Se trata de una droga de laboratorio que produce síntomas físicos inesperados y que pueden ser fatales. Además, induce "sueños infantiles", haciendo que la persona pierda todo sentido de realidad.
Los primeros pasos para el desembarco de una nueva droga sintética en la Argentina tuvo lugar a fines del año pasado durante una jornada de música electrónica. Según explicó a un joven que supo del tema, los propulsores de “presentarla en sociedad” fueron un comisario de a bordo de una línea aérea europea y el colaborador de un disc jockey (DJ). Estos personajes saben bien a quién dirigirse cuando se trata de hacer conocer estas nuevas sustancias de laboratorio, inmensamente más dañinas –y más difíciles de detectar en las aduanas- que las drogas convencionales conocidas hasta ahora.
La imagen acostumbrada de los tradicionales traficantes de drogas está dando paso a una nueva generación de dealers, hombres de mundo, que dominan varios idiomas y conocen la geografía de los centros nocturnos de las principales capitales del planeta. Ese atractivo extra les permite ser respetados y escuchados entre sus futuros clientes.
Y el marketing de presentación de estas nuevas sustancias siempre apunta al mismo tipo de mentiras. Dicen que son inocuas, que no producen daños directos ni colaterales, que no dejan resaca después de su consumo y que, ingeridas en las dosis recomendadas, no producen contraindicaciones.
“No son baratas, pero tampoco causan estragos y sus efectos generan estados casi mágicos”, es la expresión clara que utilizan para obtener interesados en su consumo.
El nuevo producto por el cual ya hay jóvenes que consultan se llama “Foxi” en las calles norteamericanas y europeas. Es un alucinógeno científicamente conocido como “Alfa metiltriptamina” o “foximethoxy” y lo más terrible de la engañifa con qué se presenta en el mercado de quien busca nuevas sustancias es que se dice que actúa como “inductor de sueños infantiles”. Es decir: una persona que se mueve alocadamente al ritmo de una música puede entrar en trances en los cuales se produce una regresión y un proceso de conducta similar al de los bebés: el sujeto pierde todo sentido de la realidad, del peligro, de lo que ocurre a su alrededor y el cuerpo se desmembra de la conciencia mientras dura el efecto del “foxi”.
“El éxtasis, (la droga ya conocida en la Argentina), es como una aspirineta al lado del foxi”, se dijo en una serie transmitida por señal de cable.
Numerosas consultas que hizo en varios organismos –entre ellos el SEDRONAR, la Secretaría de Estado de Lucha contra la Prevención y el Tráfico de Drogas, encontró siempre la misma respuesta: “¿Qué es Foxi? No tenemos idea de qué se trata...”.
Aunque la presunción psiquiátrica elemental es que un alucinógeno capaz de inducir a sueños infantiles puede derivar en brotes psicóticos y esquizofrénicos entre los consumidores, en los Estados Unidos se descubrieron problemas físicos impensados entre los consumidores del Foxi: antes de que el cerebro comience a disfuncionar por el efecto del alucinógeno, en el cuerpo se perciben síntomas que jamás causó otro tipo de sustancias. Se trata de una dolencia conocida como “rabdomiolisis”, una enfermedad en la cual los músculos se desintegran o disuelven produciendo una muerte segura en poco menos de una hora de tomada la dosis.
Los centros asistenciales en Estados Unidos que estudiaban pacientes internados con estos síntomas, no sabían a qué atribuir esta extraña dolencia en personas jóvenes. Hasta que hace poco tiempo la “Fundación de la Cleveland Clinic en Ohio” produjo un informe a raíz de que un muchacho de 23 años fue internado con síntomas de haber consumido un cóctel de drogas y alcohol (algo también muy frecuente en la Argentina), pero sus síntomas graves no fueron solo la intoxicación sino el comienzo del atrofiamiento casi instantáneo de toda su masa muscular. “El sujeto llegó al departamento de emergencia por conducta agresiva y alucinaciones... había ingerido 25 miligramos de Foxi media hora antes de comenzar con los síntomas...”.
Los autores del informe clínico recomendaron a las sociedades médicas norteamericanas “conocer la morbilidad y mortalidad potencialmente graves relacionadas con la Foxy y otros alucinógenos cuyos consumos aumentan cada vez más...”
Aunque erróneamente hay quienes suponen que de estas cosas no se debe hablar para no fomentar su consumo, lo cierto es que escondiendo la basura debajo de la alfombra e ignorando las consecuencias letales que aparejan estas nuevas drogas de laboratorio, nunca se logra la prevención adecuada.
La tentación de tomar unas gotas que induzcan a tener sueños infantiles es demasiado poderosa para las mentes inexpertas, pero sus consecuencias son terriblemente fatales, como recién se empieza a ver en los Estados Unidos.
Y en la Argentina, el marketing del “Foxi” ya está en pleno desarrollo.
Jueves, 10 de julio de 2008