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Sexualidad
Lo que todo hombre debe saber
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Sábado, 20 de junio de 2009

Los sentimientos de culpa también juegan un papel importante en esta cuestión. No faltan quienes piensan que las chicas “decentes” no pueden disfrutar plenamente, sin tabúes, del sexo. Esta matriz cultural está difundida incluso entre las propias mujeres, y quizás de allí surjan muchas veces los pensamientos que afloran inoportunamente en los momentos de intimidad de la pareja.


Es un hecho que aún hoy, para muchos el sexo femenino se divide entre mujeres “fáciles” y aquellas que son "la chica de su casa”, idealizada, la que los hombres sueñan con presentar a sus padres.

La superación de estas visiones esquemáticas se debe implementar en el ámbito de la pareja. Un hombre abierto al diálogo, que constantemente le haga saber a su mujer cuánto valora y respeta su capacidad para ejercer su sexualidad, que ponga acento en las partes sensuales y femeninas de su compañera, ayudará a derribar un gran mito misógino.
¿Por qué las mujeres no pueden ser buenas, puras... y además grandes amantes?

Sostener una concepción anticuada en este aspecto puede ser un certificado de defunción en cuotas para la pareja. Es que, al pensarlo un poco, se llega a la conclusión de que un hombre que adscriba a tales valores, terminará cometiendo adulterio casi automáticamente.
En un punto, se le hace inconcebible que “la madre de sus hijos” sea a la vez una tigresa en la cama. Y sólo un cambio de paradigma cultural muy profundo puede resolver ese problema.

El juego previo: el clítoris

Un tema a tener muy en cuenta cuando hablamos del orgasmo femenino es la relación de ellas con su genitalidad. Las mujeres han sido bendecidas con una parte de su cuerpo cuyo solo fin es provocarles placer: el clítoris.

Pero a diferencia de los hombres, las mujeres no disfrutan de una estimulación constante, en todo momento y de cualquier manera de su zona genital. Para lograr que la mujer esté preparada para la estimulación de sus genitales, se debe empezar por sus otras zonas erógenas.

El juego previo –previo no sólo al coito sino a cualquier contacto con la zona genital femenina- puede incluir besos en la boca, en el cuello, en los pechos y otras zonas, como los hombros y la espalda. Si esto se hace bien, la mujer empezará a emitir señales (leve rubor en la piel, respiración entrecortada, pezones erectos) de que está lista para el siguiente paso.

Generalmente, la forma más fácil de alcanzar un orgasmo en las mujeres consiste en la estimulación clitoridea. Esa zona es extremadamente sensible a todo tipo de contacto, por eso es mejor concentrarse no sólo en la “cabeza” del clítoris sino también en la zona aledaña al mismo. Siempre se debe empezar la estimulación de la zona genital de afuera hacia adentro: primero los labios exteriores, luego el clítoris y los labios interiores, por último el canal vaginal.

Cuando hablamos de sexo oral, el ritmo es un factor a tener en cuenta. Se debe experimentar con diferentes formas de estimulación, presiones y velocidades, hasta encontrar la adecuada para cada persona.

Nuevamente, la comunicación en este caso es fundamental. No está de más preguntar qué gusta más, con qué se obtiene más placer.
Y cuando se encuentra la manera adecuada, tarea difícil si la hay, no modificarla en absoluto hasta que la pareja así lo requiera (ya sea a través de la palabra o de movimientos de su cuerpo).

Quizás la boca o las manos se cansen durante una prolongada sesión de sexo, pero hay que recordar que ese “trabajo” tiene como contrapartida una satisfacción sexual muchas veces negada.

Los puntos clave

Los primeros tramos del canal vaginal son los más sensibles; allí es donde se localizan la mayoría de las terminaciones nerviosas. El Punto G, tierra prometida pero pocas veces encontrada, suele hallarse allí, en la parte superior de la pared vaginal. Es una zona difícil de alcanzar durante el coito, así que la manera más fácil de alcanzarlo es usando los dedos. La única manera cierta de saber si se ha alcanzado el Punto G es mirando la reacción de la pareja. Muchas veces ayuda haber alcanzado uno o varios orgasmos clitorideos previos.

Otra cosa importante para mencionar es que para la mayoría de las mujeres es muy difícil alcanzar el clímax solamente mediante el coito. Además, la curva de placer masculina es distinta a la femenina, y lo más frecuente es que el hombre eyacule mucho antes de que la mujer llega siquiera cerca de las alturas de orgasmo. Un camino a seguir en este caso es la estimulación repetida –antes y durante la penetración- del clítoris.

Muchas veces el orgasmo vaginal recién se alcanza después de una larga estimulación de la zona clitoridea y del Punto G. En este casos, la comunicación de pareja debe servir para que ambos se olviden del “objetivo” -alcanzar el orgasmo de forma rápida- y en cambio opten por disfrutar de una relajada y prolongada sesión de sexo


Sábado, 20 de junio de 2009

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