Corrientes prepara un nuevo capítulo de su historia política. Ricardo Colombi asumirá por segunda vez como gobernador este jueves, mientras continúa la investigación por la muerte que sacudió las elecciones provinciales, a principios de octubre. La semana pasada Gendarmería Nacional entregó el resultado de las pericias al Toyota Camry y a las ropas de Hernán González Moreno, el empresario que operaba como mascarón del gobierno saliente de Arturo Colombi desde la Agencia Corrientes.
Las pericias concluidas la semana pasada avalan la teoría de que Hernán González Moreno se suicidó, aunque los fiscales coinciden en que la muerte se produjo en un “contexto de amenazas”. Algunos indicios señalan que pudo estar acompañado antes de morir.
Corrientes prepara un nuevo capítulo de su historia política. Ricardo Colombi asumirá por segunda vez como gobernador este jueves, mientras continúa la investigación por la muerte que sacudió las elecciones provinciales, a principios de octubre. La semana pasada Gendarmería Nacional entregó el resultado de las pericias al Toyota Camry y a las ropas de Hernán González Moreno, el empresario que operaba como mascarón del gobierno saliente de Arturo Colombi desde la Agencia Corrientes.
Por primera vez, el diagnóstico parece eliminar la hipótesis del crimen: según las pericias, González Moreno se suicidó. Los peritos encontraron restos de pólvora en el auto y aseguran que la escena no se modificó. Los fiscales a cargo de la investigación coinciden, también por primera vez, en que si hubo suicidio se produjo en un “contexto de amenazas”, por lo cual avalan la teoría del “suicidio inducido”. En el medio, existe una foto: las colillas de los 17 cigarrillos que aparecieron en el auto alientan las sospechas de que alguien pudo haber pasado con él las últimas horas de su vida.
“Ya no cabrían dudas de que se trató de un suicidio”, señala el fiscal Guillermo Barry a Página/12. “Aun así, creemos que muy probablemente sea un suicidio inducido por las amenazas que a esta altura están probadas por decenas de declaraciones. Las pericias fueron muy largas, minuciosas, nos permitieron saber muchas cosas pero jamás un hecho así va tener una conclusión absoluta, van a seguir existiendo zonas de dudas.”
Desde el comienzo, no todos los fiscales se encolumnaron de la misma manera. Barry es de Goya, la jurisdicción donde apareció el auto con el cuerpo muerto de González Moreno. Buenaventura Duarte y Alejandro Chain son los otros dos fiscales, ambos de la capital correntina. Desde el comienzo, intentaron comprobar o descartar la hipótesis del crimen. A esta altura, los informes de Gendarmería parecen darles más razones a quienes, como Barry, creen en la tranquilizadora hipótesis del suicidio. A lo sumo inducido por un instigador.
El dato más importante de las pericias apunta a eso: indica que hay rastros de pólvora en el auto y en la ropa del empresario. Para los fiscales es un dato clave. Hasta ahora, el único elemento que poseían era el dermotest sobre las manos del muerto, que sostenía que no había restos de pólvora. Eso alimentó al comienzo las sospechas del crimen, de que la muerte pudo haberse producido en otro lugar y que la escena haya sido armada.
“La Gendarmería trabaja con un método más preciso que el nuestro”, dice Barry. “Con el dermotest, nos habíamos quedado sin pólvora en el auto, por eso creo que si hubiésemos aplicado el nuevo método en las manos también habríamos encontrado pólvora.”
Pero en el auto había otros indicios dudosos. El más importante, un salpicón de sangre sobre la puerta del acompañante. ¿Si González Moreno se suicidó en el asiento del conductor, cómo la sangre llegó hasta ahí? Sin pólvora en el auto, la mancha había apuntalado la posibilidad del homicidio. Pero Gendarmería también la reencuadró. “Los peritos tuvieron en cuenta el calibre 45 de la pistola –dice Barry–, el proyectil ingresó por las partes blandas del cráneo, el estallido dejó rajaduras y, según dicen, la sangre fluyó por los puntos de menor resistencia como el orificio de entrada de la bala, desde donde emanaron esas salpicaduras.”
Lo mismo sucedió con otro dato sugestivo: el casquillo de una bala manchado de sangre. En el Camry, debajo del asiento del acompañante, la policía encontró un encendedor naranja, una revista El Aguijón y la vaina de una bala. Había dos afuera, y ésa estaba manchada con sangre. Según Gendarmería, sería la vaina del disparo final. La ubicación es adecuada y el salpicón también habría salido de ahí. El dato, sin embargo, no dice sólo eso. Según el informe, esas manchas de sangre indican que no hubo otra persona sentada al lado de González Moreno a la hora de la muerte. Si no, las manchas no estarían. Explican, además, que la escena “no se modificó”. Hasta ahí todo parece concluyente. La historia de la muerte del empresario correntino podría cerrarse en ese contexto: si todo es así, González Moreno estuvo solo, agarró su pistola Colt calibre 45, apuntó contra la sien, y se suicidó en la madrugada del viernes 2 de octubre en la estancia de El Medio, las 30 mil hectáreas de tierra de su familia a 250 kilómetros de la capital de Corrientes.
Pero no todos están de acuerdo. “Lo que nos están diciendo hasta ahora –dice Alejandro Chain– es que González Moreno estaba solo, pero solo en el momento del disparo. ¿Quién me asegura que no había alguien sentado en el asiento de atrás?”
Los cigarrillos
Hernán González Moreno fumaba Parisiennes. Un indicio quedó en el cenicero del Toyota. Desde el principio, la imagen de las 17 colillas se transformó en foco de la investigación. Todas estaban apagadas del lado del conductor, excepto dos. Como lo indica la foto a la que accedió Página/12, esas dos permanecieron reclinadas del lado del acompañante. Eso, entre otros rastros, alentó durante semanas las sospechas de que el empresario estaba con otra persona. Una de las personas que colabora con la investigación se detuvo a examinar la cigarrera, a pedido de este diario. “El auto recorrió 250 kilómetros de Corrientes a Goya, entró en medio del monte, terminó en la zona de los palmares, y si bien es cierto que el Camry tiene mucha estabilidad ¿cómo puede ser que esos dos cigarrillos hayan permanecido acomodados en esa posición?”.
Es raro, pero hay quien dice que no es imposible. Hasta ahora, las tres hipótesis en juego eran suicidio, suicidio inducido u homicidio. El jefe de la Agencia Corrientes apareció muerto dos días antes del ballottage que terminaría desplazando a todo el equipo de gobierno de Arturo Colombi. El empresario tenía relación con la cúpula del gobierno. Era apoderado de la agencia, manejó las dos últimas campañas y facturaba millones de pesos al año por publicidad. Dos días antes de la muerte, la Justicia allanó su oficina y recogió información con la que pudo comprobar una millonaria desviación de los fondos del gobierno en materia de publicidad hacia la agencia. Con esos datos, después fue detenido José Luis “Billy” Zampa, ahora ex jefe de Información Pública de Arturo Colombi. Zampa estaba libre el día de la muerte de González Moreno. Mientras lo investigaban, éste había denunciado al entonces candidato a gobernador Ricardo Colombi por la compra de una casa a nombre de un insolvente. Tras su muerte, Zampa agitó esa denuncia para vincular a Ricardo Colombi con las amenazas que había recibido el empresario y por las que habría decidido, según su versión, quitarse la vida. Las pericias de Gendarmería y la investigación misma avalan a esta altura la primera parte de esa versión. Sin embargo, todavía en la causa no hay datos certeros sobre el origen de las amenazas. Ricardo Colombi fue mencionado por Zampa y por el empresario de medios y el diputado peronista Rodolfo Martínez Llano. El gobernador Arturo Colombi y el jefe de los custodios, en cambio, hablaron de “El Gitano”, una persona presuntamente vinculada con la SIDE, que podría haber actuado como sicario.
Martes, 8 de diciembre de 2009