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Sexualidad
Principales problemas sexuales en las mujeres
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Viernes, 3 de diciembre de 2010

¿Te sientes satisfecha con tu vida sexual? Una vida sexual plena influye positivamente en la salud, las relaciones personales y la autoestima.

Ser consciente de ello, es el primer paso para comprender que si existe algún problema, es necesario acudir al médico para tratarlo adecuadamente.

Según la Asociación Española de la Salud Sexual (AESS), la disminución del deseo sexual y la anorgasmia o dificultad para alcanzar el orgasmo, son los problemas sexuales que más afectan a la mujer. Pero también existen otros no menos importantes como la dispaurenia (dolor durante el coito) y el vaginismo o dificultad para la penetración.

Un estudio realizado en 2006 en las consultas de atención primaria de toda España puso de relieve que el 6,4 por ciento sufre dificultades para la excitación, el 6,3 por ciento complicaciones para llegar al orgasmo, el 4,1 dolor durante el coito y el 2,8 vaginismo.

Todas estas disfunciones que la mujer puede sufrir a cualquier edad, aunque no constituyen una enfermedad aguda como para resolverla rápidamente, sí suponen un acumulo de dolor y frustración importante, por lo que si suceden de manera prolongada en el tiempo acaba por crear conflictos en la relación de pareja. Es importante consultar con un especialista porque son tratables y con muy buenos resultados.

Cuando resuelven el problema, las pacientes afirman que se sienten inhibidas y mejoran la autoestima y el bienestar ante la vida. Además, de este modo, también se evita un nivel de ansiedad y estrés altos, incluso depresiones, que son frecuentes en estos casos.

Cuando no existe deseo

Lo primero es diferenciar el bajo impulso sexual de la falta de deseo, ya que el deseo no tienen que ver con las ganas, es decir, es posible tener deseo de mantener relaciones sexuales pero no tener ganas. Esto sucede sobre todo en parejas que se encuentran con dos o tres hijos en la infancia y que también trabajan fuera. Aunque deseen tener sexo no tienen "fuerzas", lo que reduce las ocasiones.

En cuanto a la falta de deseo suele darse, sobre todo, a partir de la treintena, con los cambios de etapas vitales y coincide con la etapa del embarazo, la maternidad, la crianza, los cambios físicos y la menopausia.

Suele estar muy relacionado con cambios hormonales pero también influyen la depresión, el cansancio, el estrés, los cambios físicos, los problemas en la pareja...

Dos etapas en las que suelen darse casi por motivos muy parecidos son el puerperio o periodo tras el embarazo y en la menopausia. En ambos casos se produce una disminución de los andrógenos, hormona que tiene mucho que ver con el deseo sexual.

La menor cantidad de hormonas también influye en una inhibición de las secreciones vaginales que provocan sequedad vaginal, sensibilidad e irritación. Como aliado contra este síntoma se encuentran los lubricantes vaginales.

También en estas dos etapas se suele producir un cambio físico que hacen que no se sientan demasiado atractivas lo que repercute negativamente en sus relaciones de pareja. Todo ello puede suponer un bajo estado de ánimo y de autoestima que, en ocasiones, se traduce en depresión.

En el caso del posparto, además, la mujer puede sentirse estresada hasta que se adapta a la nueva situación familiar y profesional, situación que se complica si además tiene más hijos a los que atender. Después de tener un bebé la pareja también puede sufrir una falta de intimidad (casi siempre los bebés duermen en la habitación de los padres) que dificulta las relaciones sexuales.

Todas estas situaciones son normales, los problemas llegan cuando pasado cierto tiempo y la pareja no retoma sus relaciones sexuales con normalidad. Entonces es aconsejable que recurran a un especialista que les asesore con el fin de que este problema, de fácil solución, no interfiera en la pareja.

Cuando no se llega al orgasmo

Los problemas de anorgasmia o falta de orgasmo pueden tener un origen orgánico, a consecuencia de enfermedades neurológicas, ginecológicas o endocrinológicas, o motivos psicológicos basados en experiencias sexuales traumáticas, falta de información sexual o monotonía en las relaciones.

Tan sólo en un cinco por ciento de los casos, la anorgasmia es por problemas orgánicos, por lo que sobre todo se debe a una no demasiado buena relación a nivel amatorio o a nivel sexual porque no hay una buena excitación o un encuentro de suficiente calidad para que se llegue a producir el orgasmo.

Un exceso de expectativas, demasiado control, la incapacidad para abandonarse y dejarse llevar... son motivos frecuentes. De hecho, los expertos afirman que el mejor modo de no conseguir un orgasmo es perseguirlo.

La anorgasmia puede afectar de distintos modos a la mujer dependiendo de su personalidad y del tipo de relación de pareja que tiene. Pero, en cualquier caso, uno de los principales sentimientos que suelen aparecer es el de culpa, que afecta a la autoestima, a su autoimagen y a cómo llega a sentirse en su relación de pareja.

A veces la solución a la anorgasmia es tan fácil como tener una información adecuada del funcionamiento de su propio cuerpo, pues en la mayoría de las ocasiones se produce por el desconocimiento y la falta de experiencia sexual en pareja. Pero también puede haber algún trauma más complicado de resolver y que el especialista puede tratar, cuanto antes mejor.

Relaciones sexuales dolorosas

A este problema sexual se le conoce como dispaurenia. Hay mujeres que durante el coito sufren molestias producidas bien por problemas físicos relacionados con infecciones urinarias, lesiones uterinas, una penetración inadecuada... bien con la falta de excitación, falta de interés por su pareja o el estrés.

La dispareunia está muy asociada a dos periodos claros como son el posparto y la menopausia, provocados por el declive de todas las hormonas. Los efectos en las mucosas que provocan sequedad vaginal producen la dispaurenia. El uso de lubricantes genitales, que son de uso en pareja, resulta un solución eficaz.

Miedo a la penetración

El vaginismo se produce por una contracción involuntaria de los músculos pélvicos y la vagina que dificulta o imposibilita la penetración. No sólo se produce vaginismo por la relaciones sexuales sino también puede darse en las exploraciones ginecológicas o en momentos tan usuales como ponerse un tampón.

Existen dos tipos de vaginismo. El primario que es cuando la mujer nunca ha sido capaz de lograr la penetración y el secundario que es cuando previamente ha sido capaz de lograr la penetración vaginal pero de repente se siente incapaz de ello.

Los motivos que lo causan pueden ser muy variados desde el miedo al embarazo, miedo al dolor, prejuicios sexuales o tabúes, malas experiencias sexuales, inseguridad...

La consecuencia más frecuente es la ansiedad y tensión en la mujer, además, es común que la fémina lo viva en silencio por pudor, y tarde tiempo en ponerse en manos de un especialista. Hasta hace unos años esta disfunción se consultaba sobre todo cuando la pareja decidía tener hijos. Hoy día esto está cambiando y son cada vez más las parejas que recurren al especialista para solucionar este problema o dificultad anatómica.

El tratamiento se basa en terapia individual y terapia de pareja en la que se asesora a la pareja y se le dan indicaciones básicas para que poco a poco la mujer vaya superando sus miedos y enriquezca su intimidad. También incluye información sobre la fisiología y la anatomía genital. Los expertos concretan que el tiempo o protocolo terapéutico depende de las características de la pareja y las personalidades de quienes la conforman. Según sea el problema de mujer, puede resolverse el vaginismo.


Viernes, 3 de diciembre de 2010

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