Chile (14-6-15): El primer tiempo de la Selección Argentina fue a puro vértigo, con acciones para el aplauso y contundencia en el marcador. El 2-0 regalaba la presunción de una goleada, pero la Argentina terminó el partido metida en su área, sin el control de la pelota y envuelta en la confusión.
La imagen de los minutos finales, ya cuando Paraguay había empatado el partido después de estar dos goles abajo, fue la contracara de la primera parte.
Hubo dos equipos argentinos en la cancha y eso es claro: uno dominó al rival, tuvo la posesión y manejó el partido, además de conseguir la ventaja; el otro entregó la pelota, se sometió al golpe por golpe y no tuvo juego colectivo. Entre esos dos extremos está el balance del debut en la Copa América y el análisis para lo que viene (Uruguay será el rival pasado mañana), y ahí está cuestión: cómo ser el equipo del primer tiempo y evitar caer en el tobogán del segundo.
No tiene por qué haber un análisis derrotista, más allá de los errores cometidos en el complemento. Argentina mostró mucha superioridad en el primer tiempo, con Lionel Messi en un gran nivel, arrancando desde atrás y volcado a la izquierda. Desde ahí se armaban las sociedades, con Javier Pastore de un lado y Ever Banega por el otro; con la movilidad de Sergio Agüero, siempre llevando peligro al arco paraguayo, y con los desbordes de Ángel Di María. Con esos nombres, Argentina dominó a placer y sin pasar sobresaltos en la última línea, lo que permitía, además, que se soltaran con mayor o menor éxito Marcos Rojo y Facundo Roncaglia.
En el golpe por golpe, la Argentina generó situaciones, siempre apoyadas en la sociedad entre Messi y Pastore.
Es cierto que el gol del Kun llegó por un error de Miguel Samudio, un insólito pase atrás que le dejó la pelota servida al delantero del Manchester City. Y también es cierto que el gol de Messi, el segundo, llegó de penal (otro error de Samudio, que le cometió falta a Di María). Pero más allá de esas salvedades, de que no hubo una construcción colectiva para convertir, el dominio fue absoluto, indica El Gráfico.
Hubo virtud de Paraguay para revertir la situación. Ramón Díaz largó a la cancha a Derlis González, que le dio otra dinámica al equipo guaraní. Curioso: a los tres minutos de haber entrado, González, que ya tenía amarilla por una falta a Di María, tendría que haberse ido expulsado por ¡otra falta a Di María! Al margen de eso, Paraguay le sacó la pelota a la Argentina y rodeó el arco de Sergio Romero. Así llegó el gol de Nelson Haedo Valdez. Y el equipo de Gerardo Martino quedó desconcertado.
Sin embargo, en el golpe por golpe, la Argentina generó situaciones, siempre apoyadas en la sociedad entre Messi y Pastore. Pero el técnico decidió sacar al jugador del PSG y también a Agüero para incluir a Gonzalo Higuaín y Carlos Tevez. Si el equipo no tenía el control antes, menos lo tuvo con los cambios. El mediocampo estaba perdido, demasiado solo Javier Mascherano en la zona, algo que intentó solucionar el ingreso de Lucas Biglia por Di María.
El gol de Lucas Barrios llegó por decantación, casi que se olía. La Argentina ya estaba desdibujada en la cancha. El empate quizá sea apenas un aviso para lo que viene. Para no volver a cometer los mismos errores.
Domingo, 14 de junio de 2015