La situación tiende a empeorar, no sólo en Corrientes sino en la región. Por el brote del mal en Brasil, el Estado obliga a veterinarios a denunciar los casos. Quienes traten a los animales perderán su licencia y hasta podrán ir presos.
La leishmaniasis es una de las enfermedades que más terreno ganó en los últimos meses, tanto en países limítrofes como en el Norte de Argentina. Aún no se ha dimensionado el alcance del mal en la sociedad, el cual puede terminar con la vida de una persona, lo que ya sucedió con varias oportunidades en la vecina provincia de Misiones.
La luz de alarma debe mantenerse en alerta, más aún en Corrientes, donde no hay ya dudas de que la leishmaniasis se ha instalado. Según datos oficiales, sólo en esta capital, hay una población de perros, entre callejeros y domesticados, que ronda los 150 mil animales, hecho que potencia aún más a la enfermedad.
Oficialmente se conocen pocos casos, pero basta con realizar un cuadro comparativo de la región para determinar que el número de perros infectados irá en franco ascenso.
En la capital misionera, se registró un 70 por ciento de la población de perros callejeros afectados, mientras que en ciudad paraguaya de Encarnación, entre el 10 y el 15 por ciento de canes están contagiados de leishmaniasis.
Estos números muestran a las claras que la enfermedad se ha instalado en un radio no muy distante uno de otro.
En ese marco, en la República del Brasil, y ante el creciente número de casos de leishmaniasis visceral en el Sur del país, el Estado obligó por ley a sacrificar a cualquier perro contagiado de la zoonosis, por lo cual cualquier veterinario que lo atienda, aunque sea por otra patología, puede perder la matrícula y hasta ser encarcelado. En la ciudad de Posadas, la especialista brasileña Mary Marcondes explicó por qué el Estado “carioca” había tomado esta medida. “Luego de tres años de estudio por parte de una veintena de especialistas en la enfermedad (veterinarios, biólogos, médicos, entomólogos y epidemiólogos) no se puede aseverar que el perro bajo tratamiento no es infectante, es decir, que pueda pasar parásitos a los flebótomos que lo pican”, dijo Marcondes, al tiempo que reveló que “el sacrifico de perros provoca reacciones indeseadas, hay dueños que prefieren esconder a su perro y no tratarlo con tal de que no le detecten la enermedad y lo sacrifiquen. En otros casos, se falsean estudios para esconder los positivos”.
Esto datos revelan que el brote de leishmaniasis visceral no sólo ya llegó a la provincia de Corrientes, sino que su prevención podría complicarse por un problema común a todas las ciudades del país: la superpoblación de perros, en su mayoría callejeros.
Viernes, 20 de febrero de 2009