Por Gabriel Link
El motivo de los 200 años de la fundación de “La Gaceta de Buenos Aires” parece bueno para hacer un poco de introspectiva, algo poco común en los medios. El destacado periodista Eduardo Aliverti sentenció días pasados que cada vez se habla y se escribe peor en los medios nacionales, ¿Qué esperar entonces de los medios del interior, donde el 90% de los comunicadores no tenemos formación terciaria y el solo hecho de encontrar un patrocinio político y un audaz que nos ceda un micrófono nos convierte en periodistas?. Por otro lado, la derrota de la vocación a manos de la salida laboral sentenció la muerte de la pasión periodística.
“Clarín ataca como partido político y se defiende con la libertad de prensa” (Cesar “Chacho” Jaroslavsky)
Como cada año, este 7 de junio los medios se excederán hasta el aburrimiento en contar la remanida historia de Moreno y la “Gazeta de Buenos Ayres”, las audiencias de cada programa de radio sugerirán públicamente que nosotros somos los mejores, los más honestos y valientes, y ni hablar de los políticos, ese día, todos nosotros seremos “dignos representantes de la prensa independiente” y nos agradecerán por “el importante trabajo que hacemos cada día en pos de la consolidación del sistema democrático” y bla, bla, bla…. Todo esto, con motivo del “bicentenario”, se multiplicará por 200. Nadie dirá la verdad, nosotros nos masturbaremos mentalmente con tanto halago, agradeceremos -como corresponde-, felicitaciones que no son honestas y prometeremos todavía más honestidad y más valor; los oyentes se pavonearán por haber salido “en la radio”; los políticos aprovecharán el día para intentar limar asperezas con periodistas poco amigos y los militares y policías nos invitarán a desayunar, almorzar y cenar.
Es por eso que, ante la llegada del huracán de la hipocresía, que ronda nuestras radios cada 7 de junio, insisto, nada mejor que la conmemoración del día del periodista para mirar profundamente hacia dentro. Sobre todo en los tiempos que corren.
Si bien la historia del periodismo muestra antagonismos similares (y paralelos) a los políticos, será, casualmente, el bicentenario un punto de inflexión en la historia de los medios argentinos por el nivel de enfrentamiento entre corrientes periodísticas. Aunque no sea estrictamente cierto que la guerra desatada por Clarín contra el gobierno -que osó meterse con sus intereses financieros- haya sido el único motivo del estado actual de las cosas, esto sirvió como disparador para mostrar que el autopromocionado “periodismo independiente” no es otra cosa que todo lo contrario al enunciado.
Los medios oligopólicos construyen a diario una agenda sesgada, basada en premisas falsas elaboradas a partir de datos verdaderos, aunque narrados por la mitad y aderezados a gusto de la corporación, y obligan a sus periodistas a perder de vista los objetivos centrales de este oficio, la búsqueda de la verdad queda en un segundo plano frente a los intereses de las corporaciones mediáticas, que son, ni más ni menos, que los mismos de cualquier corporación financiera.
La construcción diaria de una realidad virtual desde los medios no es nueva en el país, (si bien ocurrió siempre llegó a su clímax durante la dictadura y el menemato), lo que es nuevo es que esa realidad virtual se dé de patadas con el poder político, lo novedoso es que esa realidad virtual no tenga como socio capitalista al gobierno nacional. Por primera vez son los propios medios y no el gobierno, quienes operan como censores frente a sus propios periodistas y lo hacen a través de los sueldos. La corporación acapara a todos los comunicadores masivos pagándoles verdaderas fortunas, y es, en defensa de esos privilegios, que los periodistas terminan convirtiéndose en meros “repetidores” de una “realidad redactada” cada día monolíticamente, al antojo de la empresa en la que trabajan, por los jefes de redacción y los gerentes de noticias. Y como los intereses son compartidos por todas ellas es que trabajan organizadamente sobre una agenda común.
Como contracara, un pequeño grupo de periodistas, más dedicados a militar que a informar, intentan contrarrestar lo que parece una verdadera masacre a un gobierno que, aunque sobreactúa, está cumpliendo medianamente bien el mandato que le encargó el pueblo aquel 25 de mayo de 2003. Estabilizar la economía y achicar la brecha entre los que más y los que menos tienen.
Un caso paradigmático es el de Marcela y Felipe Noble, el manejo judicial de esta causa no solo está tapado por los medios corporativos, fue controlado durante seis años por el grupo Clarín, mediante la aplicación de extorsiones sobre la justicia.
Roberto Marquevich fue un juez que no aceptó las presiones del grupo y hasta se animó a detener a su propietaria por la apropiación ilegal de sus hijos adoptivos, El diario lo sometió a tal catarata de denuncias que en poco tiempo terminó destituido, logrando que la causa pasase entonces a manos del Dr. Conrado Bergessio quien, inmediatamente dictó la falta de mérito de Ernestina Herrera de Noble y planchó la causa durante seis años. Desde entonces el resto de las empresas que conforman la corporación mediática borró “solidariamente” el tema de la agenda, sepultando la noticia y permitiendo que, de la noche a la mañana, una apropiadora de niños se convirtiera en víctima.
Gobernadores e intendentes radicales estatizan el método
A diferencia de lo que ocurre en los medios nacionales, en nuestra provincia se da una situación calcada, aunque inversa. Son los gobiernos comunales y el provincial los que pagan a los periodistas que aceptan las reglas (la mayoría) y les escriben los libretos. Dándose la extraña situación de que para los medios nacionales “todo está mal”, mientras que para los medios provinciales “todo está bien”. Y pareciera que no todo está bien en una provincia que, luego de una década de gobiernos radicales pasó a ser la más pobre del país. Pero esa agenda, controlada por los Colombi permitió que se reeligieran una y otra vez mientras los medios repetían a coro un discurso único y estupidizante, para un lado o para el otro, los discursos eran iguales, sencillamente porque los primos son iguales.
La construcción del colectivo imaginario se ha convertido en un trabajo rentable y requiere, necesariamente, de tres instrumentos, alguien dispuesto a pagar, alguien dispuesto a mentir o callar y alguien dispuesto a creer y difundir “lo que dice…”, “…la radio”, “…la tele” o “…el diario”. Esa construcción, al igual que la nacional, se hace mediante argumentos sólidos, elaborados por especialistas y que invariablemente tienen algún fondo de verdad, claro que ese fondo de verdad estará deformado y dirigido a cada franja poblacional de la manera más conveniente.
Tal vez sea este el peor momento del periodismo correntino, la falta de formación es evidente y progresiva, casi la totalidad de los medios gráficos están pésimamente escritos y las radios llenas de gente que no sabe hablar y tampoco tiene autonomía para decir lo que siente. La mayoría de los programas y los medios escritos parecieran libretados por el gobierno provincial o por los intendentes, pues las jugosas pautas publicitarias incluyen silencio absoluto. Los radicales no admiten el disenso, son los peores en ese sentido y pagan mucho para garantizar el mutismo periodístico.
No es este un buen día del periodista, no hay mucho para celebrar pues no estamos haciendo bien nuestro trabajo. Desde hace varios años la renovación lógica que se produce en los medios tiene más que ver con una búsqueda laboral que con la cristalización de un sueño. La información ya no se procesa en reuniones de producción, hoy se procesa en reuniones políticas. El periodista ya no es aquel ser apasionado que se obsesionaba por chequear un dato tres veces para convertirlo en noticia. Las cinco preguntas básicas del periodismo (¿qué?, ¿cómo?, ¿dónde?, ¿cuándo? y ¿porqué?) quedaron superadas, hoy solo hacemos una… ¿Cuánto?.
Es necesario recuperar la pasión perdida, sin ella no saldremos de esto en lo que nos convertimos, simples mercenarios al servicio de la corporación que más plata ponga, para callarnos o hacernos hablar.
Domingo, 6 de junio de 2010