La biotecnología aplicada y su aporte para contrarrestar los efectos sobre el cambio climático sirvieron como eje para un debate internacional sobre el tema que volvió a tener a Rosario como sede, por el desarrollo que en esta materia están dando no sólo organismos e instituciones públicas sino además el sector privado.
Durante cuatro días, del 20 al 24 de abril, se realizó en la ciudad el VII Simposio Nacional de Biotecnología Redbio Argentina y II Congreso Internacional Redbio Argentina, que agrupa a una red de investigadores de laboratorios de todo el país y de América del Sur y el Caribe.
En ese foro, también se privilegió el análisis de esta ciencia y la importancia de que la sociedad comience a comprender su inocuidad, así como su aporte para resolver cuestiones tan caras a la humanidad como el tema medioambiental.
Alejandro Escandón, uno de los organizadores del congreso, explicó que hay cierta preocupación por los cambios generales que se viven a nivel mundial y cómo éstos modificaron los índices pluviales, las temperaturas a las que los cultivos están acostumbrados y, además, del corrimiento de la frontera agrícola con sus ineludibles efectos en el medio que los rodea.
"La idea es que no sigan progresando estos problemas y encontrar las herramientas que tiene la biotecnología para hacer el cambio", explicó el organizador y agregó: "Hay problemas de agua, de contaminación, de salinidad, de estrés biótico, por eso se están buscando técnicas como la resistencia a las plagas o al estrés hídrico, para contrarrestarlos".
La mirada social
Por otra parte, hay una gran preocupación en el sector por la forma de llegar al público con el tema biotecnológico, muy cuestionado en muchas partes del mundo, especialmente en Europa, por el aporte a los cultivos transgénicos o genéticamente modificados. "Hay que mostrar que la bio es sencilla y se usa en forma responsable", advirtió Escandón.
En ese sentido, Raúl Ríos, del Instituto de Investigaciones en Ciencias Veterinarias y Agronómicas del Inta Castelar, habló de importancia que tiene la agrobiotecnología en la Argentina, un país en el que tuvo un gran desarrollo en distintos aspectos técnicos, tanto en el sector público como privado.
"La transgénesis en Argentina ha sido muy importante, es el segundo país en el mundo con mayor superficie sembrada con transgénicos, que implica una adopción del sistema", indicó Ríos.
Agregó que "otro elemento de enorme desarrollo que tuvo la agricultura fue la incorporación de la tecnología RR junto con el matrimonio hecho con la siembra directa. Estas fueron condiciones que permitieron una rápida adopción", dijo.
También recordó que hay un marco regulatorio adecuado para las liberaciones comerciales y fue el primer país en contar con un organismo de control como la Conabia. "Argentina tiene la capacidad científica y tecnológica para desarrollar eventos científicos propios y transgénicos", advirtió y apuntó que se realizan grandes inversiones en el tema.
De todos modos, para el empresario Gustavo Grobocopatel, presidente del Bioceres, si bien el país tiene una tradición muy fuerte y con mucha trayectoria en la materia —destacando sobre todo el capital humano— no hubo en los últimos años mucha inversión privada. "Hubo algo de inversión privada y también pública, pero los empresarios miramos a corto plazo para resolver los problemas de coyuntura y estos proyectos son de largo plazo y de alto riesgo", opinó.
La biorremediación
Entre otros puntos de discusión, en el foro se analizó el tema de la biorremediación, mediante el cual se utilizan los microorganismos o plantas para remediar problemas de contaminación. Un caso de lo más conocidos es el de los efluentes industriales. "Es tratar de remediar un agente que ya está contaminado o eliminar el contaminante antes de que lo haga", explicó Gustavo Curutchet, investigador del Instituto de Investigación de Ingeniería Ambiental de la Universidad de San Martín y señaló que "en el tratamiento de residuos esta herramienta se utiliza desde 1890 y también hay experiencias en la Argentina en el tema hidrocarburos, donde existen empresas comerciales que se dedican a hacer esos servicios".
También señaló que hay muchas experiencias a nivel experimental y algo se está trabajando en zonas mineras, combinando procesos químicos con biológicos. Otro punto de aplicación es en la agricultura, pero en general hay que dejar que la naturaleza actúe o simplemente ayudarla.
Con respecto a los cambios en este terreno, el investigador de la Universidad de San Martín, sostuvo que hay una lucha entre las técnicas moleculares y las de campo y que existe una separación entre la investigación de base y la aplicada, que hoy se trata de revertir. También consideró que debe haber mayor integración entre la industria y la academia.
Un tema polémico, que incluso arrastró en su disputa incluso a gobiernos de varios países, es el del patentamiento de las invenciones. La discusión se puntualiza en entre los tipos de derechos: el de obtentor y el de patente en un mismo objeto, como el caso de los transgénicos. "Son dos derechos sobre la propiedad muy diferentes, el de patentes es como más fuerte que el del obtentor", aclaró Amalia Koss, agente de la consultora homónima en propiedad industrial.
Otra cuestión es qué es considerado como materia patentable y de eso dependen las políticas que establezcan los Estados. "No todos los países tienen el mismo tipo de protección de acuerdo a los derechos biotecnológicos y las restricciones limitan el derecho de las empresas sobre determinados desarrollos", aclaró Koss.
Finalmente se refirió a la prevalencia del interés privado sobre el público y la necesidad de que el segundo tenga mayor injerencia sobre la protección. "Nuestra ley de patente es relativamente nueva y plausible de mejoras, pero está acorde a la realidad del país", sintetizó la consultora.
Finalmente el uso responsable de esta tecnología que tuvo fuertes cuestionamientos de parte de distintos sectores de la sociedad, fue otro eje de los debates. En ese sentido, se intentó desmitificar los contrasentidos, sobre todo de los transgénicos, destacando los avances que hubo al respecto en las últimas décadas.
"El uso responsable depende de la sociedad en su conjunto y de la capacidad de consenso que se tenga en relación al tema. Corremos riesgos de no usar tecnología por prejuicios o dogmas. Con los cambios que hay en la población mundial es necesario aumentar la productividad", aclaró Grobocopatel.
También se refirió a las instituciones que funcionan tales como la Conabia o el Senasa, que son las que ponen los límites y restricciones necesarias en esa materia.
Lunes, 4 de mayo de 2009