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Sexualidad
El Placer femenino
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Viernes, 16 de octubre de 2009

Si estamos en armonía con nuestros cuerpos sabremos que la respuesta sexual recorre varias etapas identificables: deseo, excitación, clímax y resolución que se acompañan de cambios corporales. Lo que no se sabe tan bien es que aunque estas etapas transcurren en hombres y mujeres en el mismo orden, y en gran medida de la misma manera, hay diferencias esenciales. En las mujeres, las respuestas se obtienen en general a partir de estímulos diferentes que tardan más tiempo en obtener respuesta, pero los efectos son más prolongados y pueden repetirse con mayor rapidez. Los cambios son reversibles si alguna de las partes se distrae.

1.- EXCITACIÓN

El deseo, el reconocimiento de que nuestros sentimientos y sensaciones están tomando un sesgo sexual, se inicia en el cerebro. Éste envía al cuerpo mensajes que provocan los diversos cambios que conducen a la excitación.
excitacion





Cuando una mujer se excita sexualmente, su respiración se hace más rápida y su corazón se acelera. Sus labios se tornan rosados, las pupilas se dilatan y sus pezones se ponen erectos. A medida que la excitación aumenta su piel adquiere un tono rosado y se enciende, comienza a sudar y sus pechos se hinchan al llenarse con sangre.

Pero la primera respuesta de la mujer a la estimulación sexual, la que invariablemente es táctil, es la lubricación vaginal, que `puede iniciarse entre 10 y 30 segundos después de haberse iniciado la excitación. Gotitas aisladas de "mucus" lubricante aparecen intermitentemente a través de los pliegues de las paredes vaginales, como una forma de sudoración. Aunque el clítoris es el foco principal de la respuesta sexual femenina, la reacción de este órgano es más lenta y de ningún modo comparable a la velocidad de erección del pene.

A medida que la excitación sexual aumenta, las gotitas se unen para formar una capa lubricante suave y deslizante que cubre toda la superficie interior de la vagina, lo que permite una penetración en extremo fácil. El "mucus" lubricante puede aparecer en cantidades abundantes a pesar de la ausencia de glándulas en las paredes vaginales, y se piensa que se origina a partir del enorme aumento de flujo sanguíneo que se inicia casi al mismo tiempo que la excitación sexual. No se ha descubierto ningún otro origen, pero casi con toda seguridad la respuesta no es hormonal, dado que también ocurre en mujeres que se han sometido a una histerectomía completa (extracción de los órganos genitales internos).

La velocidad de respuesta del clítoris depende de si ha sido estimulado directa o indirectamente. La respuesta más rápida depende de la estimulación del área del clítoris o del área del monte. De la estimulación indirecta, incluyendo la manipulación de otras zonas erógenas, como los senos o la vagina, sin contacto directo con el clítoris, se obtiene también una respuesta definida aunque más lenta.

La única forma directa de estimulación es el tacto con los dedos, boca o pene erecto, y la mayoría de las mujeres requieren algo más que la penetración para alcanzar el orgasmo. Debido a su posición, el clítoris no recibe estimulación directa durante el coito, y los movimientos propios del pene son con frecuencia insuficientes para excitarlo hasta el orgasmo. Sin embargo, la estimulación indirecta del clítoris sí puede realizarse con la acción del pene. En cada posición del coito, el cuerpo del clítoris debería ser empujado hacia abajo y luego dejado en libertad, además de producirse la estimulación vaginal y de los senos.

A medida que la excitación sexual aumenta, la forma de la vagina cambia y se va adaptando para la penetración. Los dos tercios interiores de la cavidad vaginal se alargan y distienden; algunas veces se producen movimientos expansivos. En mujeres intensamente excitadas, esta distensión es notable. El cuello del útero y el útero son empujados hacia atrás y hacia adelante dentro de la pelvis, expandiendo posteriormente el extremo superior de la vagina.

Al mismo tiempo, el color de las paredes vaginales se modifica. En condiciones normales, la vagina es de un tono rosa oscuro, pero cambia lentamente hasta alcanzar un matiz púrpura más oscuro a medida que se incrementa el flujo sanguíneo en la misma.

2.- FASE DE MESETA





En el estado preorgásmico la vagina está tan distendida que todos los pliegues de la pared están estirados y aplanados y su recubrimiento es menor. En la penetración, el tercio exterior de la vagina se dilata con sangre, y esta distensión puede ser tan grande como para reducir hasta en un tercio la parte inferior de la misma. El aumento del flujo sanguíneo provoca la dilatación de los labios mayores y menores, que se separan, se elevan y se vuelven hacia el exterior.
meseta

3.- ORGASMO




No ha sido posible estudiar los cambios orgásmicos que tienen lugar en el clítoris debido a que éste se retrae bajo la cavidad formada por los labios menores. Sin embargo, los cambios en la vagina son mucho más fáciles de estudiar. El tercio exterior de la cavidad vaginal se contrae de forma regular durante el orgasmo, por lo general con una frecuencia de tres a cinco y hasta un máximo de diez a quince contracciones en intervalos de ocho décimas de segundo. Después de las primeras tres a seis contracciones, el intervalo de tiempo entre ellas se prolonga. Cada contracción constituye un intenso placer y esas fantásticas sensaciones desaparecen cuando las contracciones disminuyen. La duración de las contracciones orgásmicas, su grado y el intervalo entre ellas varía en cada mujer y de un orgasmo a otro. En ocasiones, cuando los niveles de tensión son más elevados, el orgasmo puede comenzar con una profunda contracción que dura de dos a cuatro segundos antes de que el espasmo muscular se transforme en una contracción muscular que dura menos de un segundo.
orgasmo

Durante el orgasmo, el músculo uterino se contare y las bóvedas se expanden formando una cámara para recibir el esperma.

4.- RESOLUCIÓN

Después del orgasmo la vagina requiere algún tiempo para recuperar su apariencia normal. Pueden transcurrir de 10 a 15 minutos antes de que la vagina recobre su coloración básica y sus pliegues desaparezcan.




El clítoris vuelve a su posición saliente normal entre 5 y 10 segundos después de haber cesado las contracciones orgásmicas, y la falta de coloración de los labios menores desaparece con la misma rapidez: en realidad estos dos procesos se asemejan a la pérdida de erección tras el orgasmo masculino. Para que desaparezca la tumescencia del glande del clítoris se requiere un proceso relativamente lento que puede durar de 5 a 10 minutos, aunque en algunas mujeres, puede prolongarse hasta media hora. Si no se alcanza el orgasmo el clítoris puede permanecer erecto varias horas después de la actividad sexual.

Viernes, 16 de octubre de 2009

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