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Interés General
Brasil, un socio para el miedo
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Lunes, 20 de octubre de 2008

La crisis que desde hace varias semanas derriba mercados y teorías por igual en los países más poderosos del mundo se ha instalado también en Sudamérica, con Brasil en el papel de protagonista principal y Argentina como actor secundario.

El descalabro global de las finanzas, que por ahora parece inmune a los diferentes planes de salvataje lanzados desde Washington y las capitales europeas, hizo transpirar como nunca a los operadores bursátiles de San Pablo y Buenos Aires, donde las sucesivas caídas son mucho más pronunciadas que los leves repuntes.

Tanto la depreciación del real como la más que segura retracción del producto brasileño son una mala noticia para las cuentas nacionales, que al descenso de los precios internacionales de los commodities tendrá que agregar a la lista de sus preocupaciones la inminente llegada en masa de los productos que fabrica el gran socio del Mercosur. La caída de la competitividad argentina, demasiado atada al tipo de cambio, parece ya inevitable.

Poco tiempo tardó la gran crisis de comienzo de siglo para ensañarse también con los países emergentes, a los que algunos gurúes internacionales habían declarado zona fuera de riesgo. En la región, el descontrol global golpeó sobre todo a Brasil, que a pesar de su sólida macroeconomía sufre como nunca antes el significado de estar plenamente integrado a un mundo interdependiente.

"El país de la región que más está sintiendo el temblor económico mundial es Brasil, no por tener fragilidad en sus cuentas públicas, y sí por la interacción de su economía con el sistema internacional", aseguró Gustavo Segre, especialista en comercio bilateral radicado en San Pablo.

A pesar de ostentar desde hace pocos meses el investment grade, algo así como una medalla a la estabilidad económica que lo declara apto para recibir inversiones externas, Brasil trastabilló como ningún otro país sudamericano con los efectos de la crisis. Dos cuestiones cuyo resultado final aún es incierto parecen centrales por estas horas: saber cuál será la cotización del real cuando amaine la tempestad, y los valores que alcanzará la segura retracción del producto.

Para calmar el juego, el gobierno de Lula lanzó varias medidas que apuntan a aumentar la liquidez y a contener el hundimiento de su moneda. El plan, según explicó Segre, puede resumirse en tres puntos: la liberalización de recursos a través de la flexibilización de los encajes bancarios —que pasó de un 53 por ciento sobre los depósitos a un 42 por ciento—, lo cual liberó unos 160.000 millones de dólares; el uso de reservas para frenar al dólar —con una inyección de 4.000 millones de dólares en la última semana—; y por último un seguimiento cercano de lo que pasa con las tasas a nivel mundial, que hoy siguen siendo en Brasil del 13,75 anual.

Invasión controlada

Indefectiblemente, los vaivenes del real traerán consigo una pérdida de competitividad de los productos argentinos, aunque todavía nadie sabe muy bien estimar en qué proporción. "Inicialmente habrá una diferencia a favor de los productos brasileños, tanto por el aumento de las importaciones de ese origen como por el freno a nuestras propias ventas externas", señaló Daniel Guida, economista y consultor.

La probable entrada de Brasil a una recesión con destino final incierto llevará además a un agravamiento del déficit comercial entre los dos países, lo cuál provocó que los industriales locales reclamaran medidas urgentes al gobierno de Cristina Fernández. Además del previsible reclamo de un ajuste al tipo de cambio para levantar al dólar y planchar los precios de la oferta exportable, el abanico de pedidos incluye también medidas como la puesta en marcha de mecanismos de salvaguarda o directamente aranceles.

"Se trata de lograr una invasión de productos controlada, o mejor todavía acordada entre los dos países", dijo Guida. La posición tomada por los industriales argentinos, que ya tuvo ecos en el Ejecutivo nacional, no fue bien vista desde el otro lado de la frontera.

"La subida del dólar en Brasil generó reclamos por parte de Buenos Aires y del empresariado argentino, pero hay que ser concientes de que es imposible que Argentina sustente su competitividad a largo plazo basándose sólo en el tipo de cambio y en los subsidios. Los industriales brasileños no le reclamaban a la Argentina cuando el real cotizaba a 1,60 dólar", puntualizó Segre, quien reconoció que de todas maneras el desembarco manufacturero brasileño es inevitable, ya que los recortes en las compras de sus principales clientes —Estados Unidos y Europa— dejarán un excedente que casi naturalmente vendrá a parar al mercado argentino.

De todos modos, la titular de la Agencia Nacional de Desarrollo de Inversiones, dependiente del Ministerio de Economía de la Nación, señaló que aunque el tipo de cambio es un tema a atender en el vecino país, pese a la devaluación del real en las últimas semanas en general no se vio una avalancha exportadora de Brasil y señaló que eso obedece a que las empresas de ese país dependen mucho del crédito para prefinanciar exportaciones, algo que se vio resentido por la crisis financiera internacional. "La crisis recortó el financiamiento y las empresas no se vieron con la liquidez suficiente como para salir en una avalancha exportadora", puntualizó la funcionaria.

Malas noticias

Después del paro del campo, la sequía y la falta de consenso para sacar la reforma tributaria, la caja santafesina sufrirá también por la merma de ventas externas al gran vecino. Aunque después del auge de las ventas de soja a China el país asiático se convirtió en el principal comprador de las manufacturas de origen agropecuario (MOA), Brasil sigue siendo un importante comprador de las manufacturas industriales elaboradas en territorio provincial.

Según datos estadísticos del gobierno, entre enero y julio de este año Santa Fe exportó a ese país por 903 millones de dólares, de los cuáles 563 millones corresponden a manufacturas de origen industrial, 102 a cereales y 88 a lácteos y harina. Ese patrón exportador de perfil más bien industrialista coloca a Santa Fe en una situación delicada, ya que la diferencia cambiaria entre peso y real facilitará la invasión de los productos brasileños que su propia demanda interna no absorberá por la contracción económica.

En opinión de Guida, durante mucho tiempo economista de referencia de la Federación Industrial de Santa Fe (Fisfe), los sectores de la economía regional que quedarán más expuestos por esa situación serán los de maquinaria agrícola, los insumos y commodities y las automotrices.

"Son los sectores con mayor sensibilidad, y donde más fuerte puede pegar la crisis", advirtió. Algo parecido ocurrirá con las firmas de capital brasileño que operan acá, como es el caso de varias autopartistas, siderúrgicas, petroleras, frigoríficas, metalmecánicas y de máquinas agrícolas.

"Es muy probable que esas empresas se vuelvan mucho más conservadoras a la hora de planear inversiones, ya que el escenario es muy complicado y el costo del financiamiento pasó de un 7 por ciento a un 10 o un 15", argumentó Gastón Subirá, economista local que conoce de cerca la realidad de las firmas brasileñas.

Según Subirá, una posibilidad es que aquellas firmas que logren generar liquidez en Brasil prefieran comprar antes que lanzarse a invertir. "Durante una crisis, ganan los que tienen ahorros o los que consiguen liquidez", sintetizó.


Lunes, 20 de octubre de 2008

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