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El papa Francisco y su vínculo con el Peronismo
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Lunes, 21 de abril de 2025

Vaticano (21-4-25): Tras su recuperación, Jorge Bergoglio atravesó una nueva Pascua en la Santa Sede. La fecha de culto católico aviva un eje central para comprender la historia nacional: la relación entre el Peronismo y la Iglesia en su dimensión ontológica.

Por Rodrigo Núñez

El Papa Francisco y el Peronismo: el nexo que explica la historia argentina

"Molesta que se hable de ética, molesta que se hable de solidaridad mundial, molesta que se hable de distribución de los bienes, molesta que se hable de preservar las fuentes de trabajo, molesta que se hable de la dignidad de los débiles, molesta que se hable de un Dios que exige un compromiso por la justicia. La cómoda indiferencia ante estas cuestiones vacía nuestra vida y nuestras palabras de todo significado". Este es el pasaje de un discurso que el papa Francisco ofreció el 24 de noviembre de 2023. Lejos del lenguaje institucional, de la nimiedad del poder y cercano a las causas de los carenciados. La estadía y el pasaje de una nueva Pascua por parte un argentino como Jorge Bergoglio en la Santa Sede aviva un eje central para comprender la historia nacional: la relación entre el Peronismo y la Iglesia Católica en su dimensión ontológica.

El 13 de marzo de 2013, el arzobispo de Buenos Aires y teólogo argentino se convirtió en el primer Papa jesuita y proveniente del hemisferio sur. Su llegada representó un papado de apertura, a contramano de las "gestiones" anteriores, caracterizadas por lo férreo de su estructura. Asumió una postura dialoguista en un contexto marcado por la "tercera guerra mundial en cuotas", tal como él lo definió. Francisco intervino e interviene en espinosos conflictos, algo que le valió críticas. Manifestó disponibilidad para ir a Kiev y a Moscú, pero también estuvo en el Congo y Sudán del Sur. No fijó a Roma como centro del mundo. Y todo tiene un por qué.

La familia Bergoglio era radical y bastante antiperonista. Jorge tenia 18 años en 1955 cuando cayó Perón y recordaba: “La única vez que vi a Perón, fue cuando me tocó ir como abanderado de mi colegio al Teatro Colon. Nos pusieron en el escenario a todos los abanderados y ahí lo vi de cerca. A Evita también la vi en una oportunidad. Fue cuando entré en una Unidad Básica de la calle Córdoba, con mi hermano, porque necesitábamos unos folletos para un trabajo en el colegio. Ella estaba allí y nos saludó, pero nada más”.

“Después en la adolescencia tuve también una incursión por el `zurdismo´, leyendo libros del Partido Comunista que me daba mi jefa de laboratorio Esther Ballestrino de Careaga, una gran mujer que antes había sido secretaria del Partido Febrerista Paraguayo. (...) Después acompañé grupos de jóvenes con diversas experiencias políticas.(…) En el 51 y 52 esperaba con ansias que pasaran los que vendían La Vanguardia . Pero nunca me afilié a ningún partido”, relató. “La Vanguardia” era el órgano oficial del Partido Socialista de Gioldi y destilaba un antiperonismo furioso. En concreto, Bergoglio nunca simpatizó con el peronismo en su adolescencia.

"Nunca estuve afiliado al partido peronista, ni siquiera fui militante o simpatizante del peronismo. Afirmar eso es una mentira", consignó Bergoglio en declaraciones públicas, y agregó en su explicación: "Tampoco estuve afiliado a Guardia de Hierro como dijeron algunos. Repito, la presencia de esa agrupación en la universidad y mis escritos sobre la justicia social llevaron a que se dijera que soy peronista". Sin embargo, se encargó de remarcar su molestia para con quienes lo interpretaban como una acusación: "En la hipótesis de tener una concepción peronista de la política, ¿qué tendría de malo?".

Aldo Duzdevich es periodista, militante peronista y escribió el libro "Salvados por Francisco", donde repasa su vida y pensamiento. Según recopila el texto, el acercamiento de Bergoglio a la política venía por el lado de la filosofía. En 1970 comenzó a colaborar con la revista de teología "Stromata" -que dirigía el padre Enrique Laje- y a participar de las Jornadas Académicas Interdisciplinarias de Teología, Filosofía y Ciencias sociales que se realizaban en el Colegio Máximo. Allí arrancó su vinculo con el Grupo de los Rioplatenses, como se identificaron los pensadores argentinos y uruguayos que buscaban una identidad cultural y religiosa latinoamericana. Entre ellos Amelia Podetti, Alberto Methol Ferre y Guzmán Carriquiri.

Entre los teólogos y filósofos que participaban de estos debates estaban Lucio Gera, Rafael Tello, Juan Carlos Scanonne, Gerardo O’Farrell, Enrique Dussel, e incluso Rodolfo Kusch. El acercamiento al peronismo se da por la amistad con Podetti, una reconocida filósofa que tenía vínculos con la agrupación Guardia de Hierro. Por invitación de Amelia, algunas veces participaba de las rees del Instituto Ramón Carrillo, un centro dedicado al pensamiento histórico político con fuerte acento en la crítica filosófica.

Los debates políticos e ideológicos que sacudían América Latina en los años setenta tenían su correlato dentro de la Iglesia. Entre los años 69 a 73 nace en Argentina la "Teología del Pueblo" como una rama autónoma de la teología de la liberación.

Este sector tomaba la opción preferencial por los pobres de la teología para la liberación, pero se diferenciaba de ésta por no centrarse en la lucha de clases, sino las nociones de pueblo y antipueblo, además de las particularidades que toman las luchas populares y la cultura en América Latina.

La Teología del Pueblo toma la categoría “pueblo” -por un lado- como pueblo-nación y, por otro lado, las clases populares. Pero, son los pobres quienes, al menos de hecho en América Latina, conservan como estructurante de su vida y convivencia la cultura propia de su pueblo. Esto incidía en la consideración de la religiosidad popular. Por un lado, se consideraba a la religión como núcleo de la cultura de un pueblo y, por otro, se hacía referencia -con Pablo VI- a la piedad “de los pobres y sencillos”, estimando que, de hecho, son estos últimos quienes preservan mejor la cultura común y sus valores y símbolos religiosos. Por ello, la religión del pueblo, lejos de ser considerada opio, no sólo tiene un potencial evangelizador, sino también de liberación humana.

Duzdevich consideró que Francisco reiteraba en muchos de sus escritos y discursos una fuerte reivindicación de la política como mecanismo transformador de la realidad. “Para hacer posible el desarrollo de una comunidad mundial, capaz de realizar la fraternidad a partir de pueblos y naciones que vivan la amistad social, hace falta la mejor política puesta al servicio del verdadero bien común.” (…) Para muchos la política hoy es una mala palabra, y no se puede ignorar que detrás de este hecho están a menudo los errores, la corrupción, la ineficiencia de algunos políticos. A esto se añaden las estrategias que buscan debilitarla, reemplazarla por la economía o dominarla con alguna ideología. Pero, ¿puede funcionar el mundo sin política? ¿Puede haber un camino eficaz hacia la fraternidad universal y la paz social sin una buena política?“, llegó a sentenciar el hincha de San Lorenzo de Almagro.

En el libro “Sobre el Cielo y la Tierra”, Bergoglio incluso da su visión actual sobre el primer peronismo: “Cuando Evita propone un camino de compromiso social con su Fundación, se da un conflicto con la Sociedad de Beneficencia porque ella trae lo nuevo, trae más integración social. (…) al principio la Iglesia no se enfrentó con Perón, que tenía mucha cercanía a ciertos clérigos. Perón quería usar los elementos de la Doctrina Social de la Iglesia e incorporó muchos de ellos a sus libros y a sus planteos. Uno de los hombres que le proveyó de esos elementos fue el obispo de Resistencia monseñor De Carlo. (…) a De Carlo se lo acusaba de estar muy metido en la nueva política. (…) Hay una anécdota muy interesante. En una de esas visitas a Resistencia, Perón le dice a la gente que lo escuchaba que quería aclarar una calumnia: Dicen que De Carlo es peronista. No es verdad. Perón es decarlista”.

Para Duzdevich, el Papa Francisco tiene "dimensión universal y lo empequeñecemos si pretendemos embanderarlo como peronista". Aunque subrayó a este medio: "Es indudable que existen muchas afinidades entre el pensamiento del papa Francisco y la doctrina peronista que abreva de la Doctrina Social de la Iglesia. Y, si viviera, probablemente Perón repetiría la misma frase: Francisco no es peronista, Perón es Francisquista”.

La política para Francisco
"¿Y qué es política? Un estilo de vida para la polis, para la ciudad. Lo que no hago, ni debe hacer la Iglesia, es política partidaria. Pero el Evangelio tiene una dimensión política, que es convertir la mentalidad social, incluso religiosa, de la gente. Cuando escribo sobre valores, sobre doctrina social de la Iglesia, si bien lo hago para todos los países, tengo presente a mi país y espero que mis palabras puedan ser una contribución", es una de las tantas afirmaciones que Francisco dejó en su legado. A pesar de no considerarse encolumnado en un paradigma partidario, sus expresiones sí se acercan bastante al movimiento.

Para el Padre Francisco "Paco" Olveira, Francisco "entendió un mundo donde las cosas se construyen desde abajo con los movimientos populares y además creyó que tiene que haber intervención del Estado, que no se puede dejar las cosas libradas al libre mercado, a la autonomía absoluta y la especulación financiera". Y profundizó: "Creo que tuvo una visión peronista de la vida. La verdad justicialista 14 afirma que el justicialismo es una nueva filosofía de la vida, simple, popular, profundamente cristiana y profundamente humanista. Los valores del peronismo son los evangélicos: la fraternidad, la igualdad, la sororidad, la hermandad, la justicia social, que están en el centro del evangelio, que es el pan que se parte y se comparte, una mesa donde nadie pase necesidad".

Esta idea fue replicada en un discurso de 2023, cuando criticó ferozmente el orden establecido: "Ya no podemos confiar en las fuerzas ciegas y en la mano invisible del mercado. El crecimiento en equidad exige algo más que el crecimiento económico, aunque lo supone, requiere decisiones, programas, mecanismos y procesos específicamente orientados a una mejor distribución del ingreso, a una creación de fuentes de trabajo, a una promoción integral de los pobres que supere el mero asistencialismo. Estoy lejos de proponer un populismo irresponsable, pero la economía ya no puede recurrir a remedios que son un nuevo veneno, como cuando se pretende aumentar la rentabilidad reduciendo el mercado laboral y creando así nuevos excluidos".

Facundo Pascutto es secretario de Relaciones Institucionales de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora y perteneciente a "La economía de Francisco”, un evento que fue lanzado por el Pontífice en 2019 con el propósito de construir “un nuevo modelo económico más inclusivo, humano y que respete la casa común”. Para él, un "líder estratégico es aquella persona que te da soluciones a problemas que todavía vos no llegaste a divisar". En Bergoglio observó a un Papa que "planteó soluciones desde la cultura del encuentro y la lucha contra el descarte, las periferias políticas, económicas y existenciales".

"Esto no inicia en su papado, en su papado su voz se amplificó. Cuando uno lo escuchaba siendo Jorge Bergoglio tenía una línea exactamente igual, de manera quizá más local obviamente, con problemas que estaban más vinculados a lo cotidiano nuestro. Francisco tuvo un rol fundamental porque viene de las periferias, y él afirmaba que las grandes soluciones van a venir en parte de la periferia y que la centralidad agotó el paradigma. No fue solamente jefe de la Iglesia Católica y un líder para todos los católicos, sino también para todas aquellas personas de buena fe y que están en las periferias económicas, geográficas, existenciales", reflexionó Pascutto.

Las 4 coincidencias
En diálogo con El Destape, consideró como "indispensable citar las cuatro condiciones que plantea para la conformación de un pueblo sano". La primera es que "el tiempo es superior al espacio, es decir, es más importante el proceso que el cargo porque hay que pensar en las próximas generaciones. Las grandes transformaciones llevan tiempo". En coincidencia, Perón decía que el verdadero arte de gobernar consiste en hacer todo a su tiempo y armoniosamente, estableciendo una perfecta relación de esfuerzo para engrandecer al país sin imponer a la comunidad sacrificios inútiles.

La segunda es que la "unidad prevalece sobre el conflicto", ya que "no hay posibilidad de conformar algo serio y sostenible sin el diálogo y el consenso", señaló Pascutto. Eso "no quiere decir que no haya contradicciones entre sectores de la sociedad, sino que la política tiene que volver a intentar construir mayorías y no minorías", aclaró. El apotegma justicialista rezaba que para un peronista no hay nada mejor que otro peronista y luego fue modificado por el gentilicio argentino para promover la unidad nacional e intentar dejar atrás la confrontación de sus primeros dos gobiernos.

La tercera condición es que "la realidad es superior a la idea en cualquier dimensión". La interpretación de Pascutto es que no se debe "descansar en la correlación de fuerzas, que se va construyendo día a día". Perón decía que mejor que decir es hacer, mejor que prometer es realizar.

Y el último de los principios planteados por Francisco es que "el todo es superior a las partes o que no se puede sacrificar el todo por las partes", definió. Lo que sucede es que "muchas veces hay grandes proyectos, grandes ideas y por pequeñas diferencias se tira todo por la borda", remarcó Pascutto. En esa línea, el Peronismo vociferó a fuego entre sus principios: "Primero la patria, después el movimiento y por último los hombres".

En cierta parte, la religión y la política existen por la condición trágica de la vivencia humana. Esa dimensión no parece hallarse en otro sistema de ideas y más en una sociedad que en las grandes urbes consume más ansiolíticos producto de una mentalidad frágil, la pérdida del sentido comunitario y la precarización del trabajo, entre otros motivos.

El catolicismo es un anexo al sistema de valores y cultura argentina. Francisco es referencia de un humanismo incrustado en un mundo que propone que el otro debe morir y que lo único que importa es hacer plata, donde lo único legítimo es el goce individual. Una idea muy libertaria y ejecutada día a día.


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