El presidente brasileño arribó con una numerosa comitiva. Cenó con Cristina, con quien discurtirá créditos blandos y aviones para Aerolíneas. Escozor en Brasil por la presencia de Hugo Chávez, con quien discutirán asuntos energéticos.
Con Cristina Kirchner no se veían desde la cumbre del Mercosur en Tucumán. (Télam)
Luiz Inácio “Lula” da Silva llegó ayer a Buenos Aires más acompañado que nunca: su comitiva incluye 350 empresarios, seis ministros y una fuerte tropa de funcionarios de primera línea. Todos ellos vienen a llevarse, entre otras cosas, una impresión de primera mano del país que los mantuvo en alerta en los últimos cuatro meses.
El presidente brasileño podrá ejercitar su papel preferido: el líder regional que acude a sostener a quien lo necesite en los momentos más delicados. Y la presidenta argentina también podrá sacar provecho: hará declaraciones sobre inversiones extranjeras, balanzas comerciales, unidad regional, y evitará por unas horas temas más incómodos. No todo será apacible. “Brasil trabaja con la hipótesis de una crisis institucional severa en la Argentina. Brasil se entiende líder regional y todos sus gestos hay que analizarlos desde ese punto de vista”, advirtió Diego Guelar, ex embajador argentino en los EE.UU.
“Es inevitable que hablen de lo que ocurrió en Ginebra”, admitieron en la comitiva brasileña. La última ronda de Doha convocada por la Organización Mundial de Comercio, en la ciudad suiza, dejó un saldo agrio para las relaciones de los dos países, que llevaron una postura común pero que terminaron divididos. En Brasilia relativizaron la diferencia; en Buenos Aires se habló de traición. “Hay que poner la cabeza en remojo y negociar condiciones beneficiosas para la región. Fue igual de perjudicial para la Argentina, como para Brasil, no haber llegado a un acuerdo en Doha”, señaló Cesar Luis Godoy Pereyra, presidente de la energética brasileña ALUSA.
La primera sorpresa que se llevó Lula fue que el gobierno argentino promocionaba una reunión trilateral con el presidente venezolano Hugo Chávez (quien organizó una visita sorpresa). Los funcionarios brasileños hacían, anoche, grandes esfuerzos para explicar que eso era imposible por una cuestión de horarios y agenda. Lo cierto es que Lula está harto de que el venezolano se le cuele en las reuniones.
Lula llegó con, al menos, seis ministros: de Relaciones Exteriores, Celso Amorim; de Defensa, Nelson Jobim; de Desarrollo e Industria, Miguel Jorge; de Comunicación, Franklin Martins; la jefa de la Casa Civil –una suerte de Jefatura de Gabinete–, Ilma Rousseff, y de Turismo, Luiz Barreto. Los 350 empresarios brasileños participarán hoy de un seminario organizado por ambos gobiernos en el Sheraton y de rondas de negocios con una delegación de unos doscientos empresarios argentinos, liderados por el presidente de la Unión Industrial Argentina, Juan Carlos Lascurain. “Si todo funciona bien, los resultados los veremos dentro de un año”, señaló un funcionario brasileño.
Cerca de Jorge Taiana confían en que estas reuniones sirvan para achicar el déficit comercial. “Creo que los dos países hasta hoy discutieron qué aranceles se aplican de uno y otro lado y ahora deberían discutir la creación de cadenas de valor que permitan suplantar la competencia por la posibilidad de actuar en conjunto”, señaló a este diario Aníbal Jozami, director de la revista Archivos del Presente y rector de la Universidad de Tres de Febrero. Hay dando vueltas algunos negocios más urgentes. Embraer podría cerrar la venta o el alquiler de aviones a Aerolíneas Argentinas o, incluso, definir la fabricación de aeronaves en Córdoba, tras la salida de la Lockheed. Brasil subrayará los créditos que otorgará a través del Banco de Desarrollo a empresas que podrían invertir en nuestro país (la inversión de ese país representa el 25% del total de la inversión extranjera en la Argentina, unos mil millones de dólares anuales).
Está previsto que los funcionarios discutan sobre una disputa comercial que enfrenta a molinos de uno y otro país. A las 21 de ayer, Cristina y Néstor Kirchner llegaron a la residencia del embajador de Brasil, el Palacio Pereda, en Alvear y Cerrito. Los acompañaban el canciller Jorge Taiana, el secretario Carlos Zannini y el gobernador Daniel Scioli. Llevaban en sus caras la ilusión de conseguir buenas noticias para anunciar en las próximas horas.
Lunes, 4 de agosto de 2008