Por Gabril Link
La derecha dice que el peronismo fue una dictadura, de hecho lo hacen un poco porque Perón fue un tipo muy autoritario y otro poco porque los decepcionó gobernando como si hubiese sido de izquierda. La izquierda, a su vez, dice que el peronismo “se quedó” en la diatriba de la justicia social, un poco porque Perón era conceptualmente de derecha y los persiguió y otro poco porque aplicó muchos preceptos propios del socialismo, dejándolos a ellos sin discurso opositor. Y entonces uno se pregunta, ¿Cómo pudo pasar que Perón, siendo “tan” de derecha haya sido el presidente más izquierdista de la historia argentina?.
Al tiempo que se le reconoce la etapa más justa en la relación entre el poder y la clase obrera se lo critica por haber gestado el sindicalismo más corrupto y la mafia pejotista del conurbano bonaerense, en esos dos “engendros” basó Perón la defensa de su poder político. El peronismo es Evita, pero también es la Triple A, el peronismo es básicamente un cúmulo de contradicciones, tal vez eso sea lo que le da fuerza y lo mantiene vivo, el peronismo es un prisma con infinita cantidad de caras, que refracta en tantas direcciones como haga falta. Y no siempre refracta luz, también refracta sombras.
En síntesis, se habla mucho del peronismo, mucho más que de otros partidos y esto, en sí mismo, demuestra que el peronismo es la construcción política más importante de la República Argentina. Es el único partido que demuestra tener vocación de poder y que siempre tuvo actitud para ejercerlo, por izquierda o por derecha, permitiendo a sus dirigentes mimetizarse permanentemente, ellos fueron capaces de acompañar a Menem, luego a Duhalde y hoy a los Kirchner, sin que esos cambios los haga poner colorados.
Días pasados, me comuniqué por e-mails con una de las dos o tres personas que más respeto intelectualmente. Lo consultaba por el primero de los dos libros que José Pablo Feinmann acaba de lanzar sobre el peronismo, su respuesta fue lacónica, a vuelta de correo me lanzó:
Hay y hubo tipos que se dicen peronistas y son nazis, otros son marxistas, otros intelectuales, otros que dijeron “alpargatas si libros no”, otros que fueron presos y sufrieron torturas por decir Perón vuelve, y otros que iban a las juras de los presidentes defactos.
Los hubo expropiadores y distribucionistas, y liberales privatizadores. ¿Que sentido tiene leer el análisis superior de un filósofo, si son tantas las contradicciones que es imposible establecer un hilo conductor, una coherencia histórica, y un pensamiento rector?
Yo creo que mas tarde o mas temprano el peronismo termina arruinando las cosas, aun las que pudo haber creado.
En el epílogo de la etapa distribucionista del 46 al 55, cuando empezaba a desacelerarse el estado de bienestar, Perón apuró su salida embistiendo con violencia contra todo el mundo. Encarcelaba dirigentes opositores - incluyendo socialistas, comunistas y radicales - quemó iglesias y sedes de partidos políticos, ejerció una absoluta censura de prensa, expropió diarios, intervino clubes, etc.
Cámpora - conspicuo peronista - fue expulsado por otros peronistas en el medio de un baño de sangre. Un energúmeno peronista (Luder) fue tan pelotudo que logró no solamente hacer que su partido perdiera la elección presidencial, sino que perdiera también por única vez en su historia la provincia de Buenos Aires. Después los peronistas de Duhalde dieron el golpe contra Alfonsín, y pusieron en el poder a la rata, que vendría a ser la antítesis paradigmática del peronismo clásico. Al actual gobierno peronista intentan voltearlo sin ninguna clase de pudor, otros peronistas.
Tengo las bolas infladas del peronismo. Leete los libros de José Pablo, y haceme un resumen, tipo Lerú. Un abrazo.
( Lerú era una enciclopedia de resúmenes de los años ‘60 y ‘70).
Es cierto que el peronismo tiene todo eso... ¿y qué?. Me pregunto, a la luz de los hechos, ¿es un problema que tengan todo eso?. Cuando nos gobernaron los “no peronistas” nos fue bastante peor que cuando estuvieron ellos y ese no es un dato cualquiera. Y cabe aclarar, para mi, Menem no califica, si hay algo ante lo que Perón no cedió fue al sometimiento frente a los poderes financieros o a las potencias mundiales, si hay algo que Perón no aplicó en sus gobierno fueron ideas liberales, Perón jamás permitió que a la política la manejaran los economistas, con lo cual, Menem, a mi juicio, forma parte de los gobiernos “no peronistas”.
Creo que hay dos peronismos, el primero, el vernáculo, basado en la figura de Perón, fue un movimiento, amplio, aunque absolutista y exclusivamente peronista. Pero ocurre que un día Perón se murió y, al igual que casi todos los líderes políticos fuertes "se olvidó" que un día se moriría y no preparó a quien lo debía continuar. Ni siquiera se tomó el trabajo de señalar a uno, y hoy, 35 años después de su muerte sigue siendo único y místico.
Y las cosas cambiaron, el peronismo, en el 74, dejó de ser un movimiento; pasó a ser, ni más ni menos que, un partido político; con sus muchas miserias y sus pocas bondades, como el resto. La diferencia con el resto es que esa "cosmopólis" que lo conforma genera que la bolsa de gatos, que quedó dentro del partido, haga mucho más ruido que en el caso los demás.
En lo ÚNICO que se parecen TODOS los peronistas es en la vocación de poder, no hay otro partido en Argentina que la muestre de manera tan concreta.
Evidentemente el PJ está en una etapa importante de renovación, y, parece, que la renovación tiende a venir por izquierda, a nadie extrañe que el peronismo de 2020 sea un partido mucho más homogéneo y definitivamente progresista. Los carcamales se mueren y no creo que Macri, De Narvaes y otros etc. se queden a nutrir sus filas.
Siempre hubo una desconexión importante entre el discurso peronista y sus dirigentes, Néstor Kirchner viene a cambiar la historia del peronismo, hoy hay un movimiento transversal que se podría llegar a fagocitar al núcleo duro del partido, dejándolos “fuera de contexto” y acompañando el viejo discurso con acciones que lo honren. Es decir, vuelve a haber un movimiento, pero esta vez no es exclusivamente peronista, y eso es lo interesante; hay como un acuerdo de partes, la izquierda comienza a aceptar la figura del viejo “tirano” como a un “hacedor” y el PJ comienza a aceptar que hay vida más allá de las palabras de Perón. Es una linda sociedad, los que mejor saben hacer y los mejores teóricos. Con lo que el peronismo, vuelve conformar un movimiento, tan amplio como el anterior pero diferente en su concepción, que lo incluye, pero sin ser exclusivo de él.
El Che decía que era impensable una revolución en Argentina sin el peronismo y, ¿Quién puede discutir la visión revolucionaria de Guevara.
En los setentas, cuando el ERP acepta aliarse a Montoneros decían “Hay que ponerle cerebro al elefante”, bien, creo que hoy, el elefante comienza a utilizar ese cerebro. Es como si el PJ finalmente hubiera encontrado “su lugar en el mundo”.
Si uno tuviera que analizar a Perón por los discursos de los peronistas que hoy están en el poder llegaría a la rara conclusión de que el viejo fue de izquierda, y me parece que eso va generando una nueva conciencia, más allá del proceso histórico; y la cosa termina en un peronismo que, 60 años después, se debate en, y a la vez genera, una versión casera (y lejana de la concepción marxista) de lucha de clases.
Creo que lo que inició Perón es mucho más grande que lo visto hasta ahora, que todavía no terminó de tomar forma y a mí (antiperonista de cuna), me entusiasma lo que veo. Por primera vez los veo con simpatía. Más… cada vez me siento más cerca de Perón y noto que eso también le ocurre a mucha gente de izquierda. Tal vez será que dejamos de posar nuestras miradas en lo que fue como individuo y empezamos a priorizar el resultado de lo que pensó y, sobre todo, de lo que hizo.
Desde el 55 hasta el 2003 el peronismo no experimentó cambios importantes, solamente se revolcó en sus miserias e intentó, sin éxito, encontrar un conductor, Duhalde quiso mirar a Perón pero nunca le dio el cuero para llegar a través de los votos, a Menem le dio el cuero para llegar pero tan pronto como se mudó a Olivos se olvidó de Perón. Ninguno de los dos se preocupó por instalar aquello que caracterizó al peronismo vernáculo, la distribución justa de las riquezas. Cada uno de ellos lo interpretó a su antojo y utilizó su nombre y el de Eva con el solo objeto de llegar al poder.
Todos los gobiernos que vinieron después del 55 (incluyendo el tercero de Perón) variaron entre liberales, neoliberales y conservadores, y todos ellos, gobernaron en sentido contrario a esa suerte de lucha de clases que motorizó Perón en el ’46. Todos se dedicaron a “pacificar al pueblo”, ¿Cómo lo hicieron? criminalizando a la pobreza, reprimiendo las protestas sociales y transfiriendo ingresos desde los sectores más pobres a los sectores más ricos. Ese proceso llegó a su fin el 25 de mayo de 2003. Con la llegada al poder de Néstor Kirchner el estado recuperó la conciencia popular, con grandes esfuerzos por mantener el equilibrio, el gobierno fue reponiendo derechos sociales y laborales para las clases más bajas y quitando subsidios “pornográficos” a la clase dominante para transferirlos a los trabajadores. Se recuperó el manejo políticofinanciero del país (estaba en manos de los economistas y del poder financiero) para los políticos, se reinstaló el debate político en el pueblo y el gobierno comenzó a alentar a las clases trabajadoras a recuperar la lucha, primero desde lo discursivo, pero luego, a lo discursivo le agregó las herramientas necesarias para que la lucha se diera con un poco más de igualdad, aplicando políticas financieras que redistribuyen en serio y garantizando la libertad de la protesta social (que a su vez servirían para justificar las medidas pensadas).
Ni Néstor ni Cristina llevan en sus mochilas un solo muerto en la calle, no hubo un solo caso de represión a manifestantes, y a ese dato no lo puede empardar nadie, mucho menos Perón.
Más allá de lo que digan Clarín, la oligarquía facha y los boludos de la clase media que defienden a Clarín, en Argentina jamás se gozó de tantas libertades individuales como hoy. Tenemos plena libertad de expresión, plena libertad de prensa y plena libertad de militancia, en esta Argentina hasta las más despreciables “aberraciones humanas” como Cecilia Pando pueden militar libremente en política, la Argentina de hoy es uno de los pocos países del mundo que no tiene un solo preso político. Hay algunos rasgos autoritarios frente al enemigo, pero, a la luz de los resultados, están plenamente justificados. Ningún “demócrata” radical tiene autoridad para criticar a los K por ser autoritarios, pues cargan muchas muertes en sus conciencias. Y ni hablar de la derecha peronista, es esperable que Duhalde se olvide de Kosteki y Santillán, de lo que no se puede olvidar el “narcodirigente” bonaerense es del autoritarismo de su líder y de la tendencia natural del viejo general a enfrentar con inmensa beligerancia a los poderes que intentaban detenerlo.
Es cierto que Juan Perón fue un “milico-facho-hijo-de-puta” pero también es cierto que sacó a la oligarquía del poder y cambió el rumbo de la historia. Es cierto que fue autoritario, pero también es cierto que no hay procesos políticos basados en cambios rotundos en favor de los pobres y en desmedro de la oligarquía con el inocente discurso de la “democracia plena”. Nadie les saca nada a los ricos por las buenas. Por las buenas solamente se les saca a los pobres. Y tal vez sea eso, lo que alejó siempre a lo que llamamos “democracia” de la verdadera “justicia social”.
Me parece que Nestor y Cristina Kirchner son los únicos que interpretaron cabalmente a Juan y Eva Perón, y lo están demostrando en sus gobiernos. Lo que queda por resolver, es: ¿Apenas los interpretaron, los perfeccionaron o los superaron?, es decir… ¿El kirchnerismo… es peronismo o ya es más que él?
Domingo, 29 de agosto de 2010