Nueva embestida desde el kirchnerismo contra el coronel (RE) Luis Alberto Sarmiento, un personaje sobre el que no había interés político hasta que su hija, la jueza María José Sarmiento, desafió al kirchnerismo al no concederle el Decreto de Necesidad y Urgencia para el Fondo del Bicentenario. Hubiese resultado muy importante y loable que Martín Granovsky se interesara por un hecho tan olvidado e ignominioso como el asesinado de Ángel Brandazza, pero al hacerlo en este contexto, termina ensuciando hasta la memoria de Brandazza.
"Me sorprendió un alumno de un curso sobre testimonios cuando, al final de mi exposición de un caso, me preguntó qué era una picana. La palabra, por supuesto, la había utilizado varias veces durante la clase para señalar cómo se torturaba durante el conflicto armado. “No sabe lo que es una picana” pensé, “no ha aprendido aún el mal de este mundo”. Procedí a explicarle: es una máquina, un aparato casero, que genera corriente eléctrica; se usa poniendo un cátodo en uno de los genitales, o mucosas, o en los pezones, y el ánodo en alguna otra parte del cuerpo, para que el torturado reciba una corriente eléctrica. Mientras un “operador” conecta el cuerpo a las dos fuentes de energía, otro, desde la bobina, maneja la cantidad de voltios. Se produce un shock fulminante que tiene como objetivo debilitar al prisionero para que “hable”.
Los argentinos tienen la triste iniciativa de haber inventado este método de tortura. Al parecer la picana fue utilizada en las ganaderías porque se tenía la idea de que afirmaba el músculo de la res y mejoraba la calidad de la carne. Por supuesto se aplicaba sobre los trozos ya cortados. A alguien se le ocurrió pasar el efecto a seres humanos vivos y con todos los terminales nerviosos en perfecto funcionamiento, de tal manera que un toque de picana los podía volver indefensos y frágiles. Dicen que este aparato empezó a ser usado alrededor de 1932 por la policía argentina a iniciativa del ahora tristemente célebre Polo Lugones, jefe de la misma durante la dictadura de José Félix Uriburu (...)",
Rocío Silva Santisteban.
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). Martín Granovsky ya no es titular de la agencia estatal Telam, vale la pena recordarlo. Tampoco logró el destino diplomático que ambicionaba. Tuvo que regresar al periodismo, trabajo que había prometido que abandonaba cuando devino en funcionario estatal. Ahora, considerando la condición político-financiera de Página/12, hay que afirmar que Granovsky es un funcionario para-estatal. Toda una complicación para alguien que dice que aborrece a los parapoliciales (otros funcionarios paraestatales como lo es él ahora). En fin, desde su actividad periodística, Granovsky hace kirchnerismo ´duro´. En ese contexto se comprende su interés novedoso por el coronel jubilado Luis Alberto Sarmiento. Como un aporte a ´la causa´, el parafuncionario entrevistó a Rubén Dunda, un hombre de los ´70 para abordar una cuestión que pocos recuerdan (´el Bigote´ Raúl Acosta, por LT3 de Rosario, uno de los pocos): el asesinato nunca resuelto del estudiante Ángel Brandazza, en 1972. Hubiese resultado muy importante y loable que Granovsky se interesara por un hecho tan olvidado e ignominioso como el de Brandazza, pero al hacerlo en este contexto, termina ensuciando hasta la memoria de Brandazza.
"A los 63 años, Rubén Dunda sigue recomponiendo piezas sueltas de su vida y recuerda siempre un nombre, el del coronel Luis Alberto Sarmiento, que en 1972 ya revistaba en la inteligencia militar y luego del golpe de 1976 siguió haciéndolo gracias a su especialidad: era un experto en el interrogatorio con picana eléctrica.
Dunda, sociólogo, juez comunal santafesino en Fighiera, una localidad próxima a Rosario, docente de la materia Liderazgo y Creatividad en la carrera de Relaciones Laborales, fue presidente de la Cámara de Diputados de Santa Fe en 1973, a los 26 años. Una de sus decisiones fue crear y alentar el trabajo de una Comisión Bicameral que ese mismo año decidió investigar el secuestro y asesinato del estudiante universitario Angel Brandazza.
–¿Por qué formaron la Comisión? –preguntó ayer Página/12 a Dunda.
–En noviembre de 1972 la provincia de Santa Fe fue conmovida por un hecho. Un joven logró abrir la tapa del baúl en el que lo llevaban y gritó: “¡Soy Brandazza y me secuestran!”. Era en el centro de Rosario.
–¿En un lugar concurrido?
–Muy concurrido: Boulevard Oroño y Córdoba. Pleno centro.
–¿De noche o de día?
–De día. Encima de día...
–¿Y pudieron socorrerlo?
–No, nadie pudo. Las fuerzas que lo llevaban lo metieron en el baúl de otro auto y siguieron. Fue un gran escándalo y todo el mundo se enteró en Rosario y en la provincia.
–¿No pudieron averiguar nada?
–Los parientes trataron de encontrarlo y de saber qué había pasado, y nada.
–¿Cuántos años tenía Brandazza cuando lo secuestraron?
–Tenía 21 años. Un pibe de la Juventud Universitaria Peronista. Bueno, quedó la denuncia en la Justicia y todo siguió igual hasta la recuperación de la democracia.
–Estamos hablando del 25 de mayo de 1973, cuando Héctor Cámpora asume como presidente de la Nación y Carlos Sylvestre Begnis como gobernador de Santa Fe en la fórmula del Frente Justicialista de Liberación.
–Exactamente.
–¿Y cuántos años tenía usted en el ’73?
–Yo, 26. Fui electo diputado provincial por el peronismo. El caso obviamente seguía resonando y nosotros nos sentíamos muy dolidos por el secuestro de Brandazza y muy comprometidos con su esclarecimiento. Lo de Brandazza había pasado hacía muy poco tiempo. Entonces decidimos constituir una Comisión Bicameral del Parlamento santafesino. La presidió Juan Lucero, peronista, y el vicepresidente era Domingo Pochettino, el mismo que fue secretario de Derechos Humanos de Santa Fe cuando Jorge Obeid era gobernador. También estaba Rubén Martínez, un radical.
–¿La figura de la Comisión Bicameral les parecía más efectiva?
–Nos parecía la forma más confiable de reconstruir lo que había pasado, aunque después le tocara a la Justicia la evaluación de indicios y el juzgamiento de los responsables. Y, la verdad, tuvimos mucho apoyo del gobierno de Santa Fe, del gobierno nacional, de nuestros legisladores nacionales, aunque chocamos con los obstáculos con los que siempre se enfrentan las comisiones investigadoras del Parlamento. ¿Qué facultades tiene? ¿Hasta qué punto puede allanar? ¿Qué validez tendrán después los elementos que recoge? Si la Justicia falla que las cosas se hicieron fuera de la ley, ¿qué pasará con los legisladores? La Corte Suprema de Justicia de la Nación nos dijo que la Comisión Bicameral no podía avanzar más sobre el personal militar. Establecieron que el personal militar identificado debía ser denunciado al fuero castrense. Invocaban al artículo 108 del Código de Justicia Militar.
(...)
–¿Dónde lo llevaron?
–A una dependencia del SAR, la comisaría quinta, calle Dorrego al 800. De las indagatorias que efectuamos surgió que a Brandazza le habían robado el reloj. Seguimos la pista. Mandamos un avión a buscar al sospechoso, Angel Jesús Farías, agente policial, a Villa Gesell y lo trajimos. Como ustedes publicaron en Página/12, Farías se fugó con su cuñada y la esposa entonces denunció que Farías había participado del secuestro y se había quedado con el reloj para venderlo. El padre de Brandazza tenía la factura, así que fue fácil comprobar que se trataba del mismo aparato y que había sido robado a Brandazza. Eso dejaba claro que Brandazza, de quien al principio las fuerzas de la represión habían negado su presencia, sí había estado allí. Ese fue un dato importante. Otro, que en las declaraciones aparecía una figura muy extraña.
–¿Quién?
–Le voy a leer textualmente lo que declara Farías, el subordinado en el grupo del SAR. Escuche: “Preguntado para que diga si se lo torturó (a Brandazza) mientras el dicente (Farías) estaba de guardia, tiene entendido que había un militar llamado Sarmiento, que era muy eficiente para ‘pasar la máquina’. Cuando el dicente cuidaba no se sentían quejidos, nada. Al tipo lo han parrillado en el horario en que el dicente no estaba”.
–O sea que Farías sabía que Sarmiento era el torturador, pero decía que no había sido testigo de la tortura.
–Sí. Esa es su versión. Escuche esto otro: “Preguntado para que diga qué quiere decir ‘parrillado’, responde que quiere decir pasarle la picana eléctrica”.
–Esas eran las preguntas de la Comisión Bicameral.
–Exacto. Sigo con otra parte: “Preguntado para que diga si le pasaban directamente los 220 voltios, responde que Sarmiento era un mago, que venía con una valijita, que en esa valijita hay un aparato que regula la tensión de la picana eléctrica, que Sarmiento era un especialista en el asunto, que la valijita, mejor dicho el aparato, era igual al que se ve en la película Estado de sitio. Preguntado para que diga si vio dicha película, responde que sí, que el coronel Sarmiento entraba con una valijita así (hace gestos con las manos indicando la dimensión de la misma, aproximadamente 40 por 30 por 20 de profundidad)”.
(...)
–¿Y qué pasó con Brandazza?
–Sabemos que cuando lo bajaron del auto en el SAR estaba bien. Pero aún ignoramos cómo lo mataron y qué hicieron con su cuerpo. (...)
Lunes, 22 de marzo de 2010