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Seguridad
El apartheid criollo. El muro de la discordia ya tiene 800 mts.
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Jueves, 9 de abril de 2009

De golpe había operarios, postes, bases de cemento, rejas. Pero los vecinos de Villa Jardín, que se extiende sobre San Isidro y San Fernando, en el límite de los dos partidos, se alinearon para impedir que por orden del intendente de San Isidro, Gustavo Posse, levantaran un muro delante de sus narices. Chicos y grandes, con sus propias manos, quitaron uno a uno los caños preparados para edificar la muralla, propuesta como un solución contra el delito en la zona norte, pero pensada, al parecer, para dividir a un grupo de gente de la misma extracción social. La policía custodió lo protesta sin intervenir en la avanzada de los vecinos y así como creció el fervor y la furia de los habitantes del barrio, se disparó otro debate sobre la formas improvisadas de la clase política para atacar la inseguridad.

Posse explicó que la medida se había pensado para evitar la fuga de delincuentes que operan en su partido y para proteger a las “33 familias obreras que viven sobre la calle Uruguay”, pero sus palabras no alcanzaron para mitigar las críticas que partieron desde todos los sectores del arco político. Hasta la presidenta Cristina Fernández se metió en la discusión y definió al muro como “una involución”, luego de llamar al jefe comunal de San Fernando, Osvaldo Amieiro, para manifestar su apoyo. “Estoy asombrada –agregó–. Son medidas separatistas”.

Amieiro, por su parte, acompañó a los vecinos en la presentación de un recurso de amparo. “Este anacrónico Muro de Berlín –decía el escrito– se constituye en una ofensa discriminatoria que cercena el derecho del vecino a circular libremente, a acceder a la escuela y a los centros de salud (de uno y otro lado) y complica el tránsito”. Concejales de los dos partidos se sumaron a la presentación para exigir la inmediata paralización de la obra.

Pero Posse insistió durante todo el día en que no daría marcha atrás. “Dentro del margen de la ley voy a hacer todo lo posible para cuidar a mis vecinos”, sostuvo. “Porque ese lugar es un corredor de delito”, graficó. “Los delincuentes tienen GPS, tienen elementos de comunicación compleja, entonces, si dejamos que nuestras villas y el resto de los municipios vuelvan a estar operativas, esta situación se va a tornar insostenible”, expresó el intendente de San Isidro, que cree que el Gran Buenos Aires va rumbo a una “favelización”.

Durante la mañana, mientras los vecinos se oponían a la instalación, ajeno a todas las críticas, el jefe comunal de San Isidro comunicó que se le iban a dar a la policía las imágenes tomadas con las cámaras de acercamiento que tiene el municipio para ver si alguna de las personas que participaron del reclamo tiene orden de captura o llegaron para provocar “caos”.

El gobernador Daniel Scioli calificó el muro como un símbolo de la discriminación. “La solución a la inseguridad –dijo– no puede ser cortarnos cada uno por su lado”. Posse redobló la apuesta: “No siento, en el caso de Scioli, que haya una autoridad moral que me contenga y que me diga qué puedo hacer y qué no”, expresó.

El ministro de Seguridad y Justicia, Aníbal Fernández, calificó de canallesca la actitud de Posse. “Es una decisión chiquita, berreta, sin sentido”, sostuvo y remarcó que desde el aspecto legal “no está parado en nada porque es una decisión unilateral, la actitud canato los de San Isidro como los de San Fernando, que nadie los consultó y que no estaban de acuerdo con la instalación del muro. “Pensábamos que eran para iluminar la calle y nos encontramos con que nos quieren poner un paredón. Es discriminatorio. La salita más cercana está del lado de San Fernando”, explicó Alicia Martínez, que vive del lado de San Isidro. Jorge Villalba vive en San Fernando desde que nació, a una cuadra de la calle Uruguay, lado San Fernando: “Ni con los militares nos pasó algo así. Esto es una locura”. Y en toda la cuadra, con batucada de fondo, mientras los chicos derribaban postes y la policía contemplaba todo, se repetían críticas del mismo tenor. l llesca de alguien que tiene la visión puesta en un hecho electoral”.

El ministro de Seguridad bonaerense, Carlos Stornelli, finalmente, sostuvo que el muro es un “disparate” y que el Gobierno “va a impedir” la instalación. “A veces uno se equivoca y yo creo que esto no debe notarse más que en otro lugar que en el registro de las equivocaciones”, consideró.

Los vecinos manifestaron, tanto los de San Isidro como los de San Fernando, que nadie los consultó y que no estaban de acuerdo con la instalación del muro. “Pensábamos que eran para iluminar la calle y nos encontramos con que nos quieren poner un paredón. Es discriminatorio. La salita más cercana está del lado de San Fernando”, explicó Alicia Martínez, que vive del lado de San Isidro.

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Jueves, 9 de abril de 2009

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