La fecha nos convoca.
Allá lejos y hace tiempo, Rosario Vera Peñaloza abrazó la causa de la educación a la infancia.
Era aquella una época de menguado protagonismo público de la mujer. Rosarito recorrió caminos... a partir de la idea de la maestra... y recogiendo los principios de grandes pedagogos de entonces, se abocó a los más pequeños.
Voluntad, ciencia, amplitud de criterio y audacia.
Ha pasado mucho tiempo.
¿Qué espacios llena hoy el Jardín de Infantes?
Indudablemente que no es el mismo, tampoco es el mismo niño, ni sus familias, ni la sociedad con sus exigencias laborales, ni la docente: la maestra jardinera.
Todo esto cambió y las necesidades también.
Hoy, el Jardín de Infantes se plantea desde lo educativo como una instancia de conocimiento profundo del niño y su estimulación en una edad mucho más temprana que entonces.
Las familias presentan una constitución diferente. La familia numerosa se redujo, igualmente la “parentela” que rodeaba y contenía a los chicos hasta que empezaban la escuela, también se achicaron las casas, los ambientes, los patios... y surgió un nuevo modelo de familia.
La maestra... aquella “segunda madre”, “apóstol de las aulas”, trocó en trabajadora de la educación, preocupada no sólo del niño y su entorno, sino también de brindarle las herramientas para el mejor desarrollo de habilidades y destrezas desde una edad más temprana.
La cuestión laboral creó en los padres la necesidad de que los pequeños pasen de la ”sala de partos a ser parte...” de esta institución que los contiene; que colabora con los padres en el proceso educativo de estas personas que se incorporan a la sociedad en que les tocó vivir.
El Jardín de Infantes acompaña desde lo pedagógico, lo afectivo y se presenta como un servicio para aquellos -los padres- quienes, sacrificadamente están construyendo con su trabajo el porvenir de la patria.
Ellos confían en quienes mejor pueden darles una mano en esta ardua tarea de educar a los destinatarios de nuestros desvelos...
Como entonces: con voluntad, ciencia, amplitud de criterio y audacia... las maestras jardineras estamos inventando cada día un cielo diferente, sembrando en silencio, para que estos chicos de hoy, hagan pie en este mundo en donde ellos están parados con sus pocos centímetros de estatura y -desde la alegría- puedan cambiarlo con esperanza mañana...
Miércoles, 28 de mayo de 2008