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Interés General - Opinión
Comandante en Jefe Barack Obama.
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Lunes, 12 de octubre de 2009

Por Alberto Medina Mendez
El actual Presidente de los EEUU, Barack Obama, es el nuevo Premio Nobel de La Paz. La noticia divide al mundo y genera una merecida polémica. Tal vez, es justamente lo que intentaron al tomar la decisión de otorgarle semejante honor. Provocar un debate, instalar la discusión, establecer un hecho que no pase desapercibido para la humanidad.


Es bastante probable que la intencionalidad de la designación haya pasado, justamente, por aprovechar, ese evidente entusiasmo que generan algunos auspiciosos anuncios públicos del debutante Presidente norteamericano. Es posible que sea una forma de alentarlo a continuar en esa línea, por ahora solo recitada. Es que pueden creer, que es un modo concreto de condicionarlo, de ponerlo en una posición más frágil para cuando deba tomar decisiones bélicas en el futuro cercano.

Tal vez no sea mala estrategia, aunque algo perversa y manipuladora, pero hasta puede resultar efectiva y, en ese caso, crean que valió la pena el intento.

El mismísimo Obama se ha ocupado, en declaraciones posteriores, de aclarar su visión sobre ello, diciendo que lo tomaba más como un estímulo que como un reconocimiento a los logros. Hizo bien al esmerarse en mostrar su mirada, pero así y todo resulta, como mínimo, confuso el criterio del Comité que ha seleccionado al premiado.

Sería bueno, cuanto mejor, apostar a que este Premio Nobel tuviera señales menos zigzagueantes y destacara a aquellos que hicieron algo más específico por la paz, por construir un mundo mejor, sin guerras, o bien por aquellos que mostraron el camino del reencuentro, del acuerdo, de la convivencia armoniosa aún en las diferencias.

Millones de seres humanos en el mundo deben estar más calificados para recibir ese honor, que esta versión de Barack Obama. No es una bandera clara y contundente entregarle semejante galardón al Comandante en Jefe de la primera potencia militar del mundo. Ni siquiera es necesario apelar a los tradicionales bajos recursos argumentales que vinculen el pasado de EEUU con su realidad presente. Pero está claro que esa Nación hoy persiste con desarrollos nucleares importantes, ejércitos en países soberanos e insiste con acuerdos para la expansión de bases militares por todo el planeta.

Muchos serán los argumentos para justificar ese despliegue. La lucha antiterrorista, la teoría de la guerra preventiva, el combate contra el narcotráfico, por solo citar los más obvios y reiterativos. Algunos hasta pueden sonar válidos e inteligentes, pero así y todo, el líder de esa potencia mundial dista mucho de tener el perfil óptimo para un premio de estas características.

No es la primera vez que ocurre. Otros “Jefes de Estado” del mundo, incluso de EEUU lo han recibido, en el pasado, siendo protagonistas de su época, de conflictos bélicos históricos, pero eso no habilita a insistir en el error, a reiterar la equivocación.

Es que resulta un recorrido ambiguo el de los organizadores, hacia un mundo que reclama coherencia, discursos sólidos y consistentes. Mas aún, teniendo en cuenta que la mayoría de los habitantes del globo cuestionan las guerras, repudian el espíritu militarizado de algunas naciones, lo que incluye, obviamente, a sus conductores.

Este galardón debiera constituirse en una oportunidad para enviar un mensaje claro, inconfundible, inequívoco, a quienes aportan algo más contundente a la paz del mundo. Sobran ejemplos y entre los potenciales candidatos que se mencionaban para esta ocasión, muchos otros, reunían sobrados meritos para esta distinción.

Obama dijo en estas horas que era “Comandante en Jefe de un país que es responsable de ponerle fin a una guerra”. Es probable que su discurso suene efectista, algo demagógico incluso, pero no menos cierto es que las guerras en este mundo no existen por la presencia de un solo componente beligerante. Muchos otros responsables pululan por el planeta con similar responsabilidad.

Pero esa parte de la afirmación en la que recuerda esa posición, la de Comandante en Jefe, esa que le otorga la misma Constitución Nacional de su país, es el principal motivo por el que este hombre no debiera ser premiado con tan desproporcionado reconocimiento. Un Comandante en Jefe, la máxima autoridad de un ejército, el líder democrático de una Nación que invierte fortunas de sus contribuyentes en guerras, pero también en el desarrollo de armamento y tecnología para la muerte, mal puede ser el mejor exponente de un mundo que quiere recorrer el sendero inverso.

Nadie duda de la importancia que este Presidente norteamericano tiene. Sobre todo, porque está ante una oportunidad histórica de desandar un camino, hacia un mundo menos agresivo. Hasta se puede acordar en que, probablemente, de pasos positivos y firmes en esa línea. Es bastante factible que deje su cargo en mejores condiciones que antes en esta materia, al menos. Pero eso no debiera ser suficiente razón para otorgarle esa distinción.

Históricamente, aún con algunas contadas excepciones, este premio siempre pretendió “reconocer” la labor de una personalidad en pro de la PAZ. Esta vez optaron por un camino bastante diferente, premiar por lo que se supone está haciendo o lo que hará mas adelante. Es como si se entregara un OSCAR a una película que aun no se empezó a filmar o se está rodando, solo porque “dicen” que su argumento es bueno, su director tiene buenos antecedentes o porque los actores contratados son consagrados.

El sitio en Internet de los Premio Nobel no ensaya un solo argumento objetivo para justificar la decisión. Solo se apoya en cuestiones más que subjetivas, declaraciones, buenas intenciones y apuesta toda la mención a lo que, supone, sucederá en el futuro.

Parece una decisión equivocada, pero sobre todo porque desperdicia otra oportunidad de establecer señales claras y recuperar el sendero de lo moral, de lo correcto, en un mundo que tropieza cotidianamente en esta lucha por escaparse de su crisis de valores. El tiempo dirá que el Nobel de la Paz 2009 recayó en el Comandante en Jefe, Barack Obama.

Alberto Medina Méndez

amedinamendez@gmail.com


Lunes, 12 de octubre de 2009

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