Por Roberto Caballero
En los allanamientos a oficinas del asesor macrista, se secuestraron materiales que lo comprometen con los intereses estratégicos estadounidenses. La campaña anti-Chávez, la demonización de Evo y la imagen del imperio en la Argentina.
Tiempo Argentino
Uno debe imaginarse la escena. La señora que baja el volumen del programa de Viviana Canosa, atiende el teléfono en Wilde y es puesta, casi de la nada, ante el dilema de su vida: “¿Con quién preferiría que se case su hija si tuvieran 20 años: con (Hugo) Chávez u (Barack) Obama?” Suponiendo que la respuesta supere el balbuceo, el interrogatorio sigue: “¿A cuál de los de dos dirigentes preferiría invitar a cenar a su casa?”,“¿Qué opinión tiene de Mahmud Ahmadineyad?”, “¿Está de acuerdo o en desacuerdo con la afirmación de que Irán, Venezuela y Bolivia pretenden combatir la hegemonía estadounidense?” Parece gracioso, pero el cuestionario no es un chiste. Fue elaborado por Jaime Duran Barba para el Comando Sur de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos (US Southern Command) y secuestrado por la justicia en las oficinas de Libertad 1240, sede de Duran Barba & Asoc., en el marco de los allanamientos por la “campaña sucia” contra Daniel Filmus. Son siete páginas, todas ellas con membrete de la empresa encuestadora Informe Confidencial, también propiedad del asesor predilecto de Mauricio Macri.
Ante el general Douglas Fraser, comandante del Comando Sur, Duran Barba se presenta como titular de Información Confidencial: “Hemos invertido a lo largo de las últimas tres décadas en perfeccionar las herramientas de investigación imprescindibles para el éxito de nuestros clientes: empresas, gobiernos, instituciones y campañas electorales” (…) “Conocer qué piensan los ciudadanos acerca de una cuestión concreta en un momento determinado, o la evolución de esa opinión a lo largo del tiempo, permite dirigir el trabajo de la institución de acuerdo a esa tendencia, tranquilizando preocupaciones, solucionando problemas o profundizando en aquellas cuestiones que consideren óptimas y positivas para sus países.”
Luego, el ecuatoriano explica a los militares estadounidenses de qué consta su trabajo: “El sistema de investigación se compone de encuestas sistemáticas, con la periodicidad que más convenga a la institución (diaria, mensual, trimestral, coyuntural); muestra representativa del universo que se quiera investigar: todos los países de Latinoamérica, algunas ciudades, determinadas regiones; y un cuestionario adecuado a cada una de las variables que se considere que sean necesarias medir: seguridad, democracia, percepciones, narcotráfico, información sociodemográfica.”
Ser el cerebro en las sombras de Macri y el estratega oculto de Clarín y La Nación para hacerlos zafar del escándalo Papel Prensa, en teoría, son acciones importantes, pero de cabotaje. Ahora, ofreciéndole sus servicios al Pentágono, el ecuatoriano superó cualquier audacia previa. Con sede en Miami, el Comando Sur es uno de los nueve comandos de combate unificado (Ejército, Armada, Fuerza Aérea y marines) que existen en la órbita del Departamento de Defensa de los Estados Unidos. Su área de influencia llega a 32 países y es el responsable “de la planificación, coordinación y conducción de todas las acciones militares en Centro y Sudamérica, las islas del Caribe y las aguas adyacentes del sur mexicano: son 11.200 kilómetros de norte a sur (incluye la península antártica) y 4800 de este a oeste”, según se desprende de su sitio oficial.
Creado en 1947 para defender “los intereses estadounidenses en la región”, su fachada de penetración incluye el clásico menú de buenas intenciones que Washington declama para el resto del mundo como “proteger las instituciones democráticas”, “asistir a las naciones eliminando sus principales amenazas”, “contribuir al desarrollo social y económico”, “colaborar para eliminar la producción de drogas” y “adiestramiento militar”. De este comando depende, entre otras cosas, la Cuarta Flota, que se volvió a activar en julio de 2008, después de haber estado inactiva durante 58 años, casi a la par de que se conociera la intención de Hugo Chávez (uno de los cortejantes de la hija de 20 años de nuestra encuestada inicial) de adquirir submarinos rusos. Hasta ahora, Washington insiste con que la Cuarta Flota del Comando Sur es algo así como una caravana hippie que arroja flores y ayuda médica a todos los países de la región. Pero el general Fraser, su comandante, cada vez que se presenta ante el Senado estadounidense, no va a cantar “Imagine” de Lennon, sino que informa sobre el peligro y la influencia negativa de Venezuela, Bolivia e Irán, obsesivamente.
Es interesante leer el documento “United States, Southern Command, Strategy 2018 –Partnership for the Américas” (Estados Unidos, Comando Sur, Estrategia 2018 –Cooperación para las Américas”), editado por el Pentágono. En resumidas cuentas, allí se reconoce que la misión del Comando Sur es “realizar operaciones militares y convenios de cooperación para garantizar la seguridad estratégica de los Estados Unidos”. Por supuesto, se enumeran algunos de los problemas que aquejan a los países latinoamericanos, que se podrían resolver, según parece, con la ayuda de sus tropas: “pobreza, corrupción, terrorismo, crimen organizado, tráfico de drogas y desastres naturales”. En ningún momento, se menciona a la ONU, al Mercosur o a la Unasur. Es una propuesta de amor bilateral donde los terceros molestan.
La mirada de “patio trasero” que los EE UU asigna a la región está atravesada por lugares comunes. Algunos son resabios de la guerra fría, como el acoso y bloqueo a Cuba, aunque están los muy actuales, como el no reconocimiento de la democracia venezolana por ser de carácter “plebiscitaria”, la sospecha narco sobre Evo Morales por su pasado sindical cocalero y la eterna denuncia de actividades de financiamiento del terrorismo en la Triple Frontera. En la mayoría de los casos, estos preconceptos están atados al lobby legislativo del complejo militar-industrial para conseguir dinero destinado a programas que combaten lo que existe y lo que no existe también.
Volviendo a Duran Barba, las encuestas para el Comando Sur calzan a la perfección en cada uno de estos prejuicios. Así se los describe Informe Confidencial, cuando puntea las ventajas para la autoridad militar estadounidense de contar con “un proyecto de investigación”:
1) “Contar (con) un termómetro que mida las tendencias de la opinión pública y el humor de los ciudadanos.
2) Conocer la percepción de la gente acerca de los Estados Unidos.
3) Conocer la percepción en materia de seguridad.
4) Conocer la percepción en materia de terrorismo, nacional e internacional.
5) Conocer la percepción en asuntos de narcotráfico.
6) Medir la opinión de los ciudadanos acerca de la calidad de la democracia, el chavismo, el castrismo y otras corrientes de la política regional.”
Duran Barba les plantea que aquello que los EE UU quiera saber, él y su equipo podrán contestarlo. Conoce a fondo las necesidades de los lobbystas que van a pedir más dinero para aventar los peligros al sur del río Bravo. Entonces propone preguntarle a cada encuestado en Buenos Aires, en Lima, o en San Pablo, “si estaría de acuerdo o desacuerdo con la creación de bases militares estadounidenses en su país de residencia”. O, también: “Si estaría de acuerdo con la cooperación militar de los Estados Unidos si su país sufriera una invasión extranjera.”
Hay más, según el material secuestrado por la justicia: “¿Conoce usted qué es la Cuarta Flota estadounidense?”, “¿Usted cree que Hugo Chávez es una influencia positiva o negativa para su país”, “¿Está de acuerdo con la creación de un ejército sudamericano?”, ¿Usted cree que es probable que células de Al Qaeda se estén entrenando en su país?”, “¿Cree que su gobierno encubre el narcotráfico?”, “¿Está de acuerdo con que su país firme tratados con Irán?” y “Algunos dicen que Irán, Venezuela y Bolivia pretenden devolver libertad a sus pueblos. Otros dicen que están asociándose para actos terroristas, ¿con qué posición está más de acuerdo?.”
Una mirada conspirativa sobre este material que Tiempo Argentino ofrece en exclusiva a sus lectores podría relacionar a Mauricio Macri, a los diarios Clarín y La Nación y los intereses estratégicos de Washington para toda la región, a través de Duran Barba.
Pero es demasiado. ¿O no?
Domingo, 13 de noviembre de 2011