Bs. As. (23-3-25): Frente a un gobierno que ataca las políticas de Memoria y retira al Estado de la protección de derechos, organismos, abogados querellantes y referentes analizan la nueva etapa de esta pelea histórica del pueblo argentino. Coinciden en que el objetivo de una vida digna se defiende en el territorio y en las calles.
Por: Adrián Camerano
La tormenta parece perfecta: un Estado que ya venía en retirada de las políticas de Memoria, ahora con una gestión adepta a la teoría de los dos demonios y que destila negacionismo; organismos de Derechos Humanos obligados a un recambio generacional por la pérdida de sus referentes históricos; y nuevas generaciones para las que la última dictadura es algo lejano, un capítulo de los libros de historia. Vive el país un momento bisagra en el marco de una crisis civilizatoria más amplia, en el que por fuerza se impone la reconfiguración del campo de los Derechos Humanos, entendidos éstos en sentido amplio, como ejes de una vida digna. Lo que parece crisis puede ser, empero, oportunidad.
Consultados por Tiempo Argentino, referentes del campo popular, activistas, comunicadores especializados en el tema y abogados querellantes en juicios por delitos de lesa humanidad analizan el escenario actual, plantean algunas hipótesis y aventuran estrategias posibles para avanzar hacia un modelo de país inclusivo, en el que quepamos todos.
Cuatro generaciones, una misma lucha
Los debates acerca de la actualidad y el futuro del movimiento de Derechos Humanos atraviesan a las distintas generaciones protagonistas. Por caso, la de las Madres y Abuelas, de los sobrevivientes de los 70 que en democracia siguieron militando y que a 49 años del Golpe se siguen preguntando qué hacer, también la de los Hijos y -más recientes- los Nietes.
Lúcida como siempre, a sus 94 años Taty Almeida -Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora- advirtió en una reciente entrevista radial que transitamos “un gobierno negacionista y deplorable, y como país estamos en el fondo del tacho. Esto que está sucediendo es impensado, repudiable total”. Sensible a la motosierra feroz y especialmente a la represión a los jubilados, Almeida salió una vez más a “repudiar y poner el cuerpo y decirle a estos desgraciados que la resistencia continúa”. De cara al futuro inmediato, propone “tomar la calle, no bajar los brazos ni enojarse con los chicos que votaron con Milei; hay que hablar con ellos, explicarles. Se necesitan propuestas y discusión política”. Y completa: “Ya quedamos muy poquitas Madres, pero estamos tranquilas por esa militancia que tenemos: la única lucha que se pierde es la que se abandona”. La esperanza, siempre.
De lucha por la memoria y los Derechos Humanos sabe también largo Carlos Loza, quien era trabajador del puerto y delegado sindical cuando fue secuestrado y llevado al centro clandestino de detención, tortura y exterminio Escuela de Mecánica de la Armada, donde estuvo desaparecido entre el 16 de diciembre de 1976 hasta el 6 de enero de 1977. “Nosotros luchamos por las ideas de nuestros compañeros, los 30.000, y fundamentalmente por su práctica militante, todo un tejido que fue destruido por la dictadura, algo que aún nos toca seguir padeciendo. Por eso es importante que el movimiento de Derechos Humanos se exprese masivamente en las calles”, expresó. Integrante del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, Loza ve señales preocupantes en el gobierno actual. “Este 24 tenemos que decir no a lo que pasó ayer y no a esto que está pasando ahora, donde se criminaliza la protesta, se violan los derechos más elementales, como peticionar a las autoridades, y se reprime a todos los que se movilizan. Como yo pertenezco a una generación que vivió la dictadura, tenemos la experiencia de lo que pasa cuando se empiezan a violar los derechos”, advierte.
Coincide Loza con Almeida en la necesidad de “ganar las calles para que esto no avance”, y considera que la impunidad de los crímenes del terrorismo de Estado, así como la impunidad de la represión y violaciones a los derechos humanos en democracia, habilita a repeticiones que pueden ser trágicas.
A otra generación pero referenciada en la misma lucha pertenece el cordobés Emiliano “El Gringo” Salguero, integrante de una familia perseguida y diezmada por el terrorismo de Estado. Coordinador de la Mesa de Trabajo por los DDHH y durante muchos años parte de Hijos Córdoba, comparte la caracterización del gobierno actual en su faz violatoria de los DDHH y señala que “no se vislumbra un proyecto político que abarque a toda la sociedad, una mirada común, como era la palabra socialismo en la década del 70”. De profesión biólogo, Salguero llama a “seguir el ejemplo de Madres y Abuelas, que levantaron otras banderas en el 2001”, y en ese sentido apunta que “hoy nos está costando muchísimo construir una alternativa popular y posible, existe una incapacidad colectiva de construir una idea que nos contenga y nos dé sentido en la lucha de disputa del poder real”. “La gran disputa es construir una sociedad que ponga en el centro al ser humano y el buen vivir”, cierra.
Los hijos de los Hijos son los Nietes, organización conformada por nietos y nietas de víctimas del terrorismo de Estado. Karen Maydana Galván, una de sus integrantes, también menciona la necesidad de seguir el ejemplo de las Madres y Abuelas; ocupar todos los espacios de lucha, tanto del territorio virtual como la calle; y remarcar la unidad lograda para este aniversario del Golpe. “En este momento, cuando el movimiento de los derechos humanos está tan atacado por este gobierno, que desfinancia espacios de memoria, que cierra lugares, vamos a la calle en unidad dejando todas nuestras nuestros pensamientos político-partidarios de lado, como hacía 20 años que no se hacía, y uniéndonos por una misma causa contra este gobierno negacionista con políticas neoliberales”, señaló.
Justamente fue el recambio generacional dentro del movimiento de Derechos Humanos una de las razones del surgimiento de Nietes, hace cinco años. Las y los jóvenes que lo integran tienen como misión llegar a sus pares y a las otras nuevas generaciones, muy alejadas temporalmente de la última dictadura. “Nuestro trabajo es tratar de que estas juventudes que ven muy lejano el genocidio entiendan que si bien hay una distancia histórica, hubo un plan económico que hasta el día de hoy genera consecuencias, muy parecido al de ahora. Entonces, es hacer un paralelismo y también generar un hilo conductor con el presente”, explica Karina, cuyo abuelo, Orlando Galván, fue desaparecido el 19 de octubre de 1977 y sus restos identificados por el EAAF en 2008. “Las viejas se nos están yendo, nuestros padres y madres ya están grandes y alguien tenía que tomar la posta de esta lucha para seguir levantando las banderas de Memoria, Verdad, Justicia y también de las luchas del presente que nos interpelan como juventud”, cerró.
Desobedientes de los pactos de silencio
Bibiana Reibaldi pertenece a la misma generación que Loza, pero nació a la militancia muchos años, décadas después. Integra el colectivo “Historias Desobedientes, familiares de genocidas por la Memoria, la Verdad y la Justicia”, que surgió en 2017 como respuesta de las y los familiares de genocidas para hacer frente a los mandatos, las mentiras, las complicidades y los silencios al interior de las propias familias.
“Somos una voz nueva y extraña en el escenario de los Derechos Humanos y los crímenes de lesa humanidad. Somos un puñado de personas, con una paradoja profundamente dolorosa, la que nos vincula filialmente con los autores del horror”, expresa la hija de Julio Reibaldi, ex militar y luego integrante civil del Batallón de Inteligencia 601. Bibiana remarca que los integrantes del colectivo “rompemos con nuestras más inenarrable vergüenzas y complejas contradicciones, sin odios pero con firmeza ética en cuanto al repudio del accionar de nuestros padres, hermanos, abuelos y abuelas”. No es fácil, y resulta “muy paradojal esta posición, porque estamos repudiando a quienes en algún momento hemos querido mucho”, completa, y señala que “en el medio han habido grandes costos, heridas abiertas y otras ya cerradas”.
Tiempo atrás, sin mayor éxito, el colectivo invitó a la vicepresidenta Victoria Villarruel, “hija obediente del genocidio”, a revisar su historia. Como hicieron ellas y ellos mismos, “herederos de una historia sobre la que no elegimos nacer, pero sí elegimos qué hacer con ella”. “Los genocidas no hablan, pero nosotros y nosotras decidimos alzar la voz para repudiar sus crímenes y decimos ni olvido ni perdón”, explica.
En la misma línea, la Asamblea Desobediente es “un colectivo que repudia el accionar genocida que sus propios padres, abuelos y tíos cometieron en la última dictadura militar”. Quien habla es Liliana Furio, hija de Paulino Furio, condenado por crímenes de lesa humanidad cometidos en Mendoza, quien en uno de los juicios provocó diciendo “no estoy arrepentido, volvería a hacerlo”.
“Desapariciones, vuelos de la muerte, partos clandestinos, robo de identidad, violaciones, torturas. Nosotros sabemos que es cierto. Somos sus hijes, nietes, familiares. Los conocemos. Desobedecer es nuestro imperativo ético” propone la Asamblea Desobediente.
“Creemos que es imperativo desarmar el discurso falaz que trae este gobierno negacionista e incluso reivindicacionista del terrorismo de Estado de la última dictadura militar, y que hoy apunta claramente a instalar, con otra metodología, un estado de excepción, intentando amedrentar al pueblo”, señala Furio. Activista cultural, remarca que “marchamos por justicia y en mi caso porque haber visto desde adentro las fauces del opresor, diciendo en una mesa familiar de domingo: ´a mi nadie me va a venir a cuestionar porque si esos zurdos de mierda vuelven, me pongo de nuevo la capucha y salgo a hacerlos mierda´. Imposible ser cómplice de semejante declaración criminal”.
Un faro que ilumina la Memoria
Los sitios de Memoria son blanco predilecto de la motosierra mileísta. En Mar del Plata el Espacio de Memoria y Promoción de los Derechos Humanos (ex ESIM) Faro de la Memoria ha sufrido, como otros espacios, un recorte brutal en su planta de trabajadores, reduciéndose a la mitad, con lo cual resulta muy difícil sostener la atención de todas las áreas: investigación, pedagogía, visitas guiadas, registro de testimonios. Los embates también son locales, con un proyecto para instalar allí un bar, que cosechó repudios varios.
Sin la intención de reemplazar a lxs trabajadorxs despedidxs, pero si de aportar en alguna medida a la atención de las personas que visitan el espacio, el Colectivo Faro de la Memoria organizó y capacitó a un grupo de apoyo que asiste al lugar, con un cronograma acotado a las posibilidades de cada quien, con el objetivo de sostener y habitar el Espacio de Memoria, así como de acompañar a las tres personas que permanecen allí trabajando.
Desde el sitio de memoria informaron que “los trabajadores se encuentran en situación de absoluta precariedad laboral, como en el resto de la Secretaría de Derechos Humanos, a la espera de una renovación de contratos (o no) a fines de marzo”. El sostén está hoy dado por una red de apoyo que conforman organizaciones gremiales, políticas y sociales, que sigue atentamente la «involución» y retroceso de las políticas de Memoria, Verdad y Justicia localmente, y realiza algunos aportes económicos en la medida de sus posibilidades para el sostenimiento material: elementos de limpieza, corte de pasto, algunas reparaciones”. La Provincia de Buenos Aires recientemente aportó personal de maestranza que realiza la limpieza, una tarea que el año pasado efectuaban las y los empleados permanentes del sitio.
“Desde el Colectivo Faro de la Memoria consideramos que el panorama es muy difícil, ya que las condiciones son de una fragilidad absoluta tanto en lo laboral respecto a la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación como en el contexto general actual”, completaron.
El dolor que brota de la tierra
Con los derechos de los pueblos originarios y los asuntos ambientales incorporados ya a una perspectiva amplia de los derechos humanos, dos experiencias patagónicas trazan también algunas pistas acerca de cómo renovar una lucha que se enfrenta a escenarios tan complejos y cambiantes como desafiantes a las recetas conocidas.
En Bariloche, la organización Piuke tiene vasta trayectoria en defensa del medio ambiente y los bienes comunes, una tarea más necesaria que nunca y que resalta aún más en una ciudad que vende un paisaje de postal que esconde una desigualdad extrema. De cara al futuro y las nuevas generaciones, su referente Alejandro Gianello señala que “del vidrio de las pantallas no va a nacer nada”. Y explica: “No creo que el vínculo con la juventud sea a través de disputa por dispositivos: hay jóvenes dando likes para que defiendas el agua pero hay jóvenes por ejemplo mapuche recuperando su identidad, territorio, defendiendo las nacientes del agua, cultivando, hay asambleas resistiendo”.
“A 49 años del golpe en nuestra cotidianeidad observamos que desde el Estado, en mayor o en menor intensidad, con rol más o menos activo, los derechos retroceden”, señaló. Gianello considera que “hay que conocer todas las luchas para saber qué derechos se están recortando y cómo deben reconfigurarse” y que “ya la idea de escenario en disputa parece vieja, las disputas siempre las perdemos”.
La idea de otra sociedad posible parece clara en este referente del ambientalismo, que cree que el problema “con estructuras a mejorar no se resuelve, sino que veo un modelo de sociedad que incorpore como dimensiones a los feminismos, los Derechos Humanos, los ecologismos. Una sociedad humana, moral, fraterna, autónoma, horizontal, que tiene que nacer desde los territorios y reconocer a los habitantes originarios de esos territorios con quienes compartimos las luchas. Una sociedad que tenga los tiempos de la naturaleza”.
El referente caracteriza que “hay una ola de terror y violencia sobre los pueblos”, pero en contrapartida “estamos constantemente en intercambios con distintos colectivos y surge esta idea de que hay que construir un relato para competir con el otro relato, porque la gente ´se come´ los relatos y estamos en un escenario que inventaron ellos”.
“Estamos en el punto cero de un escenario de nueva sociedad. El rumbo tentativo es generar comunidad”, finalizó.
Dos mil kilómetros al sur, en un territorio extremo del globo terráqueo donde el frío corta la cara, persisten los selknam. Están agrupados en la Comunidad Rafaela Ishton, que al decir de la referente Margarita Maldonado agrupa “unas 600 raíces vivas”. Docente, maestra en cestería y difusora de la cultura originaria de Tierra del Fuego, Maldonado señala que “la lucha por los derechos humanos del ser humano no empieza hace 49 años, comienza hace muchísimos años, con nuestros pueblos nativos”. Y denuncia que “la Argentina está formada sobre un cementerio”.
“Nosotros no estamos en ningún lado, no figuramos en el presente” considera la docente, quien inició un proceso identitario ya de adulta y lleva “38 años caminando prácticamente sola, sin ayuda de los Estados”. “No hay aceptación, no sé cuál es el miedo; pedimos un espacio digno, no que nos usen como bocadillo de campaña. Son golpes desde hace muchos años y sigue siempre lo mismo, el racismo, la discriminacion, la xenofobia” completa.
Margarita señala que “en Tierra del Fuego somos 600 raíces vivas, que estamos, existimos”, apunta que “hoy día se ataca a todos los seres humanos” y considera que “la lucha no comienza en el 76, estamos hablando muchisimos años mas atrás, de quienes mataron, violaron y descuartizaron a nuestros hermanos nativos”.
“Se sigue haciendo violencia simbólica: donde yo trabajo se me discrimina mi taller, me dicen ´te vi disfrazada de india´ cuando son mis ropas ancestrales, que las debí haber tenido desde el día que nací”, lamenta.
Memoria desde la formación docente
En días en los que el runrún de una prohibición del acto del 24 de marzo sobrevoló las escuelas porteñas y con el negacionismo instalado en Casa Rosada, se vuelve imperioso prestarle atención a cómo se enseña y se enseñará la memoria reciente en el país. Las complejidades y posibilidades en torno al tema tienen presencia en el ámbito de la formación docente. Para visibilizar esos abordajes, poner herramientas en común y convocar a otros docentes a aceptar el desafío, un colectivo de formadores editó el libro Ventanas al presente, memoria y Derechos Humanos en la formación docente y en las escuelas.
Es el quinto libro de la colección Formación Docente Viva, publicada por Andares y Pensares. La obra –con prólogo de Sandra Raggio, directora de la Comisión Provincial por la Memoria– se basa especialmente en experiencias en las aulas. Como una docente de sexto grado que, al día siguiente de dar una clase sobre la última dictadura, recibió el reclamo de un alumno de once años porque no le había enseñado la ‘historia completa’. Transmitía el planteo de su papá, un militar.
“Difundir lo que sucede en los institutos es necesario porque es un tema controvertido, difícil, que se deja de lado en muchas escuelas. Que implica un compromiso y un posicionamiento. Es una forma de invitar a otros a abordarlo. Es contar experiencias, reflexiones”, dice Gabriela Saslavsky, profesora de institutos de formación docente e integrante de Andares y Pensares.
Ventanas al Presente es el quinto libro del colectivo. El primero fue a pulmón. Del segundo en adelante se financiaron con las ventas de las ediciones previas. Para acceder al material: andaresypensares@gmail.com / IG andaresypensaresok
Domingo, 23 de marzo de 2025