Por Sergio Corpacci
Ante unas 60 mil personas que disfrutaron y bailaron con los éxitos de la banda, Los Cadillacs le pusieron un formidable primer broche final al retorno luego de seis años de paréntesis.


Hierve el Monumental. Cerca de las 21.45, quince minutos después de la hora señalada y tras el breve show de Massacre, teloneros de la Fabulosa vuelta, el Estadio de Núñez arde en aliento y ansiedad. No son los Borrachos del Tablón alentando estoicamente al peor River de la historia. No. Son los seguidores de ayer, aquellos que fueron asimilando la enterrada consigna de que los Cadillacs se iban “a morir tocando ska” en pos de un viraje que los llevó a la pretenciosa idea de gestar, poco antes de la separación, “el disco que iba a cambiar la historia del rock".

Son también los de hoy, las generaciones que crecieron bailando o tatareando esos hits de época donde el latinaje rítmico con toques punkies se cruzaba con la lírica que iba de festiva a denuncia enarbolando íconos y banderas libertarias.

Todos ellos explotaron quince minutos antes de las 22 de un 12 de diciembre que no será uno más. Tras la introducción con música de film de espionaje, el Monumental se conmueve, late. Y ruge. Fin del suspenso. Y si ruge entonces que mejor que arrancar con ‘El León’, hit del disco homónimo, que plasma el retorno porteño.

Y así, de un saque y sin cortes, se suceden la primigenia ‘Mi novia’, ‘Carmela’, ‘Estoy harto’ y la reversionada y lograda ‘El Genio del Dub’. En ‘Wake up’ Vicentico, el líder arremete con un estribillo tan repetido en Núñez en la última semana: “Like a Virgin” arranca sonrisas, recuerda a Madonna pero también certifica que la primera vez de los Cadillacs en Núñez tendrá el encanto del debut, ruptura incluida. Risas que se amplificaron cuando después de saltar en una soga, el frontman se enredó y cortó el tema.

“Hola Archintiiina” imita y se mofa el cantante para enseguida pasar a las gracias que no serán totales pero igual de sinceras. Y alude entonces “a la inmensa emoción y el placer y el golpe de vida que estamos sintiendo. Vamos a bailar hasta que no quede nada”.

Y lo que queda es un tirón de temas donde se lucen ‘Muy temprano’, ‘El Aguijón’, ‘Paquito’, ‘Padre Nuestro’ – con Pablo Lescano y su instrumento de cumbia villera - , el punkie y contundente ‘Saco azul’, el celebradísimo ‘Siguiendo la Luna’ – justo en la noche de la Luna más grande del Mundo – y el piazzoliano ‘Los Condenaditos’ del memorable disco ‘La Marcha del Golazo Solitario’.

Sobrevino luego el recuerdo para Gerardo ‘Toto’ Roblat, fallecido una semana antes del anuncio del retorno. Desde las pantallas se sucedieron imágenes del percusionista y el respeto embargó a un enmudecido Monumental.

En el segundo bloque sobresalieron ‘Demasiada presión’ ‘IV Centenario’ y el estreno ‘La luz del ritmo’ que da nombre a la última placa de la banda. Y tanto campo, como plateas y la raleada popular se convirtieron en la reclamada pista de baile con ‘Gitana’, ‘Carnaval’ y ‘Mal bicho’ con un ‘oremos’ de parte de Vicentico más un pedido para que “haya paz en el mundo”.

Los reclamados bises llegaron con la voz de Mimi Maura, esposa del saxofonista Sergio Rotman, en ‘Vasos Vacíos’. Con ‘Yo no me sentaría a tu mesa’ no quedaba nada más por bailar. 29 temas, seis años de paréntesis, emoción, recuerdos, invitados.

Y el pedido de Vicentico que se cumplió al pie de la letra en un Monumental de Núñez que aunque no se trasladó a la localidad bonaerense de Merlo fue un auténtico revival de aquel ‘Monumental’ Bailable.






Domingo, 14 de diciembre de 2008