Por Daniel Caram
Al Ministro de Salud de la Provincia, digo… ya a esta altura ‘el burlón’ de turno de las instituciones, y perverso ejemplo de la irrespetuosidad absoluta. Le da lo mismo cualquier cosa al hombre, que en su momento dijo algo grave y deplorable, y después intentó endilgar a los medios supuestas ‘malas interpretaciones’ cuando sus palabras fueron contundentes denigrando hasta el fondo la dignidad de toda mujer.
Le da lo mismo que lo invite la dícese Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Corrientes, o la subcomisión de tatetí del más despreciado club barrial. Un ejemplo del submundo, el hombre que ostenta el título de médico, y que uno supone debe ser la antítesis de muchos otros profesionales médicos que salvan vidas, y trabajan por dignificar su tarea, como queda demostrado cada día en nuestros siempre alabados hospitales públicos.
La postura del Ministro causa indignación, pero no debe sorprender en el común contexto de una clase de funcionarios para los que la postura de los señores elegidos por el pueblo no es más que “una despreciable postura política”.
No es un detalle menor que algunos legisladores ‘minimicen’ el faltazo del hombre fuerte de Mayo y Córdoba. Porque son más de lo mismo.
Justifican lo injustificable, hasta aceptar como válida la excusa esgrimida por el señor Ministro a través de una nota firmada por un secretario.
Nefasto, deplorable, indignante.
Valen adjetivos y duele tener que utilizarlos. Pero todo es parte del cóctel explosivo de una política que con éstas actitudes se aleja cada vez más de la gente.
El lamentable ‘todo vale’. O ‘nada vale’, si se lo mira desde otro lado.
Sábado, 14 de abril de 2012