Curuzú Cuatiá (22-6-23): La noticia para la prensa nacional se corrió al Chaco. Y el complicado asesinato de la periodista Griselda Blanco, ocurrido hace 30 días atrás de manera brutal, dejó de importar, como si el periodismo se va corriendo depende la cantidad de sangre inocente que es derramada. Una verdadera pena. Lo poco que avanza la causa ratifica cada vez más los vínculos entre el presunto asesino y la policía de esa ciudad en la venta de droga, prostitución, carreras ilegales entre otras cuestiones, pero también a su vez queda más que explícito la sospecha de una protección política judicial.
La ejecución de la comunicadora de Curuzú Cuatiá, a cada averiguación que se hace, tiene más oscuridad que el agujero negro del infinito. Semanas atrás se conocieron fotos de cabellos con sangre, como algunas de las pruebas recolectadas en el lugar del asesinato, las que generan dudas y hasta advierte un verdadero montaje, como si alguien las plantó. Tanto que personas vinculadas al único detenido por el crimen, el empresario de la noche Darío Alfredo Ricardo Holzweissig, tienen una barbería.
Cada vez que se avanza algo la investigación, es más producto de la inquietud de la querella, que de la propia Fiscalia, la que hasta el día hoy quedó muy descolocada con la petición del juicio abreviado, beneficio que apuntaba a bajarle la pena a Holzweissig, y retírarlo del delito de femicidio.
Hasta ahora lo que se va percibiendo, es que cuando más se pesquisa en el hecho, los vínculos del homicida con la policía, crecen indisimuladamente. La venta de droga, la trata de personas, las carreras clandestinas y demás yerbas, rodean prácticamente la chacra de Holzweissig, quien no aparece como un buen vecino y prácticamente ciudadano ejemplar como lo presentó, insólitamente, la fiscal María José Barrero Sahagún en su escrito judicial.
Ya pasó un mes desde la muerte de Griselda Blanco, y aún no hay noticias de los resultados del ADN hallado en sus manos.
Jueves, 22 de junio de 2023