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Interés General
Desaire por parte de jefes militares a tres madres de desaparecidos en un homenaje por el día de la mujer. Que diría la Ministra de Defenza?
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Miércoles, 11 de marzo de 2009

Por Gabriel Link
Un escándalo de magnitud (nuevamente silenciado por TODOS los medios locales) tuvo lugar en nuestra ciudad el pasado sábado, en el día internacional de la mujer el municipio decidió homenajear a aquellas mujeres que las diferentes ONG afines consideraran oportuno, para ello Vischi mandó montar un show musical e invitó a todos sus “amigos” a la Plazoleta 12 de Setiembre, militares, curas, padre (el de él) y gabinete se aprestaban para una fiesta como las que les gustan a ellos. Lo que el intendente no esperaba era que sus "amigos" militares desairaran su show. El jefe del Grupo 3 de Artillería, su segundo y el jefe de la Policía Federal se retiraron del acto al ver que entre las homenajeadas había tres madres de desaparecidos.
Fuente FM Sur


Lo que el intendente no esperaba era que sus "amigos" militares desairaran su show. El jefe del Grupo 3 de Artillería, su segundo y el jefe de la Policía Federal se retiraron del acto al ver que entre las homenajeadas había tres madres de desaparecidos.

El sábado por la noche el municipio organizó un evento destinado a homenajear a mujeres de nuestra ciudad, con mucho tino el intendente Vischi delegó en diferentes ONG la responsabilidad de elegir a quienes serían mencionadas en dicho homenaje. Una de esas organizaciones, la agrupación “Sapucay Por la Vida”, decidió que este año sería valioso rendir homenaje a tres mujeres a quienes pocos en Libres prestan atención y que llevan dentro de sí el dolor de haber perdido a sus hijos a manos de la más asesina de todas las dictaduras que manchan nuestra historia política. Emilia Aquino de Martinelli, Geraldine de Acosta y María Elvia de Oliva fueron elegidas junto con muchas otras mujeres para ser homenajeadas.

El homenaje incluía la lectura de una sentida carta escrita por la licenciada Alejandra Mumbach a la señora Geraldine de Acosta, mamá del desaparecido “Patita” Acosta, y un poema firmado por “Sapucay Por la Vida” dirigido a las tres homenajeadas.

Contrariamente a lo que podía esperarse el intendente Vischi nada objetó, y el homenaje se realizó como estaba planeado; en la Plazoleta 12 de Setiembre estaban las autoridades civiles y habían sido invitados los jefes militares y de las fuerzas de seguridad, entre ellos el jefe del Grupo 3 de Artillería, Marcelo Adrian Calvo, y su segundo, Atilio Melgarejo, también estaba en el lugar el jefe de la delegación local de la Policía Federal, Luis Américo Javier.

Testigos aseguran que mientras la licenciada Alejandra Mumbach leía su “Carta a Geraldina” hubo cruces de miradas entre los tres y que incluso comenzaron a murmurar palabras de disconformidad. Llegado el momento de la entrega de los souvenirs los tres se levantaron y, con gestos adustos, se retiraron del lugar. Motivando con esa actitud incomodidad en los presentes.

El desrespeto y la falta de ubicación por parte de estos tres anacrónicos sujetos amerita que alguien, en los más altos niveles de sus respectivas fuerzas, tome cartas en el asunto, no es posible que la sociedad civil continúe soportando este tipo de agravios, sobre todo frente a quienes fueron las mayores víctimas morales de los asesinos de la dictadura del ’76, las madres de esos chicos secuestrados, torturados, muertos y desaparecidos.

Con la actitud que mostraron estos oficiales, nos queda claro que es realmente imposible la “reconciliación de la sociedad” que ellos tan reiteradamente reclaman, no nos explicamos como pueden, personas así, representar a la policía y al ejercito en democracia, ¿quién los elige?, ¿no hay un filtro político para que estos reivindicadores de dictaduras no sean nombrados para dirigir unidades militares o policiales?.

Repudiar un homenaje a las madres de desaparecidos por la dictadura es exactamente lo mismo que reivindicar a la dictadura… y eso es un delito!

A continuación el texto que tanto enfureció a estos apocalípticos “señores”.

GERALDINA
Muchas veces me pregunté de donde sacan las fuerzas esas mujeres que luchan incansablemente por la vida y la memoria de esos hijos que ya no están.

Cual es esa capacidad de poder seguir creyendo en Dios cuando la misma iglesia las llamaba al silencio y la resignación, cuando no eran algunos de sus miembros los que señalaban a sus hijos. Ella continúa rezando a su virgen de Itatí.

De donde sale esa voluntad suprema por pedir justicia si ellas nuca la recibieron, si sus hijos simple y definitivamente “desaparecieron”, como si nunca los hubieran parido, los hubieran besado, los hubieran acariciado, los hubieran curado, los hubieran acunado y los hubieran amamantado…

Como pueden tener la majestuosa bondad de pedir verdad si ellas nunca la recibieron, jamás se la susurraron a sus oídos, solo el silencio y la indiferencia.

Como cada día despiertan con la certeza de que es probable que hoy tengan una noticia del destino de ese hijo. Mi Geraldina espera hace 32 años saber de aquel falcon blanco que robo su alma, solo quedó un surco en la arena….. y como respuesta más silencio y olvido.

Como continuar siendo esa vecina generosa si todos prefirieron no ver cuando sacaban a empujones de su casa a ese hijo que tanto ama, clavándose su reloj aquel 22 de marzo del 76 a las 2,15 de la madrugada. Luego evitaron su compañía para congraciarse con los generales.

Como tantos ojos que nunca vieron nada, tantos oídos que jamás escucharon sus voces, tantas manos jamás se tendieron para ayudarlas en la búsqueda que tiene como fin solo la eternidad porque cuando ellas no estén sus voces continuaran en nuestra memoria…

Como esas madres continúan caminando si les han cortado las piernas, como continúan amando si le han sacado el corazón, como continúan respirando si le han robado la vida.

Como la historia de mi pueblo continua sin saber que ella permanece viva solo para que le digan donde está su Pinky, ese carrocero inigualable, ese alumno de la Escuela Normal, ese líder de la estudiantina y la fiesta del arroz, ese hermano, ese hijo.

Que pobre y culpable me siento ante esta mujer, de cuerpo pequeño, y memoria gigante que se presenta ante mi en sillas de ruedas para asegurarse que cuando ella no esté su memoria perdure, por ese hijo, que son miles de hijos, que son todos nuestros hijos que la sin razón humana nos robo.

Quiero pedirle perdón por tanto olvido, tonto dolor, tanto desprecio y tanta humillación y quiero agradecerle por mostrarme la verdadera razón de ser mujer y prometerte, Geraldina, que tu búsqueda es la de todas esas mujeres que no les importó perder la vida por sus hijos y de todas nosotras, que tenemos el compromiso con los que no tienen voz, con los que no escribieron la historia, con ese inconciente colectivo que se expresa en tu verdad.

Que tu fuerte y valiente rostro recuerde a todos la ausencia de tu Pinky, del “Pata”, porque tu mirada es memoria, tu voz es justicia, tu corazón es sublime, tú causa universal y nuestra deuda es eterna.

Alejandra Mumbach


Miércoles, 11 de marzo de 2009

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