Aunque no existe una respuesta tajante y definitiva, se puede hablar de sexualidad normal cuando todas las conductas surgidas al fragor de la relación sean parte de un acuerdo de placer mutuo. En mi experiencia a lo largo de años de trabajo en clínica sexológica, y a través de los medios de comunicación, he constatado que la pregunta más reiterada que suele formular y formularse la gente es:"¿Mi conducta es normal?".
Poco importa si la conducta que se describe luego es banal, en extremo corriente o si se aparta de lo esperado. En la intimidad de las personas se producen acciones que a veces son guardadas como un profundo secreto compartido. Algunos las sienten como normales, mientras que para otros son auténticas aberraciones.
Durante siglos lo que se consideraba normal en sexualidad quedó identificado a priori con lo natural y aceptable. Había, pues, vías naturales, posiciones naturales, finalidades correctas. Y aunque dichas regulaciones pudieran operar más en el plano del ideal que en el dominio de las conductas concretas, de todas formas persistieron como un referencial de comparación.
Si de normalidad se trata, debe fijarse, por definición, algún elemento de comparación, el eje a partir del cual se establecen las semejanzas y las diferencias. Cuando menos en esas latitudes la gente solicita del experto algún pronunciamiento más definitivo que lo de "toda conducta es normal si parte de un acuerdo entre las partes".
Pero, ¿qué es, lo "natural"? ¿O qué leyes generales rigen en el terreno de la sexualidad?
En ausencia de la cultura o la educación, la especie humana se vería condenada a la extinción, porque nada en nuestros genes indica cuándo, cómo y con quién copular. Las conductas sexuales son aprendidas y la naturaleza poco tiene que ver en dicho aprendizaje.
La etología se ha encargado de develarnos los yerros más bien patéticos en que incurren algunos animales cuyo proceso de socialización ha sido alterado y que intentan copular con las personas que los han criado en lugar de hacerlo con los individuos de su propia especie.
En el campo de la sexualidad humana, todo lo que alguna vez quedó perfilado como "natural" ha dependido en realidad de ciertas concepciones religiosas o científicas acordes al período histórico en que ellas fueron formuladas.
Cualquier definición de normalidad debería tener en cuenta distintos parámetros, entre los que se incluyen el estadístico (es decir, el que determina cuál es la conducta de la mayoría) en lo religioso, evolutivo, psicológico, cultural, antropológico, social, legal y moral.
Sábado, 13 de febrero de 2010