El Tantra es la dimensión del sexo que se utiliza para expandir la conciencia, y no tiene como objetivos principales la reproducción o el mismo orgasmo.
La práctica tántrica puede ser sinónimo de sexo tranqulizante, y así puede por ejemplo utilizarse para aliviar el insomnio o incluso como agente curativo. Pero, en nuestra sociedad occidental esta dimensión es normalmente reprimida, por prejuicios culturales y condicionamientos sexuales que no nos permiten tener una actitud sana y libre hacia el sexo.
Entre esos prejucios, podemos mencionar los sentimientos de culpa que se sienten debido a que se piensa que algunos comportamientos son malos, enfermizos, anormales, o pecaminosos. Por otro lado, los condicionamientos son por ejemplo el hecho de que para tener una relación sexual, debemos estar en un momento perfecto, con todas las condiciones a favor, sin tensión, sin dolor de cabeza, y totalmente estables emocionalmente. Estas circunstancias perfectas casi nunca se dan, y cuando ocurre es cuando la gente se perimite experimentar en el sexo, para llegar al orgasmo, que se ve como el único fin, y por lo tanto lo más importante de la unión.
El problema con esto es que primero al restingir la posibilidad de hacer el amor a las circunstancias perfectas, casi nunca se puede, y además, se evita que el sexo sea la forma por la cual se alcance el equilibrio psíquico y físico que hemos perdido por el enfrentamiento diario con la vida.
Ahora bien, la expansión de la conciencia que busca el Tantra, se logra por efectos que el tacto tiene sobre los estados cerebrales y sobre la personalidad, y la experiencia sexual es ante todo -según el Tantra- una actividad donde se experimentan intensas sensaciones táctiles.
Por esta razón es que el camino hacia el despertar tántrico se inicia con el reconocimiento y la superación de los prejucios sexuales que nos reprimen, pero también se necesita de una total conciencia de los gónadas. Para lograrlo hay que aprender a contraer los esfínteres anal y uretral. Tal contracción se aprende con uno de los ejercicios tántricos que provienen de la tradición ancestral del Medio Oriente.
El ejercicio se denomina Mula Bandha, y es la contracción del pirineo o pelvis que empieza en el esfínter anal y abarca lo genitales.
Para realizar este ejercicio hay que sentarse en posición erecta en cualquier postura que resulte cómoda, con las palmas de las manos sobre los muslos. Seguidamente, es necesario concentrarse en la región anal. Para ello, se debe tomar conciencia del piso o de la silla donde se está ubicado. Se pone presión sobre los glúetos, y luego se dirige la atención hacia el ano en sí.
A continuación, se inhala la mitad del aire que cabe en los pulmones, y se sostiene la respiración. Poco a poco, se procede a contraer el ano al máximo, y no debe soltarse la respiración.
En este punto, las mujeres deben extender la contracción del suelo pélvico desde el ano hasta que se produzca un tirón en los labios vaginales. Por su parte, el hombre debe hacer lo mismo hasta que sientaun tirón en sus testículos. Por último, se relaja la contracción pélvica totalmente, se aspira lentamente y se exhala suavemente.
El Mula Bandha tiene muchas ventajas que no sólo abarcan el ámbito sexual, sino que incluyen beneficios físicos como el alivio del prurito anal, la prevención de las hemorroides, y la estimulación del sistema urogenital. Además, en las mujeres reafirma los tejidos de las paredes vaginales y reduce la anorgasmia. En el caso de los hombres, reduce la incidencia de la eyaculación precoz y de la impotencia.
Pero de la misma manera, el Mula Bandha se considera un gran ejercicio de la práctica del Tantra, pues ayuda a despertar el primer chakra denominado Muladhara, que iniciará así el despertar del Kundalini.
Miércoles, 21 de abril de 2010