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Sexología
¿Varios tipos de orgasmos femeninos?
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Lunes, 16 de noviembre de 2009

“En la variedad está el gusto”. ¿Y el placer femenino, es variado?, ¿tienen las mujeres diferentes tipos de orgasmos, o es el mismo y lo que cambia es la estimulación?

El cuerpo femenino es susceptible de excitación desde los pies a la cabeza, por lo que el orgasmo puede alcanzarse por toda la geografía corporal. Algunas mujeres lo han experimentando a través de la estimulación del pecho, al imaginar escenas eróticas o con un simple cruce de piernas. En honor a la verdad, hemos de decir que estas afortunadas son una minoría, que están dotadas de mayor sensibilidad, sugestión y capacidad mental para focalizar en las sensaciones placenteras.

Ahora bien, ¿se siente el placer de la misma manera según sea la zona estimulada?. Para responder a estos interrogantes, quizás ayude recordar que con la revolución sexual se asentaron las bases del rol activo en la sexualidad por parte de las féminas. Todo esto empezó a abrir el abanico de posibilidades con las que la mujer podía sentir deleite sexual, más allá de la mera penetración mecanizada.

Los estudios científicos no parecen haber demostrado la existencia de distintas clases de orgasmos. Cuando se ha valorado la respuesta fisiológica (vasocongestión genital, lubricación, contracciones uterinas) de los orgasmos femeninos, no se han apreciado diferencias significativas, a pesar de variar los modos de estimulación (anal, coital, clitoriana). Lo que sí se ha encontrado es diversidad en las preferencias subjetivas, o en la intensidad con que lo vivían.

Tenemos que remontarnos hasta Freud para hallar una de las primeras fuentes que discriminaban entre diferentes clímax. El psicoanalista defendía que había dos clases: los orgasmos infantiles procedentes de la manipulación clitoriana, y los adultos, con origen en la vagina. Con este esquema, la mujer que no los alcanzaba vaginalmente presentaba una sexualidad que era etiquetada de inmadura y patológica.

Se puede leer entre líneas el estado de alarma que subyace a esta teoría, ante el temor de que la mujer acabara prescindiendo del coito y peligrara la reproducción al haber encontrado en su propio cuerpo un zona de placer que podía ser estimulada por ella misma. Esto no sólo es cómico, sino irreal pues la cópula sigue y seguirá valorándose, ya que añade componentes emocionales y de comunicación al acto físico del sexo que no otorga el autoerotismo.

Llevado al extremo y a planteamientos radicales esos prejuicios se materializan en la práctica de la ablación (extirpación que hacen en la niñez) de parte de los genitales externos de la mujer en algunos pueblos de África (Egipto, Somalia, Sudánn, Senegal…), que atenta contra la integridad, salud y derechos humanos del género femenino. Aunque parezca increíble, no es cosa del pasado, sigue ocurriendo en la actualidad.

Punto g
Aún así, algunas de estas ideas perduran a nivel inconsciente en la culpabilidad o vergüenza que sienten algunas damas cuando se estimulan el clítoris durante la relación sexual, pues creen que con ello están dejando en evidencia a su compañero, quien “debería” satisfacerlas completamente con el único protagonismo del pene. Otras creencias irracionales que esconden son los miedos a no llegar a la cima sexual vaginal por haber practicado o abusado del autoerotismo clitoriano

No ha sido un tema que haya dejado indiferentes a los investigadores. Singer y Singer propusieron tres tipos de orgasmos, a los que concedían igual valor, sin menosprecio de ninguno:
-El vulvar. Al que se llega por medio del coito o estimulación externa manual. No genera sensación de saciedad sexual, con lo que puede volver a experimentarse otro a los pocos segundos o minutos.

-El uterino, resultado de la penetración vaginal. Va precedido de la contención respiratoria y acaba en exhalación a su término. Se asocia más a un estado de relajación y plenitud sexual, por contraste con el primero.

-El mixto, en el que se combinan los dos anteriores. La retención de la respiración es previa a la contracción de los dos tercios de la vagina.

Pero su hipótesis tampoco ha sido aceptada. Tengamos en cuenta que el clítoris no es sólo la parte externa visible, sino que sus raíces se prolongan hasta la entrada de la vagina detrás de los labios mayores y menores. Esto quiere decir que las fronteras entre el placer vaginal y el clitoriano se desdibujan. De hecho, con la introducción del pene puede llegar a estimularse el hueso del pubis y esas otras zonas anteriormente señaladas, con lo cual en el orgasmo femenino acaba estando implicado el clítoris, incluso sin que haya sido manipulado directamente desde el inicio.

Las mujeres mayoritariamente (98%) eligen la estimulación del clítoris fundamentalmente, tanto en la masturbación individual como en las relaciones de pareja, en las que lo complementan con la penetración, dado que así aumentan la probabilidad (90-96% ) de logran vivenciar el clímax. Sólo un 2% opta por masturbarse exclusivamente por medio de la estimulación vaginal, en cuyo caso solo el 4% de las veces llega al orgasmo.

Ante el aparente triunfo clitoriano, no podemos olvidar tampoco que hay lugares de la vagina (los primeros centímetros, concretamente el primer tercio anterior), que son susceptibles de mayor erotismo y excitación sexual, puesto que constan de más terminaciones nerviosas que la conceden una mayor sensibilidad ante el coito u otros procedimientos.Orgasmo femenino

Al final, en todos los orgasmos, directa o indirectamente, interviene el clítoris. Hoy en día se sabe que el clímax femenino es uno solo. Eso sí, para obtenerlo se precisa de diferentes maneras de estimulación según qué féminas. Al frotar directamente el clítoris los tiempos para llegar a la plenitud sexual se equiparan a los del hombre. Por contraste, con la penetración exclusiva, se suele tardar más, salvo que se propicie en determinadas posturas que faciliten la estimulación indirecta clitoriana.

En líneas generales habría personas del sector femenino que viven con mayor intensidad y rapidez los orgasmos conseguidos por autoestimulación, que los generados con la masturbación en pareja o la cópula. Esto se explica considerando que con la entrada del pene, la contracción de los músculos perivaginales encuentra más resistencia para poder extenderse con plenitud, y esto se concreta en la percepción del placer de forma más calmada o menos enérgica.

Todo lo expuesto hasta aquí nos lleva a concluir que sigue sin justificarse la existencia de una tipología de orgasmos, y más bien todo apunta a que la vivencia pueda ser subjetivamente diversa al modificar las clases de estimulación


Lunes, 16 de noviembre de 2009

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