Bs. As. (5-2-25): Apenas dos semanas después de que (el lunes 20 de enero) el presidente Donald Trump firmara un decreto para retirarse de la Organización Mundial de la Salud (OMS) argumentando una supuesta mala administración de la pandemia, el primer mandatario argentino acaba de dar a conocer a través de su vocero que toma la misma decisión.
Por Nora Bär
Milei excluirá a la Argentina de la red de colaboración internacional que permite tomar decisiones de salud pública basadas en la mejor evidencia disponible
En un comunicado que circuló por redes sociales, argumentó que lo hacía porque la organización internacional “promovió cuarentenas sin sustento científico”, “sus recetas no funcionaron” y “limita la soberanía de los países”. También dejó trascender que de ese modo se ahorrarán 10 millones de dólares anuales (una milésima del presupuesto 2025 vigente para pagar deuda y más o menos un tercio de lo dispuesto para la Secretaría de Medios).
Todas esas aseveraciones son falsas o engañosas. “Es irrefutable que el aislamiento es efectivo, ya que si las personas no están en contacto no se contagian –explica el físico Jorge Aliaga, integrante del directorio del Conicet y uno de los que más hizo por difundir los hallazgos sobre cómo las deficiencias de aireación en ambientes cerrados promovía la transmisión–. Lo que ponen en discusión es otra cosa. Si las vidas que se salvaron valieron el costo económico y social del aislamiento”. Valga recordar que todo esto se puede recuperar, pero las vidas que se fueron…
Por otro lado, si bien es cierto que hubo errores, algunos de ellos descubiertos por científicos en todo el mundo (entre ellos, el más ostensible es el haber demorado en reconocer que el virus se mantiene suspendido durante horas en el aire, lo que influyó en las estrategias elegidas para controlarlo), también lo es que el balance final, por lo menos medido en vidas humanas, hubiera sido aún más trágico en un mundo completamente desarticulado. Una de las funciones de la OMS fue justamente facilitar el acceso a la información que se renovaba y corregía día tras día y, a veces, hora tras hora.
La OMS también coordinó el fabuloso esfuerzo de desarrollo de vacunas que permitió dominar la pandemia, supervisó su aprobación e intervino en las medidas dispuestas para facilitar el acceso a ellas por parte de los países más pobres.
Por último, la OMS no tiene ningún sistema de policía, ni multas, ni sanciones a los países que no implementan sus propuestas. Se nutre de la información de los Estados miembros y ofrece un foro internacional en el que se discuten estrategias sanitarias basándose en las mejores evidencias disponibles.
Entre sus funciones, están la de elaborar el listado de medicamentos esenciales, la clasificación internacional de enfermedades, el Reglamento Sanitario Internacional, producir recomendaciones y asesorar en el diseño y ejecución de estrategias sanitarias, entre otras. En el caso de que el retiro de la Argentina se concretara, el país ahorraría 10 millones de dólares anuales, pero perdería muchísimo más. Esta gestión llegó con la premisa de “integrarnos al mundo”, pero en su lugar nos está llevando al aislamiento.
La reacción de legisladores y sanitaristas en las redes no se hizo esperar: “Es una decisión que retrasa el lugar de la salud argentina en el mundo. Nos deja solos y desamparados para mejorar las estrategias sanitarias y transitar futuras complicaciones –escribió el ministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires, Nicolás Kreplak–. Es una medida que al menos debería haber sido discutida en el Consejo Federal de Salud (Cofesa), con todos los ministros y ministras. Esto nos impacta de manera directa”.
Arnaldo Medina, rector de la Universidad Nacional Arturo Jauretche, afirmó: “La participación de Argentina en la Organización Mundial de la Salud fue, históricamente, un pilar fundamental para el desarrollo de políticas públicas basadas en la cooperación internacional, la evidencia científica y el intercambio de conocimientos”.
“La decisión de Trump tiene que ver con el ahorro, unos tres mil millones de dólares que para ellos no es nada, pero que van a influir en muchas de las actividades que la OMS desarrolla en los países más pobres del mundo, sobre todo los que no acceden a vacunas, y va hacer necesario que aportantes privados u otros países aumenten sus cuotas –explica Pablo Yedlin, ex ministro de Salud de Tucumán y diputado nacional de Unión por la Patria–. Ahora, la Argentina recibe mucho más de la OMS de lo que le da. Somos un país periférico. Estas decisiones que toma Estados Unidos a nosotros nos influyen negativamente. No es que los Centros de Control Epidemiológico de los Estados Unidos (CDC) o la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) van a trabajar ahora para los argentinos. Y pensemos que muchas investigaciones que lleva adelante la ciencia norteamericana en temas de salud están detenidas por orden de su presidente”.
La OMS se creó en 1948 y desde el año siguiente la OPS actúa como su oficina regional para el continente americano. Desde el punto de vista jurídico, la decisión de retirarse debería haber pasado por el Parlamento y se estima que podría tardar un año en hacerse efectiva. Según el constitucionalista Andrés Gil Domínguez, "para que el Estado argentino pueda ´irse´ de la OMS se requiere la aprobación previa del Congreso con una mayoría simple y la denuncia surtiría efectos a partir del año de notificada".
Según un documento de la Fundación Soberanía Sanitaria, entre las consecuencias que tendría dejar de integrarla estarían que laboratorios prestigiosos como el Incucai, el Malbrán y la Anlis perderían el status de “centros colaboradores” y quedarían fuera de las redes internacionales que mejoran prácticas, fortalecen capacidades y brindan reconocimiento internacional. El país también tendría mayor dificultad para acceder a información en tiempo real sobre la circulación de agentes infecciosos y emergencias en salud pública, perdería el apoyo a programas de enfermedades transmisibles y no transmisibles, salud mental, materno infantil, vacunas. Los funcionarios y profesionales de la salud verían vedada su participación en redes de trabajo y rees de actualización sobre temas relevantes, y se haría más difícil acceder a financiación externa para programas y proyectos que promuevan mayor calidad sanitaria.
Tampoco contaríamos con el apoyo de las unidades especializadas de emergencia de la OPS ni de sus equipos técnicos de respuesta rápida y logística de insumos en salud.
Concluye Yedlin: “Esto es un retroceso. Más allá de las críticas que la OMS pueda haber recibido por la pandemia, que a pocos días de haberse detectado [los casos de neumonía atípica] ya tuviéramos el virus secuenciado y antes de un año, varias vacunas efectivas, sin la OMS no hubiera ocurrido. No sólo es un error, sino completamente innecesario. Es una decisión equivocada que va a tener costos importantes”.
Miércoles, 5 de febrero de 2025