste a la patria, al pueblo”.
Cristina también utilizó un tramo de su discurso para referirse al conflicto agrario: “me comprometo a poner todo mi trabajo, mi esfuerzo en olvidarme de los que agreden, ofenden y faltan el respeto”. A diferencia de la conferencia de prensa del sábado en la que dijo no arrepentirse “de nada”, ayer hilvanó palabras de humildad: “nadie es perfecto, soy una mujer de carne y hueso, con errores, una mujer simple pero con mayores responsabilidades”.
El polideportivo local estaba repleto: “Somos cinco mil personas”, exageró, no mucho, el intendente kirchnerista Darío Giustozzi. De las organizaciones sociales hubo poca presencia. A Néstor se lo aclamó con fuerza; por momentos, más que a Cristina. Daniel Scioli recibió sus aplausos de rigor, pero no mucho más. Hebe de Bonafini le dio una palmada y Chávez lo saludó con un suelto “querido amigo Scioli”. Incluso, se lo notó algo ajeno al calor del acto partidario, pejotista y bolivariano.
Martes, 5 de agosto de 2008