Una famosa patinadora británica murió por una hemorragia cerebral pero la mantuvieron artificialmente con vida durante dos días para dar a luz a la hija de la que estaba embarazada, que nació con 900 gramos.
El gran mérito de Jayne Campell no fue la medalla de oro de patinaje sobre hielo que consiguió en Reino Unido, si no dar a luz a su hija dos días después de morir por una hemorragia cerebral, según informa el Daily Mail.
El sueño de Jayne, de 41 de años, y su marido era ser padres y lo han conseguido aunque ella no lo verá.
Jayne estaba embarazada de 25 semanas cuando fue a trabajar sin consciencia de que un tumor se expandía por su cuerpo a velocidad de vértigo. Por la tarde sufrió un colapso que le llevó a la muerte.
Los médicos, conscientes de que la mejor incubadora es el útero materno, mantuvieron a Jayne conectada a una máquina para que su corazón siguiera latiendo. Le administraron altas dosis de esteroides para ayudar a que se desarrollaran los pulmones del feto y la alimentaron por vía intravenosa.
Aya
Dos días después, el miércoles pasado, los médicos trajeron al mundo, por cesárea a Aya (que significa milagro) Jayne, su hija, de tan sólo 950 gramos y que ha evolucionado de manera excelente hasta el punto que ha abandonado la UCI antes de lo esperado.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que un feto puede sobrevivir fuera de la madre a partir de la semana 23. La pequeña Aya nació en la semana 25, por lo que según las estadísticas tiene un 70% de posibilidades de salir adelante.
Martes, 13 de enero de 2009