El 15 de mayo de 1969 en Corrientes el gobierno provincial, que respondía al poder central en manos del general Juan Carlos Onganía, reprimió una movilización universitaria y obrera. Ese día fue asesinado el joven estudiante de Medicina, Juan José Cabral. Este hecho desencadenó el Rosariazo y luego el Cordobazo y que aceleró el fin del régimen militar.
El Correntinazo fue como se conoció a la protesta estudiantil y obrera en contra del cierre y la privatización del comedor universitario a manos de las autoridades interventoras de la Universidad Nacional del Nordeste, la consiguiente muerte del joven estudiante de Medicina Juan José Cabral durante la fuerte represión a la movilización ocurrida en la plaza Cabral el 15 de mayo de 1969 y las marchas -sobre todo de silencio- que se organizaron los días siguientes, en repudio al asesinato del estudiante y la veitena de heridos que también habían caído como consecuencia de la balacera policial.
Esas manifestaciones universitarias que tenían el acompañamiento del sector sindical y de la sociedad en general fue sin duda la mecha que encendió el Rosariazo, ocurrido entre el 17 y el 21 de mayo de 1969 y el Cordobazo en Córdoba el 29 y 30 de mayo de 1969.
Protestas que se extendieron a todo el país y que eran la expresión de un pueblo que ya no aguantaba más, y no podía quedarse de brazos cruzados frente a los desmanejos y excesos de la dictadura del general Juan Carlos Onganía, quien el 28 de junio de 1966 había liderado y tomado el poder del país, encabezando la Revolución "Argentina", derrocando al presidente constitucional Arturo Humberto Illia.
Pero fue la decisión del rector Carlos Walker, a cargo de la intervención de la Universidad Nacional del Nordeste, de privatizar el servicio del comedor universitario, y el incremento de los costos que iba implicar para al bolsillo de los estudiantes, lo que provocó el malestar general. Sobre todo porque el comedor era un lugar muy ligado a la vida estudiantil de la época, en lo que se refiere incluso al intercambio de ideas políticas y de política universitaria, que se buscaba aplacar.
Lo que no se esperaban eran las consecuencias que acarrearía la represión policial. Por desgracia la muerte de un joven -Juan José Cabral- por el otro en lugar de debilitar y acabar con la protesta, ocurrió todo lo contrario y finalizó con la caída de una dictadura militar.
"En ese momento la sociedad correntina reaccionó a favor de los estudiantes, de quienes luchaban por los problemas de la universidad en general", explicó a EL LIBERTADOR, Mario Marturet, el dirigente político de la Democracia Cristiana en Corrientes, quien vivió esos momentos de una manera particular desde la actividad política pero también en su vinculación familiar con el padre Raúl Marturet, dado que su hermano, pertenecía al Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo, y había encabezado las marchas de silencio, y protestas contra el régimen.
Consultado respecto de cómo vivían los correntinos en aquellos tiempos, explicó que "la participación era muy activa, había mucho apoyo entre los distintos sectores sociales y políticos, existía compromiso y existía un malestar muy grande. Lo que ocurrió con Juan José fue una desgracia, que evidentemente pasan los años y continúan repitiéndose. Siempre hay muertos que lamentar a manos de las fuerzas".
"Cuarenta años después todos aquellos ideales ya no son los mismos. Podrá haber un grupo de estudiantes universitarios, o los mismos jóvenes de aquella época que hoy son adultos pueden comprender y recordar. Nosotros que lo vivimos. Pero me parece que para el resto de la sociedad este hecho y sus recordatorios transcurren como algo anecdótico. No lo viven, no lo sienten, es un hecho histórico y nada más. Hasta diría que pasa desapercibido para la gente", dijo al ser cuestionado por la visión que esta sociedad tiene de aquellos jóvenes.
Sin embargo, Mario Marturet no es pesimista ante esta realidad. "Todo lo contrario, lo que me han dado los años es experiencia de ver un poquito más allá, es saber que tarde o temprano, la misma conciencia de pueblo, de oprimidos, de los millones de argentinos que se encuentran fuera del sistema, sin absolutamente nada son los que van a decir basta y los que van a producir los cambios.
Tal como ocurrió en 1969. En la historia 30, 40, 50 años no es nada, pero en la vida de las personas son mucho, sin embargo las necesidades son tantas que los cambios sobrevendrán, más allá de quienes conduzcan".
"Soy un optimista y creo que aquellos reclamos de igualdad, no se agotan y son los que tal vez producirán los cambios. El cambio en su época fue la caída de Onganía, en estos tiempos creo que la conciencia y los reclamos vendrán por el lado de las profundas inequidades y la concentración económica y política en pocas manos, frente a un pueblo con vastas necesidades básicas insatisfechas", dijo este dirigente, para luego convocar a recordar a Juan José Cabral, a interiorizarse sobre aquellas fechas, a querer saber qué ocurrió y sobre todo aprender del pasado. (MM)
Jueves, 14 de mayo de 2009