Días atrás por distintos medios de comunicación salió una encuesta encargada por el gobierno provincial, que curiosamente le da al Gobernador Arturo Colombi un amplio margen de diferencia ante sus contrincantes en la carrera a la gobernación.


Al mismo tiempo de conocerse dicha encuesta desde el sector de Ricardo Colombi, difunden otra, encargada por ellos por supuesto, que le da al Senador una ventaja mas amplia aún sobre su primo Arturo.

Al tercer actor de esta carrera al sillón de Ferre, el Senador Fabián Ríos ambas encuestas le dan poco mas de 11% contra los 50 y pico % de cada uno de los primos, dato llamativo por cierto dado que desde los dos sectores radicales auguraban una pobre participación en la interna y presagiaban menos de 40 mil votantes, pero cuando la realidad demostró que votaron 60000 ciudadanos la preocupación los invadió y salieron a relucir cifras de aceptación de meses atrás y que no reflejan por cierto la realidad.

La manipulación de los números en las encuestas y la difusión de cifras de muy dudosa certeza, muchas de ellas elaboradas en algún escritorio, ponen sobre el tapete la credibilidad de quienes las difunden, sin ir mas lejos en nuestra ciudad durante muchos días se difundieron cifras de una encuesta que nunca nadie supo decir quien la efectuó, quien la encargó, quien la pagó, o donde se efectuó la misma, en la que anunciaban que uno de los sectores de la interna peronistas superaba al otro por 7 a 3, después se decía que eran 6 a 2 u otras cifras ridículas, y la realidad demostró que nada de esto era cierto sino que eran cifras lanzadas tendenciosamente a fin de generar confusión.

El verdadero valor que representa la herramienta que son las encuestas se anulan cuando se las usan como herramienta electoral y publicitaria y no como lo que realmente es un estudio que muestra una tendencia.

Nunca una encuesta ganó una elección, si así fuera, los ciudadanos no deberían ir mas a las urnas, pero la realidad indica que se la pretende usar para ganar elecciones, afortunadamente los ejemplos abundan con errores de encuestadoras que anunciaban resultados que luego no se daban.

Es ridículo dar entidad a cifras difundidas por el mismo que se ve beneficiado y que pagó para que alguien le de un manto de seriedad, hoy por hoy la difusión de dichos números obedece más a una preocupación que a una realidad.


Sábado, 21 de febrero de 2009