La mitad de los chicos de entre 2 y 4 años está fuera de la educación inicial, lo cual implica perder años de escolarización que luego son muy díficiles de recuperar. Porque si algo tiene de distintivo la educación inicial es justamente eso: que no se repone.
Los más perjudicados son los chicos más pobres. El dato lo aporta un informe realizado por la ONG Periodismo Social, basado en una investigación que anualmente realiza el Barómetro de la Deuda Social de la Infancia, con el que la Universidad Católica Argentina y la Fundación Arcor realizan una radiografía de la situación de los niños en el país.
Pero los números no se agotan allí. Según el Barómetro mencionado, la inclusión temprana en procesos de formación es un fenómeno muy relacionado con el origen socioeconómico de los hogares: mientras que en los sectores más pobres los chicos tienen un 70 por ciento de posibilidades de no concurrir a un jardín, en los sectores más ricos ese número se reduce al 30 por ciento.
Patricia Redondo fue educadora rural y maestra de nivel inicial en distritos altamente empobrecidos, es investigadora y capacitadora docente. También, autora del libro “Educación y pobreza” y muy determinante en su respuesta. Según explica, hay etapas que no se recuperan. La educación inicial es una de ellas. “Prefiero no hablar de trayectorias escolares en este caso, creo que se trata de un tipo de educación que no se repite más adelante y, por lo tanto, que no se recupera. Los adolescentes pueden recuperar a través de otras instancias, como la educación para adultos, pero los más chicos no".
Entre otras cuestiones, recuerda que “en términos de alfabetización, socialización y desarrollo infantil la educación inicial ofrece oportunidades que ninguna otra institución ofrece. Además, a mayor pauperización es peor la situación en la que quedan las mujeres y eso resiente las posibilidades de atención de los más chicos, si a eso sumamos la ausencia del Estado, el problema se agrava mucho más”.
Tal como destaca Periodismo Social, hay un dato proporcionado por el estudio del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia, que ayuda a entender con más claridad cuáles son las consecuencias de la desigualdad que se experimenta en el nivel inicial: es el indicador básico de lectoescritura, que es la capacidad de poder “escribir el propio nombre sin ayuda”, un objetivo de la currícula del nivel inicial que busca articular el mismo con el primario.
Y según se desprende de la investigación, el 20 % de los niños/as con 5 años escolarizados en las grandes ciudades relevadas en el 2007-2008, podía escribir su nombre sin ayuda.
Hay además algo que es más grave aún: se observó que los niños presentan mayores dificultades para adquirir esta capacidad básica en los hogares más pobres que en los más ricos. En efecto, mientras que en los estratos más pobres aproximadamente un 30% de los niños/as no logra esta competencia en sala de 5 años, sólo un 5% no lo hace en el estrato medio alto.
La calidad
"Mi pregunta acá es: ¿qué oportunidades educativas les estamos ofreciendo a los niños y niñas que actualmente asisten al nivel inicial?”, asegura Verona Batiuk, consultora de la Asociación Civil Educación para Todos, con quienes trabaja en proyectos de intervención en el NEA.
Según considera, “la desigualdad se manifiesta no sólo por el acceso sino por las oportunidades educativas que se les brindan a los niños dentro de las instituciones, lo que de modo genérico llamamos el problema de la calidad”. Dice que además de garantizar el acceso es importante que se trabaje en forma paraela en el nivel para brindar igualdad de oprtunidades desde lo didáctivo y pedagógico.
Así, la asesora advierte sobre aquellas “ prácticas de enseñanza que resultan poco adecuadas a los actuales desarrollos de la didáctica del nivel”. Enseguida menciona la necesidad de "trabajar en propuestas de enseñanza que orienten la tarea cotidiana del maestro, respetando las normas federales vigentes". Menciona aquí los Núcleos de Aprendizaje Prioritarios, esos aprendizajes a los que deberían acceder todos los niños y niñas del país sin distinción alguna.
Buscando una salida
Ahora bien, la legislación sobre la educación inicial existe y está vigente desde 2006 con la nueva ley de educación nacional. El desafío ahora es crear una estructura de oportunidades para la inclusión educativa en los primeros años de vida. Y ahí las fallas son más que evidentes, indican desde Periodismo Social.
"Uno de los más problemas más notorios se observa en la franja maternal, que es de los chicos hasta los dos años de vida, es donde el Estado está más ausente y ese un momento clave, porque es cuando se estructura el lenguaje, el pensamiento”, explica Redondo, y expone otra parte del problema: “Las fallas de la educación inicial no sólo se resuelven con el acceso, hay otro punto que deberíamos revisar y está relacionado con la regulación: a veces te encontrás con un jardín de infantes que funciona en un garage o con maestras que no tienen la capacitación suficiente. Y en esta informalidad los que más pierden o están en situación vulnerable son los sectores menos acomodados. Una forma de empezar a resolver esa desigualdad es empezando por garantizar que, sobre la infraestructura que hay, todos los chicos estudien en condiciones similares, además de garantizar el acceso. Hay barrios populares, por ejemplo, en los que no hay ninguna sala y cuando se inaugura una tenés al otro día 300 chicos sin vacantes y en los barrios de sectores con más ingresos, por ejemplo, la demanda está cubierta al cien por cien”.
Miércoles, 6 de mayo de 2009