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Interés General
Crónica de hoy para una histórica visita
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Domingo, 9 de abril de 2017

Corrientes (9-4-17): Se cumplen hoy 30 años de la visita de Juan Pablo II, y a modo de recordatorio de un acontecimiento de tal magnitud, El Litoral realizó una crónica siglo XXI ambientada en esa fecha y basada en testimonios actuales, fotos y textos propios de este matutino. Contempla la llegada del Papa (hoy San Juan Pablo II), la lluvia incesante durante toda su estadía y la impactante muestra de fe del pueblo correntino.

Ni los cánticos de casi un centenar de niños y niñas estudiantes de algunos colegios católicos capitalinos dispuestos en la terraza del aeropuerto Fernando Piragine Niveyro, ni tampoco los acordes entonados por la Banda de Música de la Policía provincial, lograban tranquilizar los corazones de los creyentes que estuvieron durante la mañana de ayer en el Cambá Punta. Es que el pronóstico del tiempo no falló: la jornada en la que el Papa Juan Pablo II pisaría nuestra ciudad amaneció con una implacable lluvia que parecía no tener fin, y que amenazaba con una posible suspensión de tan importante acontecimiento para estas tierras. Tanto fue el diluvio que desde las 7 y hasta las 13 cayeron, estiman, unos 105 milímetros de agua.

Los meses de preparativos para recibir al Vicario de Cristo, el primer pontífice no italiano en los últimos 450 años de la historia de la Iglesia, parecían tener como destino el fracaso ante una tormenta de incalculables dimensiones para cualquiera que estuvo bajo su merced en ese momento, aunque sea tan sólo por unas horas. Las autoridades provinciales y eclesiásticas no lograban conseguir el sosiego que su investidura requería para una situación de tales características, y mucho menos los cientos de fieles que se acercaron a la vera de la Ruta 12 ya desde la noche anterior, aguardando por ver al Santo Padre aunque sea por un instante. En su mayoría eran mujeres que, incluso con bebés en brazos cubiertos con mantas, soportaron el aguacero refugiándose en vehículos, carpas o paraguas.

Juan Pablo II es distinguido como el “Papa viajero”. Con 66 años, el polaco se convirtió en el primer Santo Padre en realizar 33 viajes fuera de Italia, conoció los cinco continentes, y además esta es su segunda visita a la Argentina. Cuando los fieles comenzaron a preguntarse cómo con estos pergaminos Karol Józef Wojtyla no iba a pasar por la tierra de la Virgen de Itatí, de pronto el cielo gris dejó ver entre sus nubes el avión presidencial: el Tango 02.

Y como si las plegarias de los correntinos hubiesen sido escuchadas en algún lugar, la aeronave descendió sin ningún problema, y de ella se erigió la figura de Juan Pablo. Recibido por el gobernador José Antonio Romero Feris, el Papa transitó por una alfombra roja hasta donde se encontraban las autoridades que lo aguardaban. La lluvia pareció acrecentarse en ese momento, y mezclada con los gritos y cánticos de los alumnos en el hall del aeropuerto, el pontífice hizo una reverencia hacia el suelo correntino. “Juan Pablo/Segundo/Te quiere todo el mundo”, coreaban los pequeños, aunque sus voces se perdían en el vacío a causa del fuerte viento reinante.

Protegido por varios paraguas sostenidos por sus acompañantes, el Santo Padre subió a su tradicional “Papamóvil”. Era una Renault Trafic blanca con chasis cabina, con una caja de cristal antibala, una butaca y dos banquetas para sus ayudantes. Fue fabricada en la planta que la firma tiene en Córdoba, bajo los nuevos estándares de seguridad con los que cuentan estos vehículos luego del intento de asesinato que sufriera Juan Pablo hace seis años en la plaza del Vaticano. En ese entonces el Papa fue alcanzado por cuatro balas, dos de las cuales se alojaron en su estómago, otra le alcanzó el brazo derecho y la última la mano izquierda.
En Corrientes, la multitud local sólo mostró señales de alabanza y cariño para con el visitante, y no hubo necesidad de comprobar la seguridad de su vehículo.

El rostro igualmente empapado del vicario no permitió ver ni por un segundo algún signo de cansancio. El hombre hizo 740 kilómetros llegando desde Salta, en un periplo que inició el lunes pasado en Buenos Aires, y que tiene previsto continuar hoy en Paraná luego de pisar estas tierras. Para él era una postal más en su cruzada litúrgica, pero para los huéspedes significaba un nuevo milagro tras la incombustión de la Cruz, y la posible aniquilación con un rayo de los nativos que intentaron rechazar la fe de Dios y mantenerse firmes a creencias paganas.

A lo largo del corredor improvisado que se emplazó desde el aeropuerto hasta la rotonda de la Virgen pudo observarse a un montón de correntinos, descendientes de aquellos guaraníes, que emitían alabanzas al paso del recientemente decretado “Ilustre Huésped de Honor”, mezclados con policías que cuidaban la integridad de los participantes. “Ni toda el agua del mundo apagará nuestra fe”, se animó a vociferar uno de los feligreses a la vera del camino, una frase que fue celebrada con júbilo por los presentes.

El avance del Papamóvil siguió así hasta la avenida Independencia, donde continuó con su solemne paso hasta la intersección con Chacabuco, mientras por los parlantes se oía la lectura de mensajes de fe escritos por Pocho Roch. Los alrededores de la zona tuvieron arreglos y otros trabajos viales en las jornadas previas, destacándose una acelerada pavimentación de las calles Reconquista y la mencionada Chacabuco. También se adornaron banquinas en el acceso a la ciudad, en la rotonda y en la avenida Armenia, quedando así con una mejor vista los lugares en donde pasaría Juan Pablo.

Y hablando del Papa y la organización de su visita, quienes estuvieron cerca de su presencia confiaron a El Litoral que el pontífice tuvo una muestra de asombro para con el altar emplazado en Independencia y Chacabuco, que llevó varios días de construcción. Una enorme cruz católica de unos 10 metros de altura era la protagonista del escenario que también contaba con un toldo a modo de protección para la aún incesante lluvia, pero que finalmente cedió ante la potencia de las precipitaciones. Un equipo de audio de alta tecnología también lució su instalación en el corredor 3 de Abril - Ferré, de manera de que la homilía de Juan Pablo pueda llegar a los miles de correntinos y oriundos de otras provincias que se acercaron a la zona ya desde la medianoche.

Sin dudas, la feligresía presente fue el toque engalanador para el panorama con el que se encontró el vicario al llegar al lugar donde realizaría la misa. Visto desde arriba, algunos calificaron la congregación como un “cielo de paraguas” que cubría las cabezas de unas 60 mil personas. Otros se atrevieron a contabilizar 100 mil, y los menos optimistas estimaron que esa cifra hubiese sido posible de no ser porque “parecía que se caía el cielo de tanta lluvia”.

Adultos, niños, niñas y ancianos. Gente de todas las edades inundaron la calzada donde se desplegó el escenario al que el Papa subió todavía escoltado, más para protegerlo de posibles enfermedades respiratorias que le podría generar el contacto con el agua y el viento, que de otras cuestiones de seguridad que ya estaban acomodadas. Lejos de amedrentarse por el temporal, Juan Pablo se aproximó al micrófono sostenido por un diácono, y saludó “también a esta lluvia que a nosotros, juntos, nos bendice”. Dicen que el propio Juan Pablo rechazó la posibilidad esgrimida por sus asesores del Vaticano de suspender la misa, quizá al ver la congregación correntina, o simplemente porque así lo quiso de acuerdo a su condición de “viajero”.

Bajo el lema “La religiosidad popular y la piedad mariana en la nueva evangelización”, la celebración litúrgica inició con la interpretación de “Kilómetro 11” y “Papa Wojtyla” por parte de la afamada Ramona Galarza, quien con más de 20 años de carrera le puso chamamé al histórico acontecimiento. Sin embargo, la música no fue el único rasgo cultural propio de la idiosincrasia correntina, ya que desde la llegada del invitado y hasta su partida, diferentes carteles escritos en guaraní lo saludaban y festejaban su paso por esta ciudad.

Incluso las canciones eclesiásticas fueron entonadas con acordes chamameceros, mientras el Santo Padre en su homilía instaba a “acoger a Cristo y luchar contra el pecado, para participar en la peregrinación del pueblo de Dios”. Los feligreses, mientras tanto, parecieron olvidarse del aguacero que no detenía su descenso, escuchando con atención a la máxima figura católica que quedaba asombrado por la muestra de fe. “No puedo despedirme de vosotros sin expresar mi profunda admiración para toda vuestra asamblea que ha participado con esta fuerte lluvia”, relató Juan Pablo, es un español más que envidiable teniendo en cuenta su condición de políglota.

Una comunión breve a causa del temporal dio por finalizada la misa del Papa en Corrientes. “No hay más hostias consagradas, les pedimos con la mejor voluntad al público presente que no se acerque al altar”, decía por los parlantes la voz que oficiaba de organizadora del acontecimiento. “Y llueve/Y llueve/El pueblo no se mueve”, contestó la audiencia, aún emocionada por las palabras del representante de Dios en la Tierra. Mientras tanto, el equipo de sonido trabajaba arduamente debido a las condiciones del tiempo, arriesgando de hecho su integridad física, teniendo en cuenta que manejaban elementos eléctricos bajo una enérgica precipitación.

Cerca de las 13.30 Juan Pablo volvió a su Papamóvil para dirigirse al Arzobispado, mientras la voz organizadora seguía pidiendo a los fieles que vuelvan a sus lugares. El vehículo tomó la calle Yrigoyen tras pasar por Reconquista, y luego San Lorenzo y 9 de Julio. La Iglesia Catedral había sido remozada para la especial ocasión en la que el Santo Padre pase por su acera. A la par del paso del Papa, el renovado carillón hizo su estreno con un sonido armónico de campanas que redoblaron con el visitante, mientras el tiempo seguía su curso.

En la sede del Arzobispado correntino, el vicario tomó un merecido descanso. Almorzó, se distendió, y dicen que mantuvo una charla amena con integrantes de la Iglesia provincial.

Aproximadamente dos horas después llegó el momento de partir. Wojtyla debía seguir su curso cual río Paraná atravesando la mitad Sur del continente americano, y nadie podía oponerse. Su mensaje de amor debía llegar a otras partes de la Argentina y del mundo, y por más payé que Corrientes tenga, había que empezar a despedirse.

La vuelta a Cambá Punta tuvo un escenario similar al momento de la llegada del pontífice, aunque tal vez con una lluvia ya más calma. Muchos de los que estuvieron allí por la mañana esperaron la vuelta de Juan Pablo en sus mismos vehículos, paraguas o con lo que se hayan amañado para guarecerse de la precipitación; y el mismo panorama se dio en el Piragine Niveyro, con algunos rostros tristes, reflejo de que, con ese hombre alto vestido de blanco, se iba quizá la única vez que un Papa pise nuestro suelo. A cinco años recién cumplidos de la guerra de Malvinas, sin dudas el pueblo correntino quedó nuevamente marcado por un acontecimiento de trascendencia histórica, que quién sabe si volverá a repetirse. ¿Retornará en algún momento Juan Pablo a esta provincia? ¿Será el turno de otro Papa? ¿Recordará Dios que un día pasó por Corrientes? Solo él sabrá.

» GERARDO MORALES CUYE


Edición general: Gustavo Lescano. Textos y producción: Carlos Gelmi, Clarise Sánchez Soloaga; Gerardo Morales Cuyé; Marisol Salinas; Agustín Gómez y Diego Sabao. Fotografías: Isidro “Cacho” Monzón, Nicolás Alonso, Esteban Ledesma y Marcos Mendoza; de archivo del diario El Litoral y de archivo personal de entrevistados. Diseño: Augusto Vilar. Corrección: María Virginia Malvasio. Web: Pablo Reyes Beyer. Colaboración especial: plantel de periodistas y reporteros gráficos de Redacción del diario El Litoral; secciones Armado, Montaje, Taller de Impresión y Archivo. Agradecimiento: a los entrevistados, al Arzobispado de Corrientes y colaboradores.


Domingo, 9 de abril de 2017

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