Bs. As. (15-3-25): Denunció que un policía fue herido de bala, pero eran perdigones de goma. Luego dijo que identificó barrabravas, pero ninguno estuvo en la marcha. Los falsos barrenderos.
Por Karina Micheletto
El policía de la Ciudad Elías Montenegro ingresó al hospital Argerich gritando aterrorizado: "¡No me corten el brazo, no me corten el brazo!". La herida que tenía en el codo izquierdo, sin embargo, no revestía gravedad alguna, aunque llegó a producirle una fractura que luego terminaron enyesándole en el hospital Italiano, una vez derivado tras la intervención. Es posible que en ese momento no sintiera el brazo porque llegó con el torniquete mal hecho, por sus propios compañeros. Lo que los médicos que lo operaron encontraron dentro de su brazo fueron pequeñas pelotitas de goma, que se condicen con los perdigones de las balas que usan las propias fuerzas de seguridad para reprimir. Montenegro apareció al día siguiente entre los listados como "policías heridos por los barra bravas" de la marcha en defensa de los jubilados. Es, curiosamente, el único que figura como "herido con arma de fuego". Pero puede deducirse que la lesión que sufrió, según confirman fuentes directas del hospital a Página/12, fue causada accidentalmente por un compañero de faena, y no por las armas que la ministra Patricia Bullrich aseguró que habían llevado los manifestantes, y que nunca pudo mostrar. El mundo del revés de la ministra Patricia Bullrich y el presidente Javier Milei admite todo tipo de mentiras y dislates, en un inédito abandono de la institucionalidad.
Además del policía que fue víctima de "fuego amigo", hay más falsedades en la justificación de la represión como los hinchas acusados públicamente, con nombre y DNI, de haber causado disturbios en la marcha, que ni siquiera estuvieron allí. Denuncias de daños en la vía pública que, según filmaciones y relatos coincidentes, fueron causados por policías infiltrados, algunos "disfrazados" de recolectores de residuos. La justificación de la ministra del disparo que dejó entre la vida y la muerte al fotógrafo Pablo Grillo, desmentida de cuajo por los peritos que analizaron las imágenes. O su calificación de "jubilada patotera, pega palos" a la señora de 81 años agredida por el policía, que en el relato oficial se habría caído sola, mágicamente, al piso.
La barra invisible
Gastón Ruiz pasó toda la tarde del miércoles trabajando en una empresa de logística para Coto, en este caso en la sucursal Saavedra, como todos los días de 7 de la mañana a 9 de la noche. Fichó entrada y salida normalmente, quedó registrado en las cámaras de lugar. Por eso no entendió nada cuando al día siguiente comenzaron a llegarle mensajes: "Te escracharon". Figuraba entre los cinco "barras violentos" que, según dejaron trascender los ministerios de Seguridad de Nación y Ciudad, habían sido identificados causando desmanes en la marcha. En la tele pusieron su nombre y DNI, junto a una foto de un manifestante. "Solamente es pelado como yo, pero no se parece ni ahí. Y la campera que tiene tampoco es del Torito, es verde y negra pero parece ser de ATE", dice a Página/12 este hincha de Chicago de 48 años que declara tener "un solo vicio, ir la cancha cada quince días" y que nunca, ni adentro ni afuera de la cancha, tuvo un problema con la policía.
"A mí nadie me llamó, nadie me citó, me re ensuciaron de onda. Quería ir a explicar que no fui yo, ¿pero adónde voy a ir? Ya contraté un abogado que me dijo que mientras no me llegue una citación, no tengo que hacer nada. Jamás un problema, en la cancha en cada vallado te escanean el DNI, ¿y ahora me escrachan así, me amenazan con el derecho de admisión?", se enoja. Gastón dice que no suele ir a las marchas, no podría, aunque quisiera, trabaja más de 12 horas por día. En su barrio, cuando puede, colabora con un comedor comunitario de Villa San Petesburgo, en Isidro Casanova, donde vive.
Aunque sabe que no hizo nada malo, Gastón no puede estar tranquilo. En medio de las disputas que mantienen --con el área de seguridad como ariete y la fuga de presos de las comisarías porteñas-- la Ciudad y la Nación sí se pusieron de acuerdo en algo: anunciaron que harán una denuncia judicial conjunta para ir contra Gastón y otros cuatro "barras" que supuestamente identificaron causando desmanes en la marcha --aunque sin apresarlos, otro punto que demostraría lo insólitamente mal ejecutado del operativo--
Extraoficialmente dejaron trascender todos los nombres y clubes de pertenencia: además de Gastón, Carlos Julián Román y Víctor Hubo Bellón de Nueva Chicago, este último expresidente del club y actual dirigente de ATE; también Claudio Alejandro Curci y Roberto Martín Cajal, de Deportivo Español. Ante los medios, Bullrich también sostuvo que se identificó a "Leandro Capriotti, el máximo organizador de la marcha, que quiere ser presidente de Chacarita, un protegido de Luis Barrionuevo". "Lo vamos a poner en la denuncia que vamos a presentar hoy con la Ciudad de Buenos Aires", detalló. Capriotti, integrante de una agrupación de socios de Chacarita ligada al peronismo, también asegura que nunca estuvo en esa marcha, y que la imagen difundida por la ministra, no es la suya. Del resto de los acusados, extrañamente, entre tantas filmaciones y fotos obtenidas, el gobierno no pudo presentar pruebas de sus supuestos actos vandálicos.
Basureros feroces
Teresa Laborde es la hija de la sobreviviente de la dictadura Adriana Calvo; nació en cautiverio, en el asiento trasero de un auto, camino al Pozo de Banfield. Desde sus ámbitos de militancia Teresa ha ido a muchas marchas, pero nunca vio algo como lo del miércoles pasado, cerca del Congreso. "A las 4 y media me bajé del 37 por Entre Ríos, a unas 3 cuadras del Congreso, y vi un montón de policías, eran muchos, y lo que llamaba la atención es que al lado había todo otro grupo grande de gente con ropa de trabajo de recolector de basura, gris y amarilla. Demasiados, llamaban la atención. Se los veía como interactuando con la policía", repasa.
Antes de correr porque se venía el hidrante con el gas --terminó empapada-- Teresa pudo ver cómo los supuestos recolectores fueron actuando coordinadamente con los policías pertrechados. Más tarde, ya con la represión desatada, al tener que regresar a la zona de Hipólito Yrigoyen para ponerse a resguardo, vio cómo los supuestos recolectores corrían contendedores de basura y los prendían fuego. Su amiga se acercó a increparlos: "¡Ustedes son ratis, no prendan fuego, acá la gente está tranquila!". Los supuestos recolectores se rieron.
De manual
Patricia Bullrich dijo que no piensa iniciar ninguna investigación interna alguna por el disparo a Pablo Grillo, porque "el policía tira la granada de manera correcta", "como indican los manuales", y "a 45 grados". Dijo además, una y otra vez, que el cartucho de gas rebotó antes, "pudo haber sido en el piso o en la estructura de metal pesada usada como barricada". Llama la atención que se preocupe tanto por aclarar esto último, pero que no pueda precisar dónde es que rebotó el cartucho de gas.
El físicos forense Guillermo Pregliasco, investigador del Conicet e integrante del Programa Nacional de Ciencia y Justicia, ya han trabajado en reconstrucciones como la de la masacre de Trelew y la de 2001. Ahora, junto a su colega Martín Onetto, analizaron las imágenes que recopiló la red de Mapa de la Policía. En base al análisis científico, concluyen fehacientemente que el proyectil impactó de lleno en la cabeza del joven. Y que fue arrojado de un modo que de ninguna manera puede considerarse "disuasorio", teniendo personas adelante, a esa distancia.
"Después de la muerte de (Carlos) Fuentealba, el uso de gases lacrimógenos en manifestaciones se desactivó en todo el país. Fue activado en la gestión de Patricia Bullrich, tanto en esta como en la de Macri", explica Pregliasco a Página/12. "Es un arma disuasoria, que busca dispersar a la gente. Se lanza un cartucho lo más lejos posible, que empieza a emitir humo cuando llega al piso, y ese tiro debe ser lo más lejos posible, por eso se dice que es de 45 grados", detalla. Y compara: "Un balazo es un proyectil de 1 centímetro cúbico de plomo, que viaja a unos 300 metros por segundo. Esto fue como una lata de cerveza viajando a 100 metros por segundo".
"Analizando los cuadros por segundo de la filmación, el físico midió la velocidad del proyectil: 570 kilómetros por hora (100 metros por segundo). Y la trayectoria: directa a la cabeza, sin rebote alguno. "Y lo sorprendente es que está tan bien tomado el video, que lo vemos llegar y después de golpear a Pablo, cómo sale para arriba". "Es la primera vez que lo hacemos mientras está ocurriendo la discusión pública, digamos, no porque nos citen en un juicio que vendrá después", cuenta sobre su trabajo. "Lo hicimos porque nos llegó el material y porque sentimos que había que recuperar los hechos y las argumentaciones en este estado de cosas. Es lo que vemos que la gente nos está agradeciendo: poder recuperar la racionalidad".
Sábado, 15 de marzo de 2025