La policía belga libera a 11 mujeres del séquito de una princesa árabe víctimas de explotación. "Parte del personal del hotel estaba al corriente porque se ofrecieron a ayudarnos a escapar".
El hotel más lujoso de Bruselas, donde se alojan los líderes internacionales, artistas y ejecutivos a su paso por la ciudad, ha sido durante meses la cárcel de oro de varias mujeres, todas extranjeras y parte del séquito de una rica familia árabe. El testimonio de una de ellas, de origen marroquí, puso sobre la pista a la policía judicial belga, que el martes irrumpió en la cuarta planta del hotel Conrad, interrogó a 14 mujeres del servicio y liberó a 11 de ellas.
"A todas se les había confiscado el pasaporte, esto ha sido un elemento decisivo en la investigación", explicó ayer el portavoz de la Autoridad de Trabajo de Bruselas, dependiente del Tribunal Laboral. Las autoridades belgas han concedido el estatuto de víctima de trata de seres humanos a las 11 mujeres que lo solicitaron en el hotel y las otras tres que lograron huir hace una semana. "Todas declararon que no podían salir del hotel". Tres de las interrogadas no se reconocieron como víctimas de explotación y siguen trabajando para la familia.
Jamila, nombre ficticio de una de las mujeres que huyó y denunció el caso a la policía, de origen marroquí, fue contratada para trabajar como cocinera en la residencia de la familia de un príncipe de los Emiratos Árabes Unidos en Abu Dabi. Cinco meses después, se mudó junto a la mujer, viuda, y sus cuatro hijas a Bruselas, a donde llegaron en un avión privado con un visado diplomático, según ha declarado a los medios belgas. Allí, la familia alquiló la cuarta planta del lujoso hotel, donde alojó en condiciones supuestamente de explotación a 17 sirvientas, como personal doméstico y de seguridad. "Teníamos que estar a disposición de las princesas día y noche por si les hacía falta cualquier cosa.
Cuando estaban en su habitación, teníamos que dormir en el pasillo, frente a su puerta". Sus salarios oscilaban entre los 150 y los 500 euros.
Los responsables del hotel, visiblemente incomodados, afirman que eran "clientes normales, buenos clientes" y aseguran desconocer lo que ocurría dentro de las habitaciones. Jamila afirma , en cambio, que "parte del personal del hotel estaban al corriente porque se ofrecieron a ayudarnos a escapar. Supongo que la investigación demostrará que la dirección también lo sabía", añade.
La investigación está en manos de los jueces del Tribunal Laboral de Bruselas y por ahora no se ha interrogado a las supuestas explotadoras. "Estamos estudiando los testimonios de las mujeres", afirma su portavoz. La inspección laboral ha dado plena credibilidad a sus testimonios. Todas coinciden en que "trabajaban 24 horas al día, siete días a la semana, privadas de sus pasaportes" y sin poder abandonar el hotel.
A cambio de abandonar el lugar de la supuesta explotación y de colaborar con la policía, han recibido el estatus provisional de víctima de trata de seres humanos, que ofrece un permiso provisional de residencia, techo y comida en un centro de acogida.
Jueves, 3 de julio de 2008