Ante el júbilo de cientos de miles de feligreses congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano, Benedicto XVI ha proclamado esta mañana beato a su antecesor en el trono de San Pedro, Juan Pablo II, seis años después de su muerte. En una ceremonia ante la basílica, el Papa ha dejado a Karol Wojtyla en el escalón anterior a la santidad al tiempo que estallaba una sonora ovación entre los cientos de miles presentes, muchos de ellos polacos.
Benedicto XVI, ha presidido los actos en la entrada de la Basílica, con la plana mayor de la jerarquía católica y numerosas autoridades extranjeras, entre ellas los Príncipes de Asturias o el entre ellos el dictador de Zimbabue, Robert Mugabe. Se trata de una de las más multitudinarias concentraciones en el Vaticano desde los actos posteriores a la muerte del Papa polaco hace seis años.
Al tiempo que Benedicto XVI, que vestía una casulla que perteneció a su antecesor y ha usado el cáliz que éste usó en sus últimos años, proclamaba beato a Wojtyla, se descubría un gran tapiz con una imagen de Juan Pablo II que cubre la fachada principal de la basílica y ha pasado entonces a presidir la escena. Sobre la columnata de Bernini, en otra gran tela se podía leer "Abrid de par en par las puertas a Cristo", una de las frases más conocidas de Wojtyla. Benedicto XVI ha oficiado la misa apoyado por los cardenales presentes en Roma y el que fuera secretario de Juan Pablo II, Mieczslaw Mokrzycki. Después, Marie Simone-Pierre, la monja francesa cuya curación de la enfermedad de parkinson es la base de la beatificación de Juan Pablo II, ha ofrecido a Ratzinger la reliquia del nuevo beato, una ampolla con su sangre encastrada en un relicario de plata, que el Pontífice ha besado antes de que fuera colocado en un estrado.
Domingo, 1 de mayo de 2011