Desde que asumió la Administración el gobernador Ricardo Colombi, dentro de la Policía se viene librando una batalla política por la conducción de la fuerza. Esta “feroz interna” salió a la luz a fines de enero; pero en ámbito político y policial se la conoce desde que el Mandatario ganó las elecciones. El Subsecretario de Seguridad y la Familia Policial “bombardean” al Ministro de Gobierno y al Jefe de de la institución. Acusaciones de “incompetencia” y denuncias de “corrupción”, encubren un trasfondo político que está rompiendo el verticalismo y divide a la fuerza.
El movimiento huelguista, que entre abril y mayo del 2008 protagonizaron los agentes, dejó fuertes divisiones entre los comisarios de alta jerarquía, grupos de oficiales y agentes. Aquel hecho social y político “rompió la estructura verticalista de la fuerza”, dividió a los uniformados y dejó divisiones, recelos y heridas que no sanaron.
También dejó “actores sociales instalados” y legitimados, como la autodenominada Familia Policial. Este grupo de civiles (familiares y amigos de agentes) y ex integrantes de la fuerza jugó su carta política en las elecciones del año pasado. Un importante sector apoyó y trabajó por la candidatura de Ricardo Colombi.
Una de las caras visibles de este grupo es la polémica Juana Gómez (propietaria de una empresa de seguridad y con hermanos agentes), que hoy oficia de agente de crispación y punta de lanza que ataca a la actual conformación de la cúpula de la Jefatura y reprueba las políticas que dicta el Ministerio de Gobierno.
Además de reclamar por mejores condiciones laborales y salariales para los uniformados, Juana Gómez y la Familia Policial persiguen otros objetivos políticos: imponer nombres para ocupar altos cargos dentro de la fuerza y dictar criterios en materia de seguridad.
Una muestra de ellos es el nombramiento de Guillermo Weyler, por el Gobernador, como Subsecretario de Seguridad. En 2008 la cúpula le concedió al ahora funcionario el retiro voluntario. Una manera elegante de sacarlo de la fuerza, en la que molestaba a los altos mandos, entre otras cosas por su cercanía con los policías movilizados.
Pero Ricardo Colombi no le concedió todo a la Familia Policial. El Ministro de Gobierno, Gustavo Valdés; y el Jefe de la Policía, Juan Ojeda, fueron nombrados por pedido de su entorno político íntimo.
Sobre todo el nombramiento de Ojeda es lo que incomodó y desató la furia de la Familia Policial. En 2008 “cuando nosotros hacíamos los reclamos, él era el encargado de realizar los sumarios”, disparó días atrás Juana Gómez, quien además acusó al titular de la fuerza de ser un “terco que no tiene voluntad de escuchar”.
Pero también están las acusaciones y las desautorizaciones. El 3 de febrero el Subsecretario de Seguridad denunció que dentro de la Policía hay “bandas delictivas” integradas por agentes que realizan “negocios ilegales”. El Ministro de Gobierno, Gustavo Valdés, salió a desmentir esas acusaciones y lo desautorizó: “fueron declaraciones desafortunadas”, dijo. Dos días más tarde (5 de febrero) un cabo de la comisaría Quinta de Capital fue apresado, acusado de cometer asaltos y de ser el autor de, por lo menos, 12 atracos.
Ayer ocurrió lo mismo. Dos efectivos y administrativo de la Dirección de Investigación Criminal (la Brigada) fueron detenidos acusados de “extorsión y de armar causas”. Estos dos sucesos le dieron la razón a Weyler y dejaron al descubierto la “corrupción” y las “mafias” que están enquistadas en la fuerza.
Otro hecho expuso a los dos sectores que pujan por el control y la conducción de la Policía. El tire y afloje por trasladar a los nueve agentes de la Comisaría Sexta de Capital, investigados “por ser seguidores de grupos cumbieros”. Juana Gómez amenazó con “instalar una carpa en la plaza 25 de Mayo”, en señal de repudio a esta decisión. Por ahora los traslados se detuvieron y el caso está congelado, aparentemente con el guiño del Gobernador.
El “gran malestar” y la “feroz interna” ya son indisimulables. Por ahora Valdés sostiene a Ojeda que se quiere ir, ante la desautorización pública y los ataques que recibe de Juana Gómez.
Desde el 2008 que la Policía no es la misma. Ahora están sucediendo hechos de corrupción y operaciones políticas internas que, primero, están carcomiendo la estructura de la fuerza. Y segundo, le hacen perder credibilidad y seriedad; por lo que la Policía se aleja cada vez más de la sociedad, que es la única indefensa.
Sábado, 10 de abril de 2010