Bs. As. (23-4-24): En las últimas horas se impuso un acuerdo tácito entre los funcionarios de Seguridad de Nación y CABA para que la jornada transcurra "sin conflictos". La ministra insiste con desplegar a las fuerzas federales en los alrededores del Congreso y la Plaza de Mayo, pero sabe que no podrá forzar a una multitud a caminar por la vereda. La interna con el gobierno porteño por el control de la calle.
Por Raúl Kollmann
Los gobiernos nacional y porteño, con notorias diferencias entre sí, bajaron mucho el tenor del operativo que desplegarán este martes ante la marcha universitaria. El tándem entre el ministro de Seguridad de CABA, Waldo Wolf, y Diego Kravetz, al frente de la Policía de la Ciudad, apuesta a que la jornada transcurra con la mayor normalidad posible: la protesta es contra Javier Milei, no contra Jorge Macri. El gran problema es la irrupción en la escena de la ministra Patricia Bullrich que, supuestamente, desplegará a las fuerzas federales por todas las zonas de tránsito de la marcha, algo para lo que no tiene facultades. Lo que corresponde es que esas fuerzas custodien los edificios federales -el Congreso, la Casa Rosada, la Catedral-, de las verjas hacia adentro, no hacia afuera. Pero Bullrich utiliza como argumento que “el gordo Mortero tiró desde 200 metros”, por lo que considera que puede expandir su área de intervención. Más allá de las bravuconadas, entre ambos gobiernos hay una especie de acuerdo tácito de “no ser estrictos en el protocolo”, porque no se podrá impedir que tanta gente camine por la avenida Rivadavia, la Avenida de Mayo y muchas otras calles en las cercanías de Plaza de Mayo. De todas maneras, harán declaraciones ampulosas, para disimular la (razonable) aflojada.
—¿Ustedes tienen claro que habrá una multitud que caminará por Rivadavia, Avenida de Mayo y muchas otras calles? ¿Tienen claro que el protocolo es inaplicable frente a miles y miles de personas que caminarán tranquilos, pero no por la vereda?— le preguntó Página/12 a un alto funcionario porteño.
—Veremos cómo se ordena —fue la acotada respuesta.
La Ciudad, en un comunicado oficial difundido este lunes, pidió finalmente que la jornada transcurra "en armonía", "de manera equilibrada" y "sin conflictos".
La interna por el control de la calle
Lo que sobrevuela es que la seguridad de CABA parece disciplinarse a lo que va decidiendo Bullrich, aunque por lo bajo admiten que la ministra invade su territorio. Los patotea, pese a que no tiene facultades reales.
Como se sabe, la ciudad es autónoma, por lo que las autoridades federales sólo tienen competencia en los edificios que son del gobierno federal, en este caso los tres señalados. Pero siempre se consideró -cuando convivían el macrismo en el gobierno porteño y el peronismo en el nacional- que los federales sólo pueden actuar detrás de las verjas de cada uno de esos edificios y, en el caso de la Catedral, detrás de las vallas que se ubican sobre la vereda. Bullrich pasa por encima de esa norma. Argumenta lo del “gordo mortero”, o aquello otro de “las toneladas de piedras que tiraron contra el congreso en 2017”. Sin embargo, la ministra llenará de policías federales, gendarmes, prefectos y policías aeroportuarios zonas que están a diez cuadras del Congreso o la Casa Rosada.
Parece evidente que hay dos posturas distintas. El gobierno porteño siente que es un reclamo que no le pega directamente, sino que va contra el gobierno nacional. Para Bullrich, la cuestión es muy diferente: la no aplicación del protocolo es un golpe a su autoridad y, encima, se trata de una protesta contra Milei, en el grupo etario que más lo votó.
Sin dudas el riesgo está en las provocaciones de los efectivos federales, envalentonados por Bullrich. Ya registran el antecedente de haber disparado balas de goma hasta contra personas -incluso periodistas- que estaban en la vereda, no ocupando una calle. Eso fue lo que ocurrió en febrero, cuando se discutía la Ley ómnibus y los manifestantes se concentraban frente al Congreso. No es que las fuerzas federales respondieron a un ataque, ni con morteros ni con piedras: el único objetivo-capricho era imponer el protocolo Bullrich.
Habrá que ver cómo se desarrolla la jornada de este martes. Desde el domingo, el gobierno viene amenazando con el protocolo. Es una forma de intimidar a los que están pensando en marchar, haciéndoles creer que puede ser peligroso. Sin embargo, lo habitual es que las cosas se desarrollen sin inconvenientes: fue así en la multitudinaria marcha del 24 de marzo, el Dia de la Memoria. Y en tantas otras oportunidades.
La estrategia de Milei también consiste en difundir a través de sus trolls y los medios alineados que se trata de una marcha de la izquierda, de los partidos, de los políticos, de exfuncionarios; insisten en que la universidad no hace otra cosa que adoctrinar -pese a que gran parte del gabinete estudió en la universidad pública- y que todo es un curro. Como es habitual, la base son informaciones falsas y datos falsificados sin fuente alguna.
El entorno de Milei, mientras tanto, le dibuja la fantasía de que es un referente internacional, que el mundo admira su gestión y que tiene un gran respaldo. La realidad es que las encuestas le dan mal (muy mal) principalmente en cuatro temas: el manejo del dengue, las prepagas, las jubilaciones y las universidades. Esto último indica que la protesta tiene consenso, legitimidad en la población. De manera que se transitará un sendero delicado: cualquier provocación, cualquier violencia gubernamental, puede encender una chispa de consecuencias imprevisibles.
Martes, 23 de abril de 2024