Vaticano (20-9-14): La invitación del pontífice es una señal de acompañamiento al Gobierno en el marco de la dura batalla que libra el país. Públicamente será una cita con "agenda abierta", pero desde este mediodía Roma se transformará en un discreto y actualizado foro privado sobre la deuda externa argentina, el rol de los fondos buitre y su poder de lobby sobre la justicia neoyorkina.
Los protagonistas serán el Papa Jorge Mario Bergoglio y la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien ayer arribó a Roma acompañada por una amplia comitiva. Ambos volverán a compartir un almuerzo íntimo por tercera vez en dos años, desde que el ex arzobispo de Buenos Aires fue designado como Sumo Pontífice y jefe del pequeño e influyente estado Vaticano. Será el cuarto encuentro privado, incluyendo el breve diálogo que mantuvieron en Río de Janeiro, durante el cierre de las Jornadas Mundiales de la Juventud.
La cita de hoy fue acordada entre ambos por vía telefónica y tendrá un alto contenido simbólico en vísperas de la llegada de CFK a Nueva York para participar de la Asamblea General de Naciones Unidas, donde la mandataria hablará, según fuentes oficiales, de temas globales, pero también dedicará parte de su discurso para cuestionar la "falta de ética y moral" del sistema financiero internacional y las consecuencias que podrían sufrir varios países del mundo si las reestructuraciones de deuda externa fracasan. El impacto global del caso argentino es, sin duda, materia de extrema atención para el Vaticano, especialmente desde que el Pontífice argentino actualizó varias definiciones doctrinarias de la Iglesia a través de documentos pastorales y políticos como la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, donde cuestiona duramente al "capitalismo salvaje y la especulación financiera".
El punto de partida de esas reflexiones tiene, desde hace años, un origen bien criollo: el caso de la deuda argentina y el 7% de tenedores internacionales que se negaron a participar de las dos instancias de reestructuración ofrecidas por el país en 2005 y 2010 para llevar el caso a la justicia. Esos grupos, mantienen un complejo litigio con el país en el juzgado neoyorkino de Thomas Griesa y su desenlace, a los ojos del Vaticano, no sólo afectaría a la Argentina, sino a buena parte de los países del tercer mundo, donde el peso de la deuda sigue siendo dramático.
Cristina hablará de la "falta de ética y moral" del sistema financiero.
Según admitieron los funcionarios oficiales que acompañan a la presidenta, ambos podrían "hablar de todo", aunque dedicarán parte de la cita para abordar la situación en Medio Oriente, el nuevo ataque militar en Irak y la crisis sanitaria en África. Sin embargo, el plato fuerte será cuando profundicen sobre la negociación de la deuda externa argentina con información calificada de primera mano. Perspectivas que comparten a menudo por teléfono y a través de emisarios personales, cuidadosamente coordinados desde la Secretaría de Culto y de la Cancillería. Será un escenario totalmente distinto al primer encuentro de marzo de 2013, cuando Bergoglio invitó a la presidenta y ambos decidieron un acercamiento personal y político para terminar con años de una compleja "guerra fría". En esa primera cita, de caracter reservado, Francisco ofreció su ayuda para colaborar con el país y desde entonces el problema de la renegociación de la deuda argentina con los fondos buitre es tema de mucho interés para el Vaticano.
Bergoglio recibirá a Cristina en la residencia de Santa Marta, y no en el Palacio Apostólico, donde se encontró con el presidente de los Estados Unidos Barack Obama. La presidenta, como suele hacerlo en estas citas, llegará con un arsenal de carpetas e informes específicos sobre los úlimos detalles respecto a la negociación con los fondos y también sobre el papel de la diplomacia norteamericana, destino de duros cuestionamientos por parte del gobierno argentino. Una de las novedades desde la cita de marzo pasado, es el mensaje de la Casa Blanca contra una instancia de negociacion multilateral de deudas en Naciones Unidas, por fuera de las jurisdicciones de las cuatro mayores plazas financieras del mundo: Nueva York, Londres, Frankfurt y Tokio. A pesar del enorme poder de los cuatro países que albergan a esas plazas, el State Dept norteamericano podría recibir un directo rechazo al respecto porque el Vaticano, al igual que la Argentina, tampoco esta de acuerdo con la preeminencia de esas cuatro plazas y apoya la instancia aprobada en la ONU para establecer un nuevo mecanismo multipolar que le ponga freno a los fondos especulativos.
Los antecedentes de esta posición política de la Iglesia, datan de 2007, antes de que Bergoglio fuera electo Papa, pero cuando ya era uno de los principales referentes de la Iglesia latinoamericana y mantenía un duro duelo con el gobierno nacional. Esos conceptos luego fueron potenciados cuando Bergoglio llegó al trono de San Pedro. El documento conclusivo de Aparecida, cerrado en 2007, por todos los obispos del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) es el mismo que el Papa le obsequió a Cristina luego del primer almuerzo de 2013 y sostiene en su párrafo 406 inciso C la necesidad de "proseguir en el desendeudamiento externo, para favorecer las inversiones en desarrollo y gasto social, prever regulaciones globales para prevenir y controlar los movimientos especulativos de capitales, para la promoción de un comercio justo y la disminución de las barreras proteccionistas de los poderosos, para asegurar precios adecuados de las materias primas que producen los países empobrecidos".
Esas definiciones, cinco años después de su publicación, tienen estatus oficial para el Estado Vaticano, y forman parte de la Exhortación Evangelii Gaudium.
CFK podría transformarse en una sutil portavoz de los postulados eclesiásticos. Las señales previas invitan a suponerlo: "Cuando se conoció el fallo del juez Griesa, el Papa dijo que "era inconcebible que ahogaran a los pueblos", recordó en diálogo a Tiempo Argentino uno de los miembros de la comitiva que acompaña a la presidenta en Roma. Pero no fue el único gesto: en marzo cuando Cristina viajó a Francia para negociar la deuda con el Club de París, el Papa la recibió en Roma en el segundo almuerzo de la terna que se completa hoy.
La Asamblea General de la ONU ha sido un escenario donde han asistido distintos pontífices para pronunciar sus discursos como jefes de Estado. La tradición, que mantuvo Juan Pablo II, no ha sido continuada por Francisco que, en esta oportunidad, decidió organizar una batería gestos políticos directamente apuntados hacia Nueva York. "Lo importante es que la recibe antes de la Asamblea y no después", analizó un alto funcionario de la comitiva oficial. Si Cristina suma parte del discurso eclesiástico a sus palabras, no sería la primera vez. En Buenos Aires, ya ha citado la famosa exhortación en dos oportunidades, aunque ahora, la dimensión del pronunciamiento político tendría un tono global en la misma Gran Manzana, donde a pocas cuadras late un expediente judicial al calor de un lobby financiero que parece dominar Wall Street.
Sábado, 20 de septiembre de 2014