Es un proceso de conquista en que una persona se encarga de llamar la atención de la otra, sea sutilmente o con gran evidencia. El proceso de la seducción le concernía únicamente a los hombres, pero hoy la seducción se ha generalizado y de hecho cada persona tiene su propio estilo, pero es innegable que hay formas generalizadas que casi siempre funcionan.
La vestimenta, los accesorios y los adornos e incluso el maquillaje son, sin duda, armas que se ha utilizado con el objetivo de gustar y de lograr que depositen la mirada sobre uno. Sin embargo, aparte de la apariencia que es innegable que cuenta mucho, hay comportamientos que conforman la base del campo de la seducción.
La mirada es por mayoría el método favorito de las mujeres, es sutil, elegante y puede expresar más que miles de palabras. Mirar de reojo o fijamente según lo requiera el momento, son siempre señales claras de un interés en el otro.
El proceso de la seducción no es sólo para lucirte tú misma y que vean todos tus tributos, sino que también es necesario que quien sea tu prospecto de conquista se sienta importante, por lo que siempre que inicies un plan de seducción recuerda la necesidad de halagar al otro. Envuélvelo con tu mirada y evidencia tu deseo. Así no tendrá excusa.
Si esta mirada entre misteriosa e incitadora se acompaña de una fresca y provocativa sonrisa el efecto será casi inmediato.
Pero eso sí, si no tienes una actitud que proyecte seguridad y muestre que eres dueña de ti misma, de nada servirán las sonrisas y las miradas, pues en esto de la seducción la determinación es un elemento fundamental.
Después de todo esto es muy posible que el objeto de tu admiración se decida a tomar el primer paso y acercarse, aunque hoy en día es cada vez más corriente que nosotras tomemos la iniciativa y hagamos el primer contacto.
El juego se lleva a otra etapa en la que la conversación, el tono de voz, tus gestos y movimientos pasan a ser parte fundamental de la partida.
La estrategia debería continuar incluso más allá del matrimonio y la convivencia, para así mantener el interés y evitar el peligro de caer en la rutina.
Si ya conseguiste a tu príncipe recuerda que debes tratar de seducirlo. Cuando salgan, es divertido y aún más encantador que te arregles como si fuera la primera cita. También, si durante la velada él se aleja un segundo, puedes mirarlo como si fuera la primera vez que posas tus ojos en él, sonríe con complicidad y picardía, e incluso abórdalo como si fuera un desconocido. Verás que no se podrá resistir y se sentirá como el hombre más privilegiado del mundo. ¡Suerte!
Jueves, 14 de octubre de 2010