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Política - Opinión
Con el síntoma del café frío
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Miércoles, 5 de octubre de 2016

Corriente (5-10-16): Con una imagen baja en todo sentido (intención de voto, confiabilidad, administración, etc.) Ricardo Colombi atraviesa su peor momento desde que está en la función pública, donde desembarcó allá por los albores de 1983 abrazando definitivamente la política y los cargos públicos. Hoy ya nadie le cree ni acepta al gobernador. La prueba está en que minutos después de su magro anuncio salarial, pronunciado por el lazarillo económico Pirulo Vaz Torres, todo el arco sindical e incluso los policías, salieron a rechazar rotundamente lo que consideran una “tomada de pelo”. No es para menos, como se señaló desde algún medio, el nuevo incremento apenas alcanza para menos de cuatro kilos de carne ($400), según los más favorecidos.
Hoy Corrientes


Hoy todo el mundo le perdió temor, que no es lo mismo que infundir respeto, porque desde el IOSCor, pasando por el INVICO, los docentes, el Registro Civil y ni que hablar de la policía, rechazaron rotunda e inmediatamente “el aumento”, que apenas alcanza para afrontar los pasajes de colectivos durante un mes. Desde estos sectores nadie aflojó en la protesta y recrudecieron las medidas por tiempo indeterminado, por caso la obra social; o reiteraron la denuncia de aumentos solo para “los amigos” del interventor en el instituto de vivienda. Los policías salieron en la mañana de este martes rumbo a casa de gobierno exigiendo un punto final a los salarios de indigencia que reciben y así la lista de sectores disconformes es interminable. Sin olvidar a los judiciales que observan de reojo las reacciones de sus compañeros de los otros poderes del estado.

Pero volviendo a Ricardo Colombi, se hace inocultable el síndrome del café frío. Que lo debutó el primer gobernador de este período democrático en la provincia cuando el inigualable Pocho “se quiso hacer el malo”, con personal de la Gobernación y desde la misma cocina rosada lo mandaron “a freír mondongos”, porque era un mandatario que se estaba yendo. Como si fuera poco, alguien le revolvió casi con los dedos aquel último café del 10 de diciembre de 1987 que, como si fuera poco, estaba un poco más que frío.

Es lo que uno cosecha y, en consecuencia, hoy Ricardo Colombi no tiene la misma aceptación que en otro momento. Abucheado en su pueblo, silbado en la mismísima Sociedad Rural de Mercedes que lo tuvo victorioso en otras grandes tardes; con pasacalles en contra del hijo que se olvidó del pago. Resistido por todo el arco político, en especial desde la oposición que decidió bajarle el pulgar a cualquier intentona “re-re-reeleccionaria” que pudiera perpetuar al hombre de la barba, porque entienden que su tiempo político “ya fue”.

Incluso hay quienes aseguran que en los propios cuarteles del ricardismo se cueces habas y los mismos radicales se relamen ante la inminencia del alejamiento de quien está hace más de treinta años en el poder.

Ni hablar de los aliados en este oficialismo donde desde los más pequeños hasta los más pintados, se cansaron de revistar en un segundo plano e incluso de ser tratados con indiferencia; por ende ahora exigen mayor participación en el gobierno y también mejores lugares expectables en las próximas campañas eleccionarias.

Parece que Ricardo Colombi no tomó nota de nada de esto.

Se avecinan tiempos difíciles en la provincia, donde también está el condimento especial de un gobierno nacional que por un lado le sonríe a éste gobernador, pero que por otro lado afila los cuchillos para clavar la daga en el corazón de los radicales. En Buenos Aires están dispuestos a quedarse con el gobierno de Corrientes. Está visto que el que avisa no traiciona y desde Cambiemos ya anunciaron públicamente que el año que viene ellos también irán por el deseado Sillón de Ferré.

Densos nubarrones se ciernen sobre la ciudad de la furia, imaginándose cómo será soportar un poco más de un año de gestión de un gobernador que atraviesa su peor momento. De capas caídas, sin respuestas, ni aceptación. Cuando tendrá que irse recién en diciembre del año que viene. Catorce meses. Demasiado tiempo por delante, con demasiadas urgencias y necesidades en lo inmediato.

Hay quienes aseguran que todas las cafeteras de casa de gobierno están permanentemente a fuego lento. Ricardo Colombi no quiere saber nada del café frío, aunque no le guste una bebida que podría mantenerlo despierto. Es que nadie sabe dónde se esconde el enemigo.


Miércoles, 5 de octubre de 2016

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